Un cachetazo al gobierno

Después de la Marcha del Orgullo Antifascista y Antirracista.

“Si bien Estados Unidos tardó décadas en acumular poder blando, el presidente Donald Trump parece decidido a destruirlo en cuestión de semanas. Basta observar la guerra comercial que lanzó este fin de semana contra México y Canadá –antes de poner en pausa los aranceles durante un mes–, el congelamiento que impuso a los programas de ayuda para países extranjeros y la desalmada decisión que acaba de tomar y que podría enviar de regreso a Venezuela a miles de refugiados que escaparon de la dictadura marxista de Nicolás Maduro. Cada una de esas medidas es un clavo más en el ataúd del poder blando de Estados Unidos”. (Max Boot, La Nación, 4/2/25)

El sábado pasado, una inmensa movilización copó las plazas del país. Fue una primera demostración de fuerzas contra un Milei hipertrumpista, que si bien trató en el último momento de bajarle la espuma, fue incapaz de mediar la ola que ya estaba desatada. Cientos de miles se movilizaron en diversos puntos para pronunciarse contra el ataque a los derechos de las diversidades, pero también contra el carácter de un gobierno fuertemente antiobrero y antipopular.

El año político en la Argentina comienza con un golpe a la agenda reaccionaria del gobierno -que apostamos a que se desarrolle para que no se convierta en un año puramente electoral-, en el marco de una segunda presidencia de Trump que ya está metiendo presión sobre los más variados ámbitos de la política y la economía internacionales.

Los primeros quince días de gobierno trumpista empiezan a dejar sus señales por el mundo. El inicio de la guerra comercial (ahora mediatizada por un mes con Canadá y México, no así con China), la política migratoria, y las declaraciones sobre que Estados Unidos se haría cargo de la Franja de Gaza, sacuden todos los días la geopolítica y los mercados internacionales.

Como método de su agitación ultraderechista, Trump golpea para luego negociar. Así es de momento con la suspensión por un mes de los aranceles a Canadá y México a cambio de que militaricen las fronteras contra el narco y la migración. En relación a su idea de apoderarse de Gaza, su secretaria de prensa salió a aclarar que EEUU no quiere quedarse con la Franja, ni desembarcará tropas, ni pondrá plata para la reconstrucción…

En ese mecanismo de “inclinar la vara” para ganar terreno, hay que lograr distinguir los dichos de los hechos, para descartar una ubicación impresionista, que no lo subestime pero tampoco lo sobreestime.

Por ahora, su lógica parece la de “cuidar su hinterland” para hacer frente a las presiones imperialistas-territoriales de China y Rusia (en el caso de Taiwán y Ucrania) de manera rústica y empírica, lanzando bravuconadas que lo ubiquen en una mejor posición para negociar.

Sin  embargo, el lanzamiento de la guerra comercial (que ya fue respondido con aranceles por parte de China, aunque de manera limitada) dejó marcas inmediatas: apreciación del dólar, devaluación de los países emergentes, huida de las inversiones a activos seguros, posible caída de los precio de las commodities, etc.

Para Argentina estas no son buenas noticias. Una mayor inestabilidad global deja de por sí a los países dependientes más expuestos a los shocks externos. Sumemos a esto que las mayores tendencias “proteccionistas”, como las que esboza Trump, encuentran a Argentina a contramano, en pleno proceso de liberalización de su economía.

Sobre este trasfondo, el gobierno intenta retomar la agenda reaccionaria luego de la movilización del sábado 1. Siguiendo a Trump, ha decidido retirar al país de la Organización Mundial de la Salud, analiza hacer lo mismo en relación al Acuerdo de París sobre el cambio climático, y ha prohibido el tratamiento de cambio de género para menores de 18 años y limitado la cobertura para mayores.

Pero más estructuralmente, hay tres carriles con elementos de crisis, que todavía no logran hacer síntesis, pero dan condimentos de un año que podría ser distinto en relación a 2024: un carril económico, otro social y el político.

Desde el punto de vista económico, y más allá de las vulgaridades mileístas de haber “acomodado la macro”, lo cierto es que se encienden señales de alerta. Lo que hay hoy es una economía con cepo, un Banco Central sin reservas y un tipo de cambio (cada vez más) atrasado.

