Una victoria parcial para la extrema derecha
Con el 33% de los votos, el Rassemblement National se posicionó como el gran ganador de la primera vuelta de las elecciones legislativas en Francia. La formación de extrema derecha superó al Nuevo Frente Popular (LFI, PS, Verdes, PCF) que se quedó con el 28%, así como a la coalición gubernamental oficialista, con alrededor del 21%. Los Republicanos obtuvieron, por su parte, el 7% de los votos. La izquierda revolucionaria obtuvo alrededor del 1,5% principalmente en las candidaturas de Lutte Ouvrière, y en menor medida, del NPA-Révolutionnaires expresando un polo de independencia de clase.
Los resultados del domingo 30 de junio vienen a alterar en gran medida el equilibrio electoral del parlamento si francés, basado en los resultados de 2022 y a posicionar a la extrema derecha como una alternativa real para alcanzar el poder por primera vez en su historia. Los resultados de la primera vuelta mostraron un alza rotunda con respecto a la participación en las europeas, con casi 7,4 millones de electores suplementarios. Así, el Rassemblement National pasó de los 4,2 millones (18,7%) de votos en 2022 a cerca de 10,6 millones (33%) en 2024. Estos resultados confirman a su vez un desplome electoral del macronismo que descendió a la tercera posición en los sufragios.
Si bien el avance de la extrema derecha electoral es relativo lo que realmente impacta es su avance ideológico. Muchas ideas reaccionarias que no tenían lugar son actualmente difundidas en grandes medios y se escuchan en ciertos lugares de trabajo. La violencia de las palabras comienza traducirse en actos racistas. Golpizas a militantes de izquierda en París, racismo en barrios como Chatou, ataques a locales políticos y sindicales o a personas de la población lgbt, entre otros eventos repudiables. El discurso racista y antiinmigrante es reproducido por amplias capas de la sociedad, incluso en la clase obrera de 2da o 3ra generación de migrantes. Aún siendo pequeños hechos aislados es importante destacar que el clima genera tensión social y la necesidad de organizarse.
Del Nuevo Frente Popular al Nuevo Frente Republicano
En este contexto, la cuestión del “barrage”[1] republicano a la extrema derecha volvió a ponerse en el centro de la escena, con tanto macronistas como el frente popular, llamando a votar contra la extrema derecha, para evitar que esta logre la mayoría absoluta y Jordan Bardella se convierta en el nuevo primer ministro. Si bien en un principio, el primer ministro Gabriel Attal llamaba a luchar de forma equidistante contra los “extremos” de LFI y del RN, lo cierto es que la posición del gobierno evolucionó a votar contra la extrema derecha, retirando algunos de sus candidatos y aclarando que ningún tipo de coalición futura sería posible junto al movimiento de Mélenchon, aunque sí con el resto de los componentes del frente.
Por el lado del NFP, desde la noche del domingo pasado los principales líderes de la coalición anunciaron que retirarían aquellos candidatos que hubieran calificado como terceros en las distintas circunscripciones para llamar a votar a los representantes de Macron y de Los Republicanos contra la extrema derecha.[2] De esta forma, casi 221 candidatos (de las 577 circunscripciones) han renunciado a participar de la segunda vuelta y el número de triangulares se ha reducido al mínimo. La política del “desistimiento” del Nuevo Frente Popular se dio incluso en favor de las candidaturas de Elisabeth Borne (responsable de la antidemocrática reforma de las jubilaciones) y de Gerald Darmanin (responsable de la ley antimigratoria). ¡Una forma muy particular de luchar contra la avanzada reaccionaria en alianza con los peores enemigos de la clase obrera!
Se trata de una política del “mal menor” llevada al extremo, que comenzó con el operativo de resucitar al Partido Socialista, desplazando el centro gravitatorio de la alianza reformista desde la Francia Insumisa hacia este partido patronal y hacia los capitalistas verdes. Si los reformistas llamaban en las últimas semanas a “tragarse el sapo” de Holland y de Rousseau, ahora incluso se estiran al punto de incluir al macronismo y a los republicanos como posibles aliados en el combate contra la extrema derecha.[3]
Construir una alternativa independiente de los trabajadores
A pesar de que la izquierda revolucionaria estará ausente de la segunda vuelta de las elecciones legislativas, los 367.158 votos expresados hacia las listas de independencia de clase de Lutte Ouvrière y del NPA-Révolutionnaires en la primera vuelta de las legislativas son un punto de apoyo para construir una alternativa independiente de las y los trabajadores. Alternativa a la cual hemos contribuido desde Socialismo o Barbarie aportando la candidatura de nuestra compañera Elsa Caudron, quien fuera candidata en la circunscripción de Montreuil y Bagnolet, por la lista del NPA-R.
Como hemos expresado en nuestra campaña, contra las políticas antisociales y racistas de Macron y de Bardella, solo contamos con nuestras luchas. Una perspectiva opuesta al planteo de las direcciones sindicales, que en lugar de organizar la pelea contra el gobierno y contra la extrema derecha en los lugares de trabajo, se dedica pasivamente a apostar por la vía electoral como la única salida posible. En vez de llamar a huelgas y movilizaciones contra la extrema derecha, las direcciones sindicales se han dedicado solamente a hacer campaña tibiamente y a llamar al voto por los candidatos del Frente Popular.
Por nuestra parte, llamamos a no dar un solo voto a los candidatos racistas y antiobreros del Rassemblement National, ni tampoco a los del gobierno de los ricos de Macron. Al mismo tiempo, tampoco daremos ningún tipo de apoyo político al nuevo frente popular transformado en nuevo frente republicano. Es necesario organizarse de manera independiente para pelear contra las políticas de los capitalistas, para no caer en las trampas de los políticos del sistema que le allanan el camino a la extrema derecha. Desde Socialismo o Barbarie, en el NPA-Révolutionnaires, seguiremos peleando por poner en pie una alternativa política de la clase obrera. La salida está en las calles, con nuestras luchas y nuestras huelgas.
[1] La expresión “faire barrage” alude a la idea de construir una barrera para que la extrema derecha no logre pasar. Una táctica que se popularizó a partir del enfrentamiento entre Chirac y Le Pen en 2002.
[2] El sistema electoral francés permite que dos, tres o hasta cuatro candidatos estén presentes en la segunda vuelta, si obtienen el 12,5% del padrón inscrito.
[3] Una orientación compartida por Poutou y Besancenot, del NPA-Anticapitalista, quienes se han adaptado por completo al frente reformista, perdiendo todo criterio de independencia de clase en el camino.