Así lo anunció el gobierno porteño en las últimas horas. Eugenio Burzaco, ministro de Seguridad y Justicia de CABA, dijo que se importarán 150 pistolas táser a partir de abril y se llegarán a manos de la Policía de la Ciudad «en junio o julio, cuando los policías estén entrenados y capacitados».

Según Burzaco, el uso de las táser va a «terminar con la dificultad» de la actuación policial frente a delincuentes que «atacan con cuchillos o facas». Las pistolas eléctricas estarán destinadas a «lugares donde haya aglomeraciones de personas como las estaciones de tren o del metro».

Se trata de un paso claro hacia el endurecimiento de la política represiva por parte del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta. Como Bullrich y Milei, el ahora Jefe de Gobierno porteño parece haber elegido a la «inseguridad» como uno de sus ejes de campaña.

En realidad, el uso de las táser no representa una política contra la delincuencia. Por el contrario, se trata de una mera medida represiva. Diversas organizaciones de DDHH ya dejaron en claro el peligro que conllevan estas armas. A pesar de ser presentadas como «seguras» y «no letales», hay registros de asesinatos perpetrados por personal policial mediante las táser en distintos países del mundo.

No menos grave resulta su potencial utilización como método de tortura. Muchos analistas señalan que las táser no son mucho más que picanas modernas, que pueden ser utitlizadas para infligir dolor físico sin dejar señales físicas apreciables para posteriores pericias judiciales.