
Aunque la razón «oficial» es la sequía -que según los cálculos del Ministerio de Economía le costó al país $20.000 millones de dólares- también tiene que ver con la reciente corrida cambiaria que llevó al dólar a rozar los $500, e hizo que el gobierno tenga que utilizar el dinero proveniente del programa con el Fondo para intentar contener la corrida, algo que estaba expresamente prohibido en el acuerdo firmado con el organismo.
No es que el gobierno haya decidido echar por tierra el acuerdo. Todo lo contrario: a cambio, redobló el ajuste con un nuevo tarifazo de luz y gas, para mostrar «buena voluntad» ajustadora para ir renegociar con el Fondo.
Entre la corrida cambiaria y el redoblamiento del ajuste, las negociaciones parecen haberse encaminado y ambas partes están discutiendo un nuevo cambio en las metas, sobre todo en la que refiere a la acumulación de reservas y al déficit fiscal.
No está claro cuál será el nivel de «recalibramiento», pero lo que sí es seguro es que, como ya sucedió en marzo de este año, una flexibilización de las metas de reservas suele ir acompañada de un ajuste fiscal aún más estricto. Es lo que expresa que Massa haya ido a negociar con un tarifazo bajo el brazo.
El Ministro de Economía tiene también otra pretensión, bastante ambiciosa: que el Fondo adelante todos los desembolsos restantes de 2023 en un sólo pago, lo que le daría al gobierno aire por más de U$S10.000 millones. Con esto, Massa espera poder calmar las aguas de la crisis cambiaria durante el resto del año, o por lo menos hasta las elecciones. Lo que, a su vez, teóricamente le daría por lo menos una mínima chance electoral.
De todas formas, no está para nada claro que el Fondo acceda a esa pretensión, teniendo en cuenta el «riesgo» de que un nuevo cimbronazo en el tipo de cambio puede hacer que se quemen los dólares para todo el año, una de las últimas balas que le quedan al gobierno -y al Fondo- para que la frágil situación económica no termina de desbandarse.