Lo cierto es que no era una manifestación unívoca, con una consigna unificada y organizada en torno a puntos políticos en común. Los principales reclamos que se repetían en los carteles y pancartas de vecinos y trabajadores fueron «Justicia por Lucas Aguilar», «Los derechos humanos no existen en Moreno» y «Moreno dice basta», entre otras. Fue una reacción legítima y necesaria frente a una oleada de 12 homicidios en lo que va del 2025 en el municipio del oeste, lo que expresa la miseria social que estamos viviendo.
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El caso de Lucas es ciertamente desgarrador y da cuenta de la barbarie en la que nos hallamos inmersos como trabajadores, asaltados por todos los costados. Primer flanco, las empresas de reparto por aplicación, con regímenes antiderechos y asesinos. Solo los ritmos del trabajo a destajo han asesinado a muchos compañeros. Luego, los hechos de inseguridad brutal en esta guerra del todos contra todos, que llevaron al asesinato de Lucas. Los trabajadores y los solidarios son víctimas recurrentes aquí. Las zonas de reparto peligrosas y la inseguridad en general le han costado las herramientas de sustento a muchos, y a algunos la vida. Lo sabía Lucas cuando denunciaba esta situación, poco antes de su trágico asesinato. Y, finalmente, el Estado y sus políticos tradicionales. Un Estado ultracapitalista, de los ricos, que se beneficia de la explotación y de la barbarie que genera la guerra del todos contra todos. Es más conveniente para los de arriba que nos matemos entre los de abajo, antes que identificar a los verdaderos responsables de la realidad en la que vivimos.
Los municipios del AMBA se benefician de una mano de obra extremadamente barata, numerosa e hiperexplotada para activar el consumo de los centros comerciales del municipio. Bien sabido es que los trabajadores de PedidosYa, Rappi, Uber, etc; dinamizamos las economías locales. Movemos el comercio de los centros, somos necesarios para aumentar el consumo, la facturación y la recaudación impositiva que provee de recursos a los municipios. Es decir, somos prescindibles e indispensables a la vez. Como en la pandemia, cuando para el Estado éramos trabajadores esenciales sin barbijos, alcohol en gel o siquiera baños y agua. Somos carne de cañón de la economía y, en todo caso, privados del derecho a la protesta cuando nos matan los delincuentes o los ritmos de trabajo.
Esto último, el Estado municipal ya lo demostró hace pocos días, utilizando fuerzas policiales de la provincia para reprimir a los trabajadores más desamparados, los jóvenes repartidores de la economía precarizada. Los que se encuentran como trabajando en negro en materia de derechos, pero para una multinacional millonaria, sometidos a impuestos durísimos, obligados a cargar con todos los costos del trabajo, expuestos a los mayores riesgos y sin posibilidad de defender legalmente sus derechos como trabajadores. Según Rappi, PedidosYa y otras, somos “colaboradores” y obtenemos, no un sueldo, sino “ganancias”. En ese mismo régimen de uberización laboral, del trabajo a destajo por algoritmo, no es reconocida la relación laboral y por tanto no hay quien reclamar por las condiciones de trabajo.
Este Estado ultracapitalista, que responde a los intereses de los ricos y las multinacionales precarizadoras, no es amigo de los trabajadores. No existe voluntad de protegernos de las empresas hambreadoras y tampoco existe voluntad por desarmar las tramas de corrupción, complicidad y miseria que hacen de Moreno “tierra de nadie”. El mundo delictivo del narco-empresariado, inseparable del robo en el AMBA, mueve mucho dinero. Evidentemente, el poder prefiere una tajada antes que erradicarlo, puesto que de este depende. Esto sería todavía más alevoso de confirmarse la autenticidad de los audios filtrados recientemente, supuestamente pertenecientes a Mariel Fernandez, intendente de Moreno. En dichos audios se escucha “Arreglen con los transas, con los narcos (…) Después esos favores se devuelven.”