El gobierno “anota” el poroto de haber reducido la inflación (partiendo de un piso altísimo, y aún con valores por encima de cualquier país latinoamericano). Una de las principales herramientas fue mantener el atraso cambiario: sostener artificialmente bajo el valor del dólar. Su apuesta es defenderlo, con más razón en un año electoral, donde la baja de la inflación será una de sus banderas principales.

Esta política económica, completamente a contramano del mundo (las principales economías emergentes vienen devaluando hace meses para no perder competitividad), genera una economía ridículamente cara en dólares.

El esquema del dólar artificialmente barato pudo sostenerse el año pasado porque la balanza comercial del 2024 fue superavitaria debido a varios factores: un repunte exportaciones luego de la sequía de 2023, pero también una caída del 25% de las importaciones (debido a la recesión), sumado a la devaluación de diciembre y el diferimiento de pagos de importaciones que venían del periodo 2022-23 (alrededor de 57 mil millones de dólares). Las perspectivas para este año son bastante menos alentadoras.

El gobierno apuesta a un crecimiento del 5% del PBI para este año. De ser esto así (lo cual depende de muchos factores, siendo una central la inestabilidad internacional) la presión sobre las importaciones tenderá a crecer. La reactivación económica necesita de insumos importados, a los que hay que agregar el saldo turístico (que en primer mes del año dio deficitario por 900 millones de dólares), la mayor apertura comercial, la desregulación, la baja de aranceles y apreciación cambiaria.

Mientras tanto las reservas netas del BCRA se encuentran en rojo por entre los 7.000 y 11.000 millones de dólares, y se estiman pagos de deuda externa por 17.000 millones (4700 solamente en julio).

Conclusión: van a faltar dólares.

La precariedad de este armado, conduce de cabeza a las negociaciones con el FMI para que le tire una soga. Sin embargo, una cosa es que el FMI preste plata, incluso porque necesita cobrar su deuda; y otra muy distinta es que quiera ser parte de un desaguisado que nadie sabe muy bien dónde puede terminar. Los montos, las cláusulas, y las imposiciones son un juego delicado.

Desde este punto de vista, la economía argentina es una estantería que se tambalea demasiado para los vientos que corren en el mundo.

Por otro lado, el superávit fiscal que tanto proclama el gobierno (primario del 1,8%, y financiero del 0.3%), se realizó centralmente sobre el recorte de un tercio del gasto público. La mayor parte de ese ajuste se explica por jubilaciones (20%), obra pública (15%), transferencias a las provincias (12%), programas sociales (10%), salarios estatales (9%), universidades (5%)[1].

Es un “superávit” que se consigue tocando fibras sensibles: jubilaciones, salarios, empleos y educación pública.

El gobierno señala que en su primer año, los salarios pasaron de 500 dólares a 1200. Sin embargo esto es engañoso, porque la relación salarios/bienes, o el poder adquisitivo real, retrocedió en relación a épocas anteriores. Por un lado, el salario promedio del periodo 2015-24 aumentó nominalmente un 8000% en pesos, pero la inflación acumulada  fue de 10.927%, dando por resultado una caída del 26,5%.

En relación al gobierno de Milei, la caída salarial es generalizada, aunque heterogénea. Recordemos que el gobierno inauguró su mandato con una devaluación del 118% que pulverizó el poder adquisitivo. En el sector de trabajadores registrados se logró recomponer en algunas ramas, vía paritarias, aún con la complicidad de la burocracia sindical para que no haya una recomposición salarial de conjunto. En relación al salario estatal, la muestra de noviembre 2023-septiembre 2024 muestra una caída interanual de 23,1%, y en el caso de los informales, del 30%.

Aunque hubo una caída de la inflación (partiendo del 211% en 2023, de lo cual un 25% de diciembre corresponde a Milei), el índice de 2024 fue de 117,8%, es un dato engañoso, dado que si bien la inflación retrocede en algunos rubros básicos como alimentación, bebidas, indumentaria y calzados; al haber una mayor corrección sobre precios regulados tales como energía eléctrica, gas, agua, transporte público, servicios privados vinculados a educación salud y comunicación, se orienta una parte cada vez mayor del consumo a estos último ítems.

El empleo también se vio afectado: se destruyeron alrededor de 200 mil puestos de trabajo durante el año pasado. Según los especialistas, estos números no se trasladan al índice de desocupación, ya que rápidamente migran a la informalidad de trabajo por aplicaciones, ocultándose.

