El día de ayer por la mañana se realizó una concentración en las puertas del hospital, donde Julio combatió a la pandemia y murió por el abandono del gobierno de Larreta. Julio Gutiérrez, enfermero del Servicio de Pediatría del Hospital Durand. Tenía 52 años y era asmático. A pesar de haber solicitado la licencia por ser persona de riesgo, lo mantuvieron dos meses trabajando, hasta que ya fue demasiado tarde y se había contagiado.

Desde el inicio de la pandemia, los trabajadores de la salud reclaman que les faltan insumos, que vienen de mala calidad o vencidos, que el personal está expuesto, y sus familias y pacientes también. Mientras tanto, el Estado les da la espalda y los arroja a contener el virus con barbijos vencidos y sin siquiera alcohol en gel en los dispensers.

Por todo esto, se evidencia que la muerte de Julio Gutiérrez no es una tragedia, es un crimen con un responsable político que tiene nombre y apellido: Horacio Rodríguez Larreta. El mismo que cínicamente se acercó el viernes pasado al hospital para seguir aparentando lo que nos dicen en las cadenas nacionales: que tienen todo bajo control, que aprovecharon la cuarentena para «abastecer y preparar los sistemas de salud» .

Sin embargo, la realidad es distinta y la situación en los hospitales empeora. Los trabajadores de la salud se encuentran cada vez más superados, con las camas intensivas llegando al límite de su capacidad, con compañeros contagiados y en cuarentena, con compañeros a los que se les niega el hisopado. La muerte de Julio Gutiérrez se da en este escenario, donde Larreta tuvo que irse del hospital cuando los trabajadores lo increparon por las paupérrimas condiciones en las que se los obliga a trabajar.