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La burocracia estatal tiene su interés propio en que esta situación siga como está, ellos son tanto más poderosos cuanto peor y más reducida se halla la población. Antes que combatir la miseria, o siquiera de optar por la opción tradicional de hacer un show en donde se “caza” al delincuente con motivos de propaganda (y solo eso), el Estado opta por la represión pura y dura. Represión hacia los trabajadores que reclamamos por nuestro derecho a trabajar de manera segura. La intendente, Mariel Fernández, utiliza regimientos antidisturbios, cuadrillas de motos de alta cilindrada -¡Con escopetas incluidas!- y la complicidad política del gobierno de Axel Kicillof, para acallar la protesta. Todo un regimiento armado para… trabajadores precarizados y vecinos de Moreno. Irónicamente, Kicillof y Fernandez se excusan en la falta de presupuesto en seguridad para legitimar la inacción de la policía a la hora de proteger a los trabajadores. Resulta evidente, que este no es el fin de las fuerzas del orden y que, la realidad le ha jugado una mala pasada al kirchnerismo en año electoral, no se explica sino la brutal represión.
Conviene repreguntar entonces ¿Dónde estaban los repartidores de Moreno? o mejor dicho ¿Por qué no estaban allí protestando? Los repartidores tenían miedo, miedo a un Estado que ya no puede, o no quiere, enmendar de manera “amigable” el conflicto que subyace a toda la sociedad. Ese conflicto entre los que trabajan y los que viven de explotar y masacrar a la clase obrera . Los repartidores tenían miedo a un Estado y a políticos que parecen decir “Si hay miseria que no se note en las redes, es año electoral. No se quejen, que hay palo, gas y bala para ustedes.” Los 17 repartidores, se decía por lo bajo, habían sido amenazados por la municipalidad. Sometidos por la policía a palizas, y quién sabe qué cosas, en la comisaría donde los llevaron detenidos luego de la represión del 31 de enero.
Pero en esto no seamos ingenuos, si la intendencia de Fernández y el gobierno de Kicillof son corruptos y antiobreros, eso no salva al gobierno ultrarreaccionario de Javier Milei. Es sabido que el Estado Nacional reprime a golpe, gas y bala limpia el reclamo de los mayores por una jubilación que alcance para cubrir tres comidas al día. Es sabido que el gobierno nacional apoya ideológicamente el régimen de ultraprecarización de PedidosYa y Rappi, monotributo mediante, en donde no existe absolutamente ningún derecho para los trabajadores. Milei es también el encargado de triplicar el costo del monotributo, llevándolo a $ 32.221,31 mensuales, un número impagable para trabajadores precarizados. Entendiendo ese contexto, la condecoración póstuma a Lucas Aguilar por parte de Milei la “Condecoración al Valor del Hombre Común” es demagogia pura y electoral, Milei ya está en campaña, de un gobierno nacional absolutamente responsable y cómplice de la masacre de los trabajadores más relegados. Es una felicitación simbólica por haber muerto al estar expuesto, como trabajador, a lo peor de una sociedad aún más descompuesta en pleno ajuste del gobierno nacional. Una maniobra política extremadamente demagógica, con el claro objetivo de capitalizar la miseria con vistas a las legislativas de 2025.
Por ello, la aparición en la manifestación de ayer de la diputada de LLA, Lilia Lemoine, resulta de un cinismo y un oportunismo excesivos. Los cuales por supuesto duraron muy poco: Lemoine fue echada rápidamente de la marcha por los vecinos.
En este escenario de pesimismo generalizado, en el que la situación es verdaderamente terrible, hay sin embargo brotes de esperanza. A saber, tres puntos. Primero, no fue posible amedrentarnos a todos. Uno de los repartidores reprimidos, un joven de unos 18-19 años, se hallaba sosteniendo una pancarta reclamando justicia por su amigo asesinado. Él no cedió a la extorsión y aquello es admirable. Segundo, la solidaridad de algunos repartidores autoconvocados de otras zonas llegó hasta Moreno, aún en el clima de brutal represión. Tercero, el SITRAREPA estuvo allí, y eso vale.
Nos queda por delante la tarea de construir el SITRAREPA, como organización de los trabajadores de reparto por aplicación, en defensa de nuestros derechos y nuestras vidas. ¡Debemos exigir justicia por Lucas y por todos los compañeros! ¡Milei, Kicillof y Fernandez son cómplices y responsables! ¡Sólo en las calles, con organización y lucha obrera vamos a conquistar nuestros Derechos!