El gobierno nacional comunicó oficialmente que canceló la compra de 14 millones de libros que estaban destinados a escuelas iniciales, primarias y secundarias de todo el país como parte del programa «Libros para Aprender».

La noticia trascendió pocos días después de que el gobierno efectivizara la compra de aviones F16 a potencias extranjeras por un monto cercano a los 600 millones de dólares. La compra fue escandalosa desde todo punto de vista, con motivos claramente diplomáticos y reaccionarios (hacer negocios militares con potencias occidentales) y cuestionada incluso en términos técnicos. Fue una estafa a la población sancionada por su propio gobierno. Parece que para la educación no hay plata, pero para los negocios militaristas y cipayos, sí. Y a montones

Tras declarar inicialmente que el programa continuaría, ahora Sandra Petovello (la reaccionaria y ultracheta comandante del Ministerio de Capital Humano) anunció su eliminación de facto. Como en tantos otros recortes, Petovello y sus secuaces plantearon problemas de transparencia en la gestión del programa.

Uno podría preguntarse qué problema de transparencia puede tener la compra de libros para educar a los niños del país. Pero a esta altura queda en evidencia que uno de los puntos centrales en el proyecto educativo (por llamarle de alguna manera) de Milei no es otra cosa que promover la ingorancia. 

Los ejemplos particulares ya son casi infinitos: el vaciamiento universitario, las leyes «contra el adoctrinamiento» que buscan perseguir políticamente a los docentes de forma inquisitorial, vaciar el CONICET y todas las instituciones de la cultura nacional, la quita del FONID a los docentes de todo el país, la reivindicación casi abierta de la última dictadura genocida que persiguió, torturó y desapareció a cientos de científicos y estudiantes universitarios y secundarios, junto a miles de trabajadores y activistas políticos.

Nada podría importarle tan poco a este gobierno como la educación de las futuras generaciones. Por el contrario, cuanto menos pueda gastarse en el tema, mejor para Milei. Y esto es así no sólo por la obsesión neoliberal del déficit y otras falacias económicas por el estilo, sino también por el marcado oscurantismo de la ultraderecha mileísta.

El proyecto histórico que propone Milei es convertir a millones de trabajadores del país en poco más que esclavos modernos sin ningún tipo de derecho laboral ni social, como si viviéramos en el siglo XIX. Y destruir toda posibilidad de formación educativa y cultural por parte de los sectores trabajadores es un punto fundamental de ese programa político.

El monstruo Benegas Lynch, hoy diputado por La Libertad Avanza, lo expresó abiertamente hace algunos días: «libertad» es que los chicos dejen el colegio para trabajar explotados en una fábrica.