FMI: un acuerdo de ajuste y sometimiento “virreinal”

El Nuevo MAS y Manuela Castañeira convocan a la reunión en Plaza Lezama y llaman a movilizar masivamente contra el acuerdo. Quienes dicen oponerse deben pasar de las palabras a los hechos.

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El gobierno lo anuncia como un triunfo. El gobierno está mintiendo: asume la deuda fraudulenta de Macri y no dice la verdad sobre el ajuste próximo.

Si tomáramos en serio a los medios oficialistas, se trataría del único acuerdo no nefasto de la historia del FMI, que por algún motivo estaría perdonando a la Argentina del 2022 como nunca hizo antes. Y sin embargo, debería llamar la atención ya a primera vista que el FMI no cedió nada: hasta los mil millones a pagar entre este viernes y el martes deberán girarse dólar sobre dólar.

“Quiero anunciarles que el Gobierno de la Argentina ha llegado a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional” comenzó en su discurso Alberto.

Es impresionante como algunos periodistas se pueden embelesar con espejos de colores y los venden con profunda convicción. Así le sucedió a Página 12 y la mayoría de los medios oficiales. Lo que llaman «las claves del nuevo acuerdo» con el Fondo son ninguna clave, ningún número, ni un paso concreto de qué se trataría; sí muchas promesas:

«No contempla restricciones que posterguen nuestro desarrollo»; «No restringe, no limita ni condiciona los derechos de nuestros jubilados»; «Promueve nuestra inversión en obra pública»; y un largo etcétera en el mismo tono.

Quienes no compran espejos de colores son los grandes capitalistas, que están comprando bonos. Los del último canje de deuda subieron un 11%, el «riesgo país» se desplomó y cayó debajo de los 1900 puntos… ¿Están contentos los buitres de la bolsa con un acuerdo que no es de ajuste después de mucho pedir ajuste?

¿El FMI estaría llegando por primera vez en su historia, haciendo una amable excepción, a un acuerdo de «crecimiento» y «sin ajuste»? ¿Cómo se pagan 44 mil millones de fraudulentos dólares sin «ajustar»?

Un acuerdo de ajuste

Uno de los puntos más sobresalientes, resaltado por el propio Ministro de relaciones con el FMI Martín Guzmán, son las metas de reducción del déficit fiscal: del 2,5% del PBI en 2022 al 0,9% en 2024. Por supuesto, este punto no incluye mayor recaudación tocando los bolsillos de los grandes empresarios (los que ganaron con esta deuda).

Estamos hablando nada menos que de un recorte de gastos del Estado de alrededor del 2,1% del PBI en cuatro años (2021-2024): nada menos que unos 2,5 billones de pesos a números actuales. Todo eso dejará de ir a escuelas, hospitales, gastos sociales, etc.

Pero aún hay más. El acuerdo establece llegar al 0% de asistencia del Banco Central al Tesoro en 2024. Para darse una idea de lo que esto significa, basta ver los números del 2021. El BCRA le giró al Tesoro el año pasado 1,7 billones de pesos sin contar los Derechos Especiales de giro del FMI. Se trata del viejo dogma neoliberal de la «independencia del Banco Central». Sus reservas podrían usarse nada más que para la compra venta de dólares en intercambios privados. El Estado pierde control de su política monetaria para entregarla al Fondo.

¿Cómo se lograría la reducción del déficit? Fortaleciendo «la recaudación tributaria atacando la evasión y el lavado«. Sólo se pueden esperar nuevos ingresos a partir de impuestos a los ricos ya existentes pero son sistemáticamente evadidos. Pero… ¿no es acaso ya ilegal el lavado y la evasión? El crimen que el Estado capitalista nunca pudo evitar, nunca logró sancionar, jamás pudo solucionar; estaría resuelto porque hay acuerdo con el FMI. Lo único que significa este palabrerío es que no habrá ni un solo impuesto nuevo a los ricos.

Respecto a la inflación, lo que harían es «atacar e factor productivo del problema: fomentar el crecimiento de las exportaciones que significan dólares». Las exportaciones que ya generan dólares son las del sector agropecuario y poco más (como el automotriz). Esto no puede no significar más y mejores beneficios a los que ya tienen todos: los grandes pooles de siembra y propietarios de tierras seguirán de fiesta en fiesta como hasta ahora.

Hay algo no nombrado ni en la letra chica: la política de explotación petrolera (como la del Mar Argentino) es, justamente, «exportación que significa dólares». Las empresas extractivistas pueden saquear sin dificultades porque así se evitaría la inflación.

Además, ese «fomento» es a los sectores que ya generan dólares. Nada de impulsar la creación o desarrollo de nuevas ramas de la producción capaces de exportar y competir en el mercado mundial. El lugar subordinado y subdesarrollado de Argentina en el mundo es hoy una promesa de campaña del albertismo y el FMI.

Respecto al «rol del Estado», el suyo sería «generar expectativas de consumo» y «mantener los acuerdos de precios». Es curioso encontrar jerga keynesiana en un programa clásico neoliberal noventista. En los últimos años ya hemos visto sobradamente en Argentina cuan exitosos son los acuerdos de precios. A lo sumo logran un peso o dos menos en los aumentos de precios, pero no contienen la inflación.

Y las «expectativas de consumo» son buenas intenciones keynesianas: los capitalistas harían bien las cosas si se les dan garantías de que la gente va a comprar. Pero los empresarios buscan ganancias y nada más que ganancias. No es cierto que el «consumo» sea el motor fundamental de las inversiones capitalistas. Pueden ganar más produciendo lo mismo o menos.

Sostienen que no habrá «saltos cambiarios». Es una promesa de devaluaciones controladas, lo que depende también de evitar toda corrida contra el peso; lo que solo pueden lograr acatando sin falta cada punto del acuerdo… y del ajuste.

Prometen, finalmente, que no habrá ninguna reforma previsional ni laboral. Respecto a las jubilaciones, la trampa es obvia: la reforma de ajuste ya se hizo.

La promesa de que no habrá ninguna «reforma laboral» esconde una trampa. En principio, significa que no habrá ninguna nueva legislación. Pero el oficialismo, a través de la CGT, viene impulsando reformas laborales por sector sin ninguna necesidad de una nueva ley. Así fue en Toyota, donde la burocracia del SMATA y la multinacional impusieron nuevas condiciones de trabajo de más y mejor explotación.

El Nuevo MAS y Manuela Castañeira convocan a la reunión en Plaza Lezama y llaman a movilizar masivamente contra el acuerdo. Quienes dicen oponerse deben pasar de las palabras a los hechos.

 

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