Esto se traduce en índices de consumo críticos: la leche se desplomó 9,1% en relación a 2023, la carne vacuna tocó su segundo piso más bajo desde que existen registros (1914) cayendo un 8%, y la yerba registró un 9.2%.

De conjunto, se verifica una inmensa transferencia de ingresos de los sectores asalariados a los grandes ganadores de la economía en 2024: la minería, la agricultura y la ganadería, y las finanzas, indicando qué tipo de país planea Milei.

Esto repercute sobre un segundo elemento que empezó a manifestarse con mayor claridad en estas semanas: una tendencia a un creciente deterioro y barbarie social.

El asesinato del joven repartidor Lucas Aguilar en Moreno por parte de un lumpen en el marco de un robo callejero pone al descubierto la guerra de todos contra todos que afecta a los trabajadores, la cual fue respondida con represión y detenciones por parte del gobierno de Mariel Fernández y Kicillof (ver declaración del SiTraRepA: “El asesinato de Lucas Aguilar: un Estado que garantiza las ganancias de los empresarios con represión”).

Del mismo modo, el asesinato de dos adolescentes en Bosques, en circunstancias poco claras, generó una reacción inmediata de los vecinos que se movilizaron a la Comisaria y la Fiscalía, exigiendo justicia y que se termine con las zonas liberadas por la policía.

Mientras el gobierno nacional agita el discurso de “inseguridad” que recorrería el Gran Buenos Aires, le quita el cuerpo a que el deterioro de la situación social es, en primer lugar, su responsabilidad.

El combo de desocupación, precarización laboral y caída salarial, sumado a los cortes de luz por falta de inversiones, la carencia de servicios de calidad elementales como el transporte, etc., la falta de respuesta más básica por parte de cualquier instancia del Estado, generan un clima de crispación social de efectos todavía  indeterminados.

De conjunto, se comienzan a apreciar elementos de creciente descontento social, que podría preanunciar que el 2025 puede ser distinto al año anterior.

Frente a la extrema derecha y la traición del peronismo: organización y lucha en las calles

En este marco, un tercer elemento es la incipiente crisis política que se abrió a partir de las declaraciones de Milei en Davos.

El gobierno oficia de aprendiz de brujo intentando romper una determinada serie de consensos en la sociedad: centralmente, un conjunto de derechos sociales y democráticos conquistados a través de décadas de luchas. Ese intento de cruzar “líneas rojas”, en este caso en relación a la comunidad LGBTQI+, fue respondido en la calle.

Es evidente que el gobierno estuvo algunos días a la defensiva. Ante la masividad de la movilización, no pudo imponer el Protocolo Antiprotesta, dejando la calle al “cuidado” de la Policía de la Ciudad.

La movilización agrupó multitudes en variados puntos del país, constituyendo objetivamente una movilización unitaria de centenares de miles contra los discursos de odio, pero también por los salarios, por las jubilaciones, por la bronca que se comienza a acumular. Su repercusión fue internacional: hubo concentraciones en Berlín, Roma, París, Barcelona, Madrid, Londres, Lisboa y Ámsterdam. También se convocaron en Santiago de Chile, Río de Janeiro, São Paulo, Florianópolis, Montevideo, Nueva York y Ciudad de México.

Globalmente, los observadores internacionales la ubican como parte de las masivas movilizaciones de los migrantes contra Trump (“Día sin inmigrantes”) en Estados Unidos y contra la AfD en Alemania, elementos que dan cuenta de la polarización que recorre el mundo y la reacción contra los ataques de la ultraderecha.

La potencialidad de la movilización, sin embargo, fue obturada en parte por la dirección peronista de Marta Dillon, quien se jugó para que no hubiera palco, ni documento, ni continuidad. La masividad no pudo expresarse en un programa ni una consigna que unificara al conjunto, dando elementos de oposición social más que política.

Esto explica el parte la nueva ofensiva de Milei en estos días, ya que en la política no hay vacío.

Contra la mistificación de la supuesta fortaleza que posee el gobierno de Milei para aplicar su plan, lo cierto es que esta es derivada de la gobernabilidad que le otorga el peronismo, la CGT, CFK, y en este caso, también Dillon y su cohorte de desclasados.

Desde el Nuevo MAS y Las Rojas, apoyándonos en el inmenso repudio social ante las declaraciones de Milei, empujamos para que se haga la marcha de manera urgente. Seguiremos batallando en cada ámbito para que este canal de lucha que se abrió, se desarrolle en todo su potencial ante los nuevos ataques.

La actitud del peronismo, empalma con el resto del arco político (desde el gobierno hasta el FITU), que pretenden ir a paso firme a las elecciones. Quisieran que la Marcha del Orgullo Antifascista y Antirracista quede en el recuerdo, y ajustar las expectativas alrededor del calendario electoral, que probablemente ocupe gran parte del año, dado que al ser legislativas, muchas provincias ya están desdoblando las fechas de acuerdo a los intereses de los gobernadores.

En ese sentido, el día de ayer se aprobó en Diputados el proyecto de ley para la suspensión de las PASO durante este año. Las PASO son un mecanismo proscriptivo creado en 2009 para dejar fuera de las elecciones a sectores del arco político, en particular a la izquierda. Siendo un proyecto de 5 artículos cuyo único punto es la suspensión de las PASO, el FITU votó en contra. Repetimos: no se trataba ni de la ley de partidos políticos, ni el financiamiento, ni de ningún mecanismo que impusiera mayores restricciones. Sin embargo, el FITU se opuso con una argumentación engañosa. Confirma lo que venimos diciendo hace años: el FITU (en particular el PTS) son los grandes custodios de este mecanismo antidemocrático que impide la representación de todas las fuerzas políticas. Es un comportamiento sin principios, atado solamente a la conveniencia de adueñarse de los votos del Nuevo MAS y Manuela Castañeira en las elecciones generales. Les advertimos: la conducta instrumental, reñida de las posiciones políticas honestas, es un tobogán hacia el oportunismo político.

De esta manera, mientras el peronismo y la CGT utilizan su peso en las direcciones de las organizaciones de masas para evitar que el descontento emerja, el FITU, en una creciente adaptación electoral, oficia de pata izquierda. No tiene otra explicación que se hayan negado a que demos una pelea de conjunto por la dirección de la Marcha del Orgullo.

Lo cierto es que el intento de pasivizar el descontento social solo le hace el juego a Milei. Recordemos que durante el 2023, la derechización que dio por resultado la presidencia de Milei se operó durante la propia campaña electoral, con la complicidad del régimen político.

Pero este comienzo de año demuestra que hay fuerzas para explotar, y en ese marco la izquierda tiene dos tareas combinadas. Por un lado, una orientación de impulso y desarrollo de todas las luchas en curso. Es necesario que los trabajadores y todos los sectores afectados por las políticas del gobierno demos una respuesta a la altura de la circunstancias. Apoyando las luchas como la del Hospital Bonaparte o Linde-Praxair (que en estos momentos se encuentran de paro y acampe), para desbordar a la burocracia sindical.

Por el otro lado, presentar una alternativa de independencia de clase en el terreno electoral, contra la extrema derecha de Milei y la traición del peronismo.

Por nuestra parte, mientras desarrollamos la campaña contra las amenazas de muerte a nuestro compañero dirigente de la juventud del ¡Ya Basta! Matias Brito, nos preparamos para el V Campamento Anticapitalista y Antifascista Internacional los días 1, 2 y 3 de marzo. Es un evento de preparación política e ideológica para las batallas que se vienen. Es anticapitalista, porque en un mundo de crisis, guerra, reacción, barbarie y revolución, necesitamos poner en pie una alternativa que supere a este sistema de explotación y opresión. Es antifascista, porque ante los monstruos de extrema derecha como Trump y Milei, debemos apelar a la mas amplia movilización para derrotarlos en las calles. Un antifascismo que es de lucha en las calles, no el del “frente popular” electoral del kirchnerismo y Jacobin Lat. Y es internacional porque cuenta con la participación de delegaciones de Francia, Brasil, Costa Rica, Estados Unidos, etc., compañeros que se encuentran en la primera línea de las luchas en cada uno de sus países.

Con esta iniciativa apuntamos a seguir construyendo el Nuevo MAS y la Corriente Socialismo o Barbarie como una fuerza de la izquierda revolucionaria frente a los inmensos desafíos que el mundo actual nos plantea.


[1] Infobae 11/1

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