
Las movilizaciones patronales comenzaron el día de ayer, lunes, con un «tractorazo» en la rotonda de Ceibos, Entre Ríos. Esta localidad fue un punto fuerte de las movilizaciones sojeras en el conflicto de 2008. Hoy martes se está realizando una manifestación similar en la provincia de Córdoba, desde la localidad de Altos Fierros hacia la Capital.
Se espera que en el día de hoy se reúna la Mesa de Enlace para definir nuevas medidas de alcance nacional. Los voceros del agro y los medios opositores ya comenzaron una campaña que pide «movilizaciones de alcance nacional» en la Capital Federal al tiempo que instaron a los diputados de la oposición (Juntos) a continuar las medidas anti – retenciones en el Congreso. Además, se lanzó al aire la posibilidad de un «paro agropecuario». De concretarse esa medida (que aún parece incierta), podríamos estar a las puertas de problemas como el desabastecimiento alimenticio en zonas específicas del país y, de más está decirlo, de un descontrol de precios aún mayor.
El fernandismo aparece cada día más débil mientras recibe golpes desde todos lados: inflación, internas, falta de divisas, alza de precios internacional. Y ahora deberá hacerle frente a los patrones del campo, un sector naturalmente poco afín al oficialismo.
Lágrimas de cocodrilo
Según las patronales agrarias, el objetivo de las protestas sería «expresar el malestar por el aumento de las retenciones a los sub productos de la soja, y reclamar por una baja de la presión impositiva, la unificación del tipo de cambio y frenar la intervención oficial en los mercados, que hoy está reflejada en las restricciones a la exportación de carne vacuna, maíz y trigo» (Infobae, 22/03). Dicho en criollo: las patronales del campo se niegan a que nadie le ponga límite alguno a sus ganancias.
Además, los campestres se quejan de «complejo el panorama en muchas zonas del país, como consecuencia de la sequía y los incendios, con pérdidas importantes en lo productivo y económico» (Infobae). Pero estas quejas de los agroexportadores son lágrimas de cocodrilo. Como señalamos desde estas mismas páginas hace algunos días, los patrones del agro se preparan para ganancias récord.
«Con la guerra en Ucrania, el trigo está en su máximo en casi una década, llegando a U$S 340 la tonelada. El maíz y la soja van por el mismo camino. El primero se vende a más de U$S 273 la tonelada, mientras que la última viene en una escalada imparable: superó los $615 dólares la tonelada, su valor más alto en una década».
Es mentira que los grandes agroexportadores estén perdiendo fruto de la suba de las retenciones. Con el aumento internacional de los precios, ganarán y mucho. Mientras tanto, los precios internacionales empujan los precios locales y hacen girar la interminable rueda de la inflación. En el último mes, los alimentos aumentaron un 8,8% en la Argentina (números del INDEC).
Mientras las patronales del agro presionan al gobierno para rascar algunos millones más, los trabajadores de a pie luchan día a día para comprar el pan y no caer bajo la línea de pobreza. Se estima que este año la pobreza alcanzará a por lo menos el 45% de la población argentina.
Sin embargo, con una suba de las retenciones de tan sólo el 2% no alcanzará para frenar la inflación en los alimentos básicos. Para eso, el gobierno debería confrontar directamente a las patronales agrarias e ir por un aumento sustancial de las retenciones. Pero ni Fernández ni Cristina parecen dispuestos a tomar ese camino.