
Supuestamente, la jornada fue una consulta. «Supuestamente» porque ya otras veces se nos ha consultado y los resultados no coinciden con lo que se escucha en las jornadas y en las aulas. El temario tenía dos puntos: la repitencia y el régimen de asistencia.
Durante la pandemia ya asistimos a reformas en el régimen académico y laboral, encubiertas en algunos casos. La inclusión de programas por fuera del estatuto, el reparto de alimentos que en algunos distritos sigue a cargo de los docentes, el tipo de notas con la inclusión de siglas, etc.
El «objetivo» de este intento de reforma es sencillo, evitar el abandono de la escuela por parte de los alumnos. Todos queremos que los chicos y chicas vayan a la escuela, la discusión es cómo y para qué. La solución del gobierno es eliminar la repitencia y las faltas. Plantean que los que abandonaron la escuela van a volver porque no repiten más y no hay faltas. La lógica sería impecable si los chicos abandonaran por eso.
Ya ahora el régimen de faltas es muy laxo, es casi imposible quedar libre. La reforma es más parecido a una oficialización de algo que ya se hacía (por motivos varios). En cuanto a la repitencia, lo mismo, todos hemos sufrido presiones para aprobar alumnos de parte de autoridades y familias. Es que la real preocupación de hace años no es el abandono en sí sino que los números finales son feos para mostrarlos, y hay que dibujarlos para no hacerse cargo de nada.
El objetivo es decir que todos terminan la escuela, sin importar cómo. “Todos adentro de las escuelas” dicen, pero no para aprender, sino para que al final ellos puedan decir «el 99% de los adolescentes terminan la escuela». Es lo que vemos hace años, y esto no soluciona el problema, lo profundiza. Más vale que “todos adentro”, pero de ¿qué escuela? ¿de las que se caen a pedazos?
Hay cursos sobrepoblados, cursos sin aula, escuelas sin gas o agua, etc. ¿Adentro de estas escuelas? Exigen 180 días de clases (de los que muchos se pierden por problemas con las condiciones edilicias), pero para los alumnos venir un día está bien, entonces ¿qué tan importantes son los 180 días? ¿qué tan importante son las clases presenciales? Obvio que son importantes, pero se ve que el gobierno sacó conclusiones de la pandemia, y todo se soluciona con un trabajo virtual. No venís, te mandamos una actividad por whatsapp, arreglate y listo.
Es una ficción de educación y de inclusión, y de las peores. Porque para hablar de cuestiones pedagógicas, lo necesario es primero invertir en educación, mejorar las escuelas y los recursos que hay en ellos, sin olvidar que las escuelas son para enseñar (y que la contención es muy importante). Porque la deserción la mayoría de las veces se da por motivos económicos (falta de trabajo en la familia, falta de transporte o incluso de vestimenta) o por problemas familiares (violencia, padres ausentes por trabajo o lo que sea, etc). Problemas que no solucionan eliminando las faltas o la repitencia.
La discusión del jueves no cayó bien, porque cualquier docente sabe todo esto. Además hay que alertar que atrás de todo esto hay olor a reforma laboral.
Es que uno puede intuir que habrá más trabajo para después de clases, con celulares y computadoras propias. Podemos intuir más multiplicidad de tareas. Ya lo hemos vivido. Lo recortes en educación (por ejemplo, conectar igualdad, que tanto puede ayudar), el fin del programa ATR que tanto servía de apoyo. Es difícil pensar en una reforma que incluya mejoras en lo que hay, sino en seguir “tirando el fardo” a las escuelas y que se arreglen. Porque eso es precisamente lo que viene haciendo este gobierno.






