El multimillonario Jeff Bezos se casa. Usualmente, este tipo de noticias son exclusivas de la prensa rosa que cubre el vacuo mundo del “jet set”. Pero, en esta oportunidad, el anuncio de bodas se transformó en un tema de debate político.
Lo anterior se debe a que el magnate “alquiló” Venecia para realizar su boda y fiesta de celebración. Vale la pena recordar que se trata de una ciudad real, donde residen seres humanos, pero que se está transformando en un “salón de fiestas” al servicio del magnate estadounidense.
Esto dio paso a la conformación de un movimiento de protesta contra la boda, protagonizado principalmente por los vecinos que aún resiste el embate del turismo de masas. Su preocupación es que el lugar se torne inhabitable durante el tiempo que dure la suntuosa celebración de Bezos.
Tommaso Caacciario, representante del movimiento “No space for Bezos” (Sin lugar para Bezos), denunció “el uso de Venecia como si fuera una sala de baile privada, más que una ciudad real con sus habitantes, su fragilidad y sus problemas”.
Según algunas estimaciones, la celebración del magnate costará entre 20 y 30 millones de euros (entre 23 y 34 millones de dólares), extraídos de la explotación cotidiana a que son sometidos los miles de trabajadores y trabajadoras de Amazon en el mundo.
Junto con esto, organizaciones ambientalistas como Greenpeace se sumaron a la denuncia del evento, por la elevada huella de carbono que generará. Al menos 95 aviones privados pidieron permiso para aterrizar en el aeropuerto local, a lo cual se sumará el arribo de otra enorme cantidad de yates de las celebridades.
Todo esto es una muestra más del mundo paralelo en que habita la burguesía. Mientras el capitalismo del siglo XXI provoca precarización laboral para cientos de millones de trabajadores y destruye la naturaleza de forma voraz, un puñado de explotadores derrocha sus fortunas en eventos triviales y sin importarles un carajo la vida del resto de seres humanos. En suma, ¡el capitalismo no va más!
