David Lynch: el cine como arte y creación

El pasado 15 de enero falleció el gran director de cine David Lynch a los 78 años. Nos dejó una obra trascendente, especialmente a les jóvenes estudiantes que decidimos tomar los asuntos en nuestras manos y hacer cine.

David Lynch fue uno de los grandes cineastas del mundo cinematográfico. Un creador de mundos como ningún otro, que experimentó con los métodos de las corrientes artísticas como el surrealismo y el dadaísmo. Pero también un artista muy intuitivo en el mundo de las ideas, partiendo de la base de la defensa del arte como un medio de expresión y yendo a contracorriente de las narrativas del cine instaladas por Hollywood.

La influencia de David Lynch es la razón por la que muches estudiantes elegimos el camino de las artes audiovisuales, su ejemplo nos hace querer ir hacia otro tipo de narrativas y explorar nuestra creatividad hasta el final.

La obra de Lynch nos permitió introducirnos a diferentes universos narrativos, aunque siempre manteniendo el mismo matiz que lo identifica como artista: ir desde lo surreal hasta lo más terrorífico de la realidad misma.  En la siguiente nota haremos un breve repaso de sus obras más importantes. Por supuesto, la obra de David Lynch cuenta con una extensa filmografía, con grandes películas como Blue Velvet, Lost Highway, Wild at Heart, Mulholland Drive, entre otras. La idea es recalcar sus obras más importantes para reflexionar sobre qué legado nos deja a las futuras generaciones.

Eraserhead y El hombre elefante: cine a pulmón vs. cine comercial

David Lynch provenía de un pueblo recóndito de clase media en Estados Unidos. Desde muy pequeño, él se inclinó al arte dedicándose a la pintura. Al principio el arte era para él un medio de expresión donde se podía dar cauce a lo que las palabras no podían decir. Pero, a diferencia de la pintura, el cine le permitía crear mundos, darle un cuerpo vivo a esa imaginación que le resonaba en la mente y manipular historias armando un rompecabezas con pistas o misterios.[1] Muchos años después, en los 70, decidió irse a vivir a Los Ángeles y probar suerte en el mundo del cine. Para el director, la ciudad era un lugar de “sensación de libertad creativa” que le permitía sentirse cómodo al probar sus intuiciones, enfocándose en la expresión de una idea más que en buscar éxito en la industria. A partir de eso, realizó la película Eraserhead, estrenada en 1977. La película fue filmada durante 5 años, Lynch tuvo que conseguir financiamiento en el instituto donde estudiaba en Los Ángeles, hasta sus amigos y allegados a él, e incluso buscar los elementos para filmar revolviendo tachos de basura en la calle.[2]

La primera película de Lynch trata sobre un joven trabajador que se encuentra con que su novia dio a luz a un bebé completamente anormal y deformado, hijo del que se hará cargo en soledad a lo largo de la película. Este es un film grabado en blanco y negro, con guiños surrealistas y elementos perturbadores. Sin embargo, lo que acá nos interesa destacar es que Eraserhead es una película hecha con mucho esfuerzo y sin financiamiento alguno de una gran productora, siendo una de las obras más trascendentes del director y permitiéndole ser reconocido por el gran actor, guionista, cómico y director Mel Brooks y pegar éxito en Hollywood.

En su segunda película, El hombre elefante (1980), ya se notaba la presión comercial por parte de las grandes productoras. El hecho de tener que cumplir un cronograma específico y la poca experiencia de dirigir actores reconocidos dentro de la industria hizo que a David Lynch le generara un gran estrés su primera experiencia en el terreno comercial cinematográfico. La película retrata a un hombre con la cara desfigurada que se gana la vida trabajando en un circo, donde un cirujano lo rescata de la precariedad y le da asilo. Sin embargo, a pesar de las limitaciones, Lynch pudo dar su propio enfoque artístico. En el libro Lynch por Lynch, el director cuenta que lo que le permitió seguir adelante con el proyecto fue la transformación creativa del personaje y el contexto que abarca la película: la Revolución Industrial, relacionando las imágenes de las explosiones en la guerra con el cuerpo del hombre elefante. Partiendo de esa idea, logró dar su tinte artístico con el diseño de maquillaje y el arte general del personaje principal de la película.

Twin Peaks y Fire Walk With Me: conservar las formas pero romper con ellas

No hay que dejar de mencionar que luego, David Lynch, dirigió dos películas: Duna (1984) y Blue Velvet (1986). Por un lado, Duna sigue la etapa convencional/comercial del director[3]. Sin embargo, Blue Velvet rompe con las exigencias tradicionales de la industria creando una de las películas más satisfactorias del director, con actores de la talla de Isabella Rossellini, su mujer en ese momento, Laura Dern y Kyle Machlaclan, quienes participan en gran parte de su filmografía.

A partir de la satisfacción artística que exploró con Blue Velvet, es en el año 1991 que el director da un giro radical en su obra yendo al mundo de la televisión y nos deja una de las series con más impacto cultural de todos los tiempos: Twin Peaks. La serie retrata el femicidio de Laura Palmer, una estudiante adolescente hallada muerta en los lagos del pueblo, impactando a todo el pueblo de Twin Peaks. El agente del FBI, Dale Cooper, investiga el caso. Así contado, pareciera ser una típica serie con una narrativa lineal clásica, pero los dotes artísticos de David Lynch permitieron que la televisión se saliera de la norma canónica de la industria.

