Un giro político mayor: Macron rompe el pacto republicano
En las elecciones europeas del pasado 9 de junio, la lista de Bardella y Marine Le Pen se impuso con casi el 31,5% de los votos, muy por delante del 14,6% de la lista del oficialismo de Macron. Las demás fuerzas políticas obtuvieron los siguientes resultados: 13,8% Partido Socialista, 9,9% La Francia Insumisa, 7,3% Los Republicanos, 5,5% Los Verdes, 5,5% Marion Maréchal, 2,4% Partido Comunista, 0,5% Lucha Obrera, 0,2% NPA-Revolucionario, entre otros.
A petición de la Agrupación Nacional de Le Pen, Macron tomó una decisión inesperada: disolver la Asamblea Nacional y convocar a elecciones legislativas “sorpresa” los días 30 de junio y 7 de julio. La fecha límite para la presentación de listas es el 14 de junio, lo que deja muy poco tiempo de preparación para los candidatos que participarán en las elecciones. Se crea así una situación de crisis política aguda que merece una cierta reflexión.
En primer lugar, ¿Por qué Macron tomó esta decisión? Algunos podrían decir que Macron está jugando a doble o nada ante el avance de la extrema derecha en un intento de construir un frente republicano y darse legitimidad a sí mismo. Pero otra interpretación podría explicar que Macron está haciendo un gesto suicida de su mayoría parlamentaria para dar paso a una cohabitación con la extrema derecha para atacar mejor a los trabajadores y preparar el acceso al poder de Marine Le Pen.
Lo cierto es que Macron ha ofrecido un bulevar a la extrema derecha, con la posibilidad más concreta de alcanzar el poder en la historia de esta fuerza política. Macron ha roto así el «pacto republicano» y ha traicionado definitivamente el mandato democrático de bloquear a la extrema derecha. Un mandato que ya se había roto con la votación de la ley de asilo e inmigración el año pasado.
Se trata de un giro importante en la historia política de Francia, que sólo puede entenderse en el contexto de una nueva etapa de la lucha de clases internacional y de un avance militarista y nacionalista, con las tensiones imperialistas y el genocidio en Palestina como telón de fondo. Si el «rearmamento» es la línea política de Macron para 2024, una cohabitación con Le Pen parece ser la opción más justa para llevar a cabo esta política. Macron, que no era «ni de derechas ni de izquierdas» en 2017 se está moviendo ahora hacia la extrema derecha.
El llamado «duelo» Bardella-Attal se revela así como un «dúo», como denunció correctamente el NPA-Révolutionnaires durante toda la campaña. Si sumamos los votos de Bardella con los de Maréchal (sin contar los votos de las demás fuerzas nacionalistas y de derecha), la extrema derecha gravita en torno al 40%. La situación es concreta: la Agrupación Nacional tiene posibilidades reales de llegar al poder con un primer ministro y una mayoría parlamentaria. Con la disolución de la Asamblea, está jugando con fuego y allanando el camino para que la extrema derecha llegue al poder.
¿Frente popular por arriba o movilización de los trabajadores desde abajo?
Las elecciones europeas de 2024 marcaron también el regreso del Partido Socialista. El partido de la rosa, que se creía muerto tras el 1,75% de Anne Hidalgo en las presidenciales de 2022, ha resucitado. Los socialistas están más vivos que nunca gracias al 13,8% de Glucksmann, que les sitúa como el principal partido de oposición «a la izquierda de Macron», para liderar una posible «repetición de la Nupes».
Muchos políticos piden que se repita el efímero experimento de una nueva edición de la coalición parlamentaria. Los mismos políticos que utilizaron las europeas como sondeo para 2027 se preparan para «dejar a un lado sus egos», repartirse las circunscripciones electorales y aspirar a una cohabitación institucional con Macron. Socialistas, ecologistas, comunistas e insumisos parecen querer encarnar esta opción institucional para bloquear a la extrema derecha en las urnas en un frente republicano liderado por el Partido Socialista.
Esta política es problemática por dos razones. En primer lugar, porque las fuerzas que componen esta alianza no constituyen realmente una alternativa política al sistema. Al contrario, el PS es en gran parte responsable del avance de la extrema derecha. Este partido es famoso por sus repetidas traiciones; cada vez que han estado en el gobierno, han llevado a cabo políticas de derecha. Basta pensar en la Ley de Trabajo de Hollande, la Ley Touraine o la Ley Macron. La Francia Insumisa salvó al PS con la creación de la Nupes y ahora es este partido el que se posiciona como líder de una posible coalición.
Como advirtió durante la campaña Gaël Quirante, portavoz del NPA Révolutionnaires, frente a las ilusiones reformistas: «si seguimos con la lógica del voto útil, acabaremos con Glucksmann». ¿Cómo acabar con el aumento del militarismo con Glucksmann? ¡El mismo que hizo campaña a favor de un ejército europeo! O con Roussel (PCF), que en lugar de movilizarse en apoyo del pueblo palestino, lo hizo junto a Marine Le Pen y Macron en apoyo a Israel.
Esta política del mal menor y del voto útil, solo en instancias electorales y sin movilización en las calles, no será suficiente para bloquear a la extrema derecha. Tenemos otra perspectiva que proponer, basada en la movilización de los jóvenes y los trabajadores en las calles desde abajo.
Organicemos la movilización de los trabajadores y los jóvenes en las calles
Para evitar caer en las trampas de las alianzas institucionales dirigidas por los partidos de la burguesía, los partidos revolucionarios deben ser capaces de proponer una alternativa política unitaria con total independencia de clase en las próximas elecciones legislativas. Es necesario y urgente construir un polo de revolucionarios. El NPA-Révolutionnaires estará a la iniciativa de esta alternativa.
Ante este gran giro político, es momento de movilizar nuestro campo social. En todas partes, es necesario discutir, debatir y organizarnos en nuestros lugares de estudio, de trabajo y en nuestros barrios. Para hacer frente a la extrema derecha y a quienes le allanan el camino, necesitamos la unidad más amplia posible de los trabajadores y los jóvenes en las calles, utilizando los métodos de nuestra clase: asambleas, huelgas, actos y manifestaciones.
Las direcciones sindicales tienen un papel importante en esta pelea. En el momento en que escribimos estas líneas, no ha habido ninguna convocatoria por parte de la dirección de la Intersindical. Ante un giro tan importante de la situación, necesitamos un llamado a la huelga general y al bloqueo del país, para librar la batalla en nuestro propio terreno, el de la lucha de clases, donde podemos hacer retroceder a la extrema derecha.
Otro contrapeso fundamental al resultado de las elecciones europeas son las manifestaciones de apoyo al pueblo palestino y al pueblo de Kanaky. Las últimas manifestaciones del sábado 8 de junio fueron masivas, y aunque la extrema derecha parece tener los votos, las calles expresaron su apoyo a los pueblos oprimidos, con una enorme presencia de jóvenes en las manifestaciones. Esta fuerza debe expresarse aún más masivamente en las calles, en apoyo a Palestina y contra el ascenso de la extrema derecha. Apoyamos todas las convocatorias de concentraciones y manifestaciones en este sentido.