Milei es pobreza

La mitad de los hogares argentinos no llega a fin de mes

El ajuste hizo más pobres a los trabajadores.

El Observatorio de la Deuda Social de la UCA reveló que la mitad de los hogares no llega a fin de mes. Todas las estadísticas de consumo y pobreza apuntan en la misma dirección. El indicador elaborado por la UCA es otro aporte a la misma conclusión: la economía mileísta es hambre y miseria.

El indicador de «estrés económico» es elaborado por Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA (ODSA-UCA). El mismo muestra que hay una autopercepción mayoritaria de empeoramiento de las condiciones materiales de vida en los hogares. A su vez, la cifra de familias que se perciben en esta situación avanza incluso más que la cifra oficial de pobreza.

Según la UCA, a fines de 2024 casi la mitad de los hogares argentinos, el 47%, estuvieron incluidos en el grupo de aquellos afectados por el «estrés económico». El indicador contempla una percepción subjetiva de los hogares, en la muestra se consulta a los hogares si el mes anterior pudieron ahorrar y si llegaron a fin de mes.

Ya hemos criticado el índice oficial de pobreza por su sesgo en cuanto a los porcentajes que ocupan en la canasta los servicios y alquileres, cuyos precios han subido por encima de la inflación. Es un delirio decir que hay menos pobres. Indicadores como el de estrés económico dan muestra de que esto esta lejos de ser una mera intuición, sino más bien una realidad objetiva: la gran mayoría de la población esta cada vez peor, más sumida en el hambre y la miseria.

Según ODSA, «la pobreza por ingresos no alcanza para medir lo que ocurre con los presupuestos y la realidad de los hogares. Es una medición medición indirecta que mide la privación monetaria. El estrés monetario es una medida más realista a la experiencia de los hogares, que asume un componente subjetivo».

Desde 2022 el porcentaje de hogares bajo «estrés económico» creció del 41,1% al 47% a fines 2024. En el mismo periodo la pobreza creció del 32,7% al 36,6%. La indigencia paso del 5,7% al 8,8%. Desde ODSA hablan de una reconfiguración en los diferentes estratos sociales, que lleva a la idea de que tras el ajuste inicial del mileísmo hubo una «recuperación económica que no llega a todos». En otras palabras, Milei operó un ajuste brutal y una redistribución regresiva de los ingresos. Esto ayuda a explicar la disparidad en el consumo: aumenta del de los artículos de lujo mientras retrocede o se estanca el de necesidades básicas.

El indicador de aumento del «estrés económico» dice algunas cosas que el índice de pobreza no puede decir. Una familia «tipo» trabajadora puede seguir siendo de «clase media» para los parámetros oficiales pero haberse empobrecido mucho de todas formas. Una familia pobre puede ser todavía aún más pobre y que el índice de pobreza no lo refleje. Así con millones de personas, que cada vez consumen menos pero para los números oficiales no son pobres, o no son tan pobres.

Además, desde el observatorio apuntan correctamente que este estrés económico se debe en parte a un cambio de precios relativos. Ahora los servicios públicos, el transporte, las prepagas, el combustible son un gasto mucho mayor para las familias trabajadoras. Además, aportan al estrés económico la compra de alimentos, el acceso a la salud (incluidos los medicamentos) y las condiciones laborales (estar en blanco).

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