Se trata de una serie que se conserva dentro de los modelos canónicos narrativos pero rompiendo con las formas de expresión[4]. Si pensamos en  la narrativa tradicional dentro de la industria, nos encontramos con una estructura que usualmente se repite: planteamiento, nudo, desenlace. En esta serie, veremos cómo Lynch toma elementos de la industria y a la vez rompe con ellos, desafiando aspectos como la linealidad de la trama y el juego de la imagen y el sonido para mostrar un mundo diferente. Además, el director exploró diversos géneros dentro de la serie, desde el policial, el melodrama, el terror e incluso la comedia. Las escenas se componen a través del enfoque surrealista característico del director: el subconsciente de Cooper, las frases dichas al revés, los espacios extradimensionales, las apariciones raras en el mundo real y personajes bizarros. Es lo que hace a esta serie trascendente en el mundo del arte y el cine en general.

La serie tuvo 3 temporadas, las dos primeras estrenadas entre 1990 y 1991, mientras que la tercera salió 25 años después, en el año 2017. En el medio, estrenó la película Twin Peaks: Fire Walk With Me (1992), que transcurre en el mismo mundo de la serie y cuenta la última semana con vida de Laura Palmer. Con un tinte más oscuro y perturbador, la sensibilidad artística de David Lynch nos permite comprender la concepción del mundo de Laura Palmer, una adolescente con limitaciones y contradicciones que van más allá de su percepción de la realidad, el sufrimiento y el abuso sexual que sufre. Todos estos elementos nos hablan sobre cómo Lynch percibía el mundo y utilizaba el arte para retratarlo.

Mulholland Drive e Inland Empire: dos caras de la misma moneda contra la industria de Hollywood

En sus últimas películas, David Lynch redobla la apuesta del surrealismo para ir más allá de las concepciones narrativas. Una de ellas es la obra más aclamada del director: Mulholland Drive (2001). Como en Twin Peaks, se presenta como una trama sencilla: una mujer se muda a Los Ángeles para probar suerte como actriz de cine, mientras otra tiene un accidente en la calle Mulholland Drive y sufre de amnesia. Desconcertada, entre sus posesiones Rita cuenta con un bolso lleno de dinero y una llave azul, pero no recuerda su identidad y cómo llegó hasta ahí. Betty la acogerá y juntas comenzarán a investigar quién realmente es Rita.

Una película que, al principio, se muestra con una narrativa más marcada y lineal, se convierte en algo más surrealista. Desde la escena donde las protagonistas van al Club del Silencio y la música suena sin una banda marcando que todo es una ilusión sonora hasta la escena donde dos hombres van a un restaurante y encuentran en el estacionamiento a una mujer bizarra y espantosa. El director deja en claro que en la narrativa no todo tiene que tener hilo conductor y que cada cosa puede quedar a libre interpretación.

Vale aclarar que, al principio, la película iba a ser una serie de televisión. Lynch filmó el episodio piloto pero como la productora lo rechazó y él aprendió de las limitaciones que tuvo al filmar Twin Peaks[5], decidió convertirlo en una película varios años después, dejando a libre interpretación la trama. Por otro lado, el proceso de casting de los actores fue distinto. El director no realizó proceso alguno, sino que junto con la directora de casting, se volcaron a encontrarse con varios actores con la idea de escucharlos hablar de sus vidas. Y así salieron actores de la talla de Naomi Watts, que antes de que Lynch la eligiera para Mulholland Drive, iba a dejar la actuación.

Todo esto nos lleva a hablar de su última película: Inland Empire. Estrenada en el año 2006, Laura Dern interpreta a una actriz de Hollywood que obtiene un rol en una producción cinematográfica supuestamente maldita, asumiendo la personalidad del personaje que ella interpreta. Fiel a su proceso creativo y sin las presiones de Hollywood, Lynch se tomó tres años y medio para realizar esta película, poniendo sus propios recursos y distribuyendo la película de forma independiente. Teniendo un guión sin terminar, haciendo que las escenas fluyeran a la hora de grabar. Fue filmada con una videocámara Sony en lugar de una cámara tradicional cinematográfica. Por otro lado, es su película más onírica y la menos lineal de toda su obra, siendo subsecuente a la aclamada Mulholland Drive y rompiendo definitivamente los códigos narrativos. Aún así, es la película más aterradora, dejando una sensación donde los espectadores quedan atrapados en la trama y no pueden salir de ella. Si Mulholland Drive trataba sobre apegarse al éxito hollywoodense y caer en ese sueño, Inland Empire toma eso como una pesadilla, queriendo salir de ella.

David Lynch no solo fue un director, fue un artista que revolucionó los modos de hacer cine, de ir más allá de las concepciones narrativas clásicas impuestas por la industria y tirarse a la pileta para mostrar un arte que desafíe la realidad. Un artista sensible pero a la vez crítico, fiel a sus percepciones artísticas pero sin dejar de lado los problemas que trae un sistema que nos limita día a día. Pero ahora quedará en manos de nosotros, de cada joven estudiante de cine el construir una alternativa y mostrar un cine que se perciba en la realidad, contraponiendo la lógica mercantil hollywoodense. Porque para Lynch “la vida artística es libertad” y las futuras generaciones daremos la pelea hasta el final para transformar la realidad y mostrar un arte que sea de la sociedad.


[1] En el libro Lynch por Lynch, una entrevista realizada por Chris Rodley, el director habla de que aunque la pintura es su principal actividad artística, el cine lo influyó a poder expresarse aún más.

[2] En el libro Lynch por Lynch, la primera mujer del director Peggy Reavy comentaba que, en una de las jornadas de rodaje, el director salió a las dos de la madrugada a revisar los contenedores de basura para conseguir los objetos que necesitaba para filmