
Alberto Fernández almorzó ayer en la Casa Rosada junto a algunos de los principales empresarios del país. A pesar de la crisis, el aumento de la pobreza y el castigo electoral al oficialismo, aun así Fernández les prometió más ajuste y les aseguró que el acuerdo con el Fondo será a principios de 2022.
Acompañado de Sergio Massa y «Wado» de Pedro, los trascendidos periodísticos informan que Fernández hizo especial hincapié en el acuerdo con el FMI. El otro tema que se destacó fue el pedido de los empresarios de avanzar con la flexibilización laboral.
El Presidente aseguró que el gobierno está trabajando para cerrar la negociación de la deuda con el Fondo a principios de 2022, y destacó que la totalidad de los sectores que conforman el Frente de Todos comparten la importancia de cerrar el acuerdo y la estrategia para llevarlo a cabo. Es decir, les llevó tranquilidad a los empresarios de que respecto al FMI no hay ninguna grieta entre albertistas y kirchneristas.
Eso explica, por otra parte, la presencia de Juan Manzur en Washington, en el diálogo que encabeza Martín Guzmán con Kristalina Georgieva. El jefe de gabinete, señalado por Cristina Fernández para ese cargo y de estrecha relación con los gobernadores del PJ, vendría a expresar esa voluntad unitaria del FDT de cerrar con el organismo.
Línea directa
Mientras la clase trabajadora se encuentra disciplinada por los sindicatos traidores, los empresarios tienen línea directa con el gobierno, quien recibe sus reclamos a la carta mientras comparten un plácido almuerzo.
Estuvieron presentes representantes de las principales empresas del país. El almuerzo reunió a Marcos Bulgheroni (Pan American Energy), Hugo Eurnekian (Corporación América), Marcelo Mindlin (Pampa Energía), Javier Madanes Quintanilla (Fate-Aluar), Jorge Brito (Banco macro), Juan Martín de la Serna (Mercado Libre) y Alejandro Simón (Grupo Sancor Seguros). Ninguna precisamente una Pyme.
Los capitalistas le reclamaron al gobierno su inquietud por la continuidad del decreto que prohíbe los despidos y la doble indemnización, vigentes desde la época de la cuarentena. Además, destacaron los «acuerdos sectoriales» que promueven la «creación de empleo». Se trató de una alusión a la reforma laboral de hecho en Toyota, que avanzó sobre los días de descanso de sus trabajadores. A los pocos días el Presidente haría un acto allí elogiando a la empresa como motor de la «reactivación».
Se trató del mismo discurso viejo y gastado de siempre: repitieron la cantinela de que las leyes laborales impiden las inversiones y el empleo, y exigieron más flexibilización. El gobierno, lejos de contradecirlos, les manifestó «tranquilidad» y les prometió que se tomarán medidas en el corto plazo.
Fue sintomático que en la reunión, que duró tres horas, no se tocó para nada el tema elecciones. Lo que muestra que la continuidad del ajuste no conoce de resultados. Cuando se trata de gobernar para los empresarios, hay cosas que ni la más dura derrota electoral puede cambiar.






