Imperialismo en el siglo XXI

Trump despliega buques en el Caribe, comete actos de terrorismo de Estado y amenaza a Venezuela 

Ante las amenazas militares de la Casa Blanca, nos colocamos del lado del pueblo venezolano en la defensa de su soberanía nacional. Esto lo hacemos sin brindar ningún apoyo político al gobierno autoritario y burgués de Maduro, al mismo tiempo que denunciamos a la oposición burguesa pro-imperialista que apoyan una posible intervención militar estadounidense. Asimismo, repudiamos los actos de terrorismo de Estado de Trump, que bombardeó una lancha y asesinó a once de sus tripulantes, a los cuales acusó de ser "narcoterroristas".

Este martes (2), el presidente norteamericano anunció que el ejército estadounidense abatió una lancha donde viajaban once supuestos “narcoterroristas” en aguas internacionales del mar Caribe. Según la versión que ofreció en la conferencia de prensa, la nave supuestamente partió de Venezuela con un cargamento de drogas en dirección para los Estados Unidos.

Lo anterior constituye un acto de terrorismo de Estado, que se asemeja al accionar de Netanyahu en Medio Oriente. Sin ofrecer ningún tipo de prueba que confirme sus versiones, Trump se arroga el derecho de bombardear a quien quiera.

Bajo ninguna circunstancia se justifica que las fuerzas armadas estadounidenses ataquen una lancha y asesinen impunemente a once personas. En caso de que efectivamente se tratara de una embarcación con drogas, pudieron haberlos detenido y procesado judicialmente.

Por el contrario, Trump optó por hacer una demostración de su poderío militar y, de paso, erguirse como un “juez” con mandato sobre la vida de sus “vasallos” en la región que considera su patio trasero.

En sus redes sociales, el mandatario indicó que “el ataque ocurrió mientras los terroristas se encontraban en aguas internacionales transportando narcóticos ilegales con destino a Estados Unidos. El ataque terminó en la muerte de 11 terroristas en combate. Y ningún miembro de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos resultó herido. Por favor, que esto sirva de aviso a cualquiera que esté considerando importar drogas a Estados Unidos. ¡CUIDADO!”.

Esta acción terrorista es parte de la “guerra contra las drogas” de la administración estadounidense, la cual hace unas semanas experimentó un salto en calidad con el despliegue militar que ordenó la Casa Blanca en el mar Caribe.

El control territorial trumpista y la nueva guerra contra las drogas

El pasado 8 de agosto, el New York Times publicó un reportaje sobre una directriz secreta, emitida por Trump y dirigida al Pentágono, para “combatir” a los cárteles de drogas a través del despliegue de militares estadounidenses en el Caribe, amenazando a países como Venezuela y México.

Este despliegue constituye una bravuconada imperialista, que recuerda la lógica de la Casa Blanca de ver a Latinoamérica como su patio trasero. Este rasgo se acentuó particularmente en la segunda administración de Trump; por ejemplo, meses atrás amenazó con retomar por la fuerza el Canal de Panamá para detener el avance económico de China en la región.

En esta ocasión, el presidente estadounidense intenta aprovechar la desacreditación del gobierno de Maduro y su régimen autoritario para imponer sus intereses.

Como parte de las acciones, el gobierno estadounidense duplicó a $50 millones de dólares la recompensa que ofrece por información que permita capturar a Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, bajo la acusación de mantener vínculos con los cárteles de Los Soles, el Tren de Aragua y de Sinaloa. Este es el mayor monto ofrecido por el gobierno estadounidense para una recompensa, el cual duplica lo ofrecido en su momento por la captura de Osama Bin Laden, ex-dirigente de Al-Qaeda.

Según el gobierno estadounidense, a Nicolás Maduro le confiscaron más de $700 millones en activos como aviones, viviendas, joyas y dinero. Sumado a eso, la DEA (Administración para el control de Drogas) asegura que incautó unas 30 toneladas de cocaína vinculadas al presidente venezolano.

Este despliegue militar y la cruzada particular contra Maduro, ocurre luego de que en febrero la administración estadounidense declarara como organizaciones terroristas extranjeras a los grupos criminales de México, Venezuela y El Salvador.

A las intimidaciones contra Maduro, se le suma la presión hacia el gobierno mexicano de Sheinbaum, mediante la amenaza de subir las tarifas arancelarias. Además, en lo que llevamos del año, México entregó a la justicia estadounidense a 55 líderes del narcotráfico, se desplegaron tropas de la Guardia Nacional mexicana en la frontera norte y Estados Unidos intensificó los vuelos secretos de drones sobre territorio mexicano para rastrear laboratorios de producción de fentanilo.

Junto con esto, el accionar de Trump rememora lo que hicieron los gobiernos de Nixon y Reagan en las décadas del 70 y 80. Ambos ex presidentes impulsaron la “guerra contra las drogas” que, a nivel internacional, implicó una mayor intromisión estadounidense en varios países de la región, como México o Colombia; una estrategia que no resolvió el problema del narcotráfico y, por el contrario, aumentó la violencia de los carteles a nivel regional.

El despliegue en el Caribe: el “hard power” del imperialismo sobre la región latinoamericana 

La geopolítica del trumpismo refleja un retorno a la lógica de la territorialización imperialista con áreas de influencia, la cual se contrapone al consenso neoliberal del libre comercio sin restricciones y desterritorializado. Es decir, implica el retorno del Estado y del imperio de la política sobre la economía. Es una táctica ofensiva de un imperialismo en retroceso, con la cual busca un reordenamiento político, geopolítico y económico (ver La guerra comercial y la disputa por la hegemonía imperialista).

Esta provocación imperialista de Trump para controlar el Caribe como su zona de influencia, son una expresión más de la geopolítica del trumpismo. El imperialismo estadounidense no realiza un despliegue militar de tales magnitudes desde la invasión a Panamá en 1989. En aquel momento, se desplegaron más de 26 mil soldados y se bombardearon centros poblacionales y bases militares en Panamá, con  la finalidad de deponer al dictador Manuel Antonio Noriega.

Para esta ocasión, además, la operación está bajo la dirección del Comando Sur e implica el despliegue del siguiente arsenal de alta tecnología:

  1. El buque anfibio USS San Antonio, que transporta a la 22° Unidad Expedicionaria de Marines con 4.000 efectivos entrenados en maniobras acuáticas, aéreas y terrestres.
  2. El buque de asalto anfibio USS Iwo Jima, considerado un portaaviones en miniatura.
  3. Tres buques destructores: USS Gravely, USS Jason y USS Sampson, con un sistema Aegis de radares de alta potencia para búsqueda, seguimiento y guiado de misiles con capacidad para rastrear más de 100 objetivos.
  4. Aviones Poseidón P-8 con sensores de alta tecnología y con capacidad para lanzar torpedos y misiles antisubmarinos.
  5. Un submarino nuclear que puede permanecer sumergido durante meses.

Todo este despliegue demuestra la forma en que Trump utiliza el “hard power” para hacer valer los intereses del imperialismo estadounidense en la región.

En respuesta a las amenazas militares que ordenó la Casa Blanca, el gobierno venezolano llamó a los 4 millones de efectivos de la Milicia Nacional Bolivariana, creada por el gobierno de Hugo Chávez en 2007, como parte de la reforma a las fuerzas armadas. Bajo la administración de Maduro esta milicia tuvo un fuerte crecimiento, formando parte de la estructura política del Estado y del partido de gobierno, y tiene entre sus funciones actuar contra una agresión extranjera y contra la oposición interna.

Tal como se señaló en una nota anterior, el régimen chavista se encuentra muy deslegitimado, pues pasó de ser un nacionalismo burgués que otorgó ciertas reformas y que gobernaba apoyándose en los mecanismos plebiscitario, a degradarse hasta transformarse en un régimen autoritario que sumió al país en una profunda crisis social.

Repudiamos el despliegue militar y las amenazas del imperialismo estadounidense contra Venezuela. Nos colocamos del lado del pueblo venezolano en la defensa de su soberanía nacional y el derecho a autodeterminarse. Esto lo hacemos sin brindar ningún apoyo político al gobierno autoritario y burgués de Maduro, al mismo tiempo que denunciamos a la oposición burguesa pro-imperialista que apoyan una posible intervención militar estadounidense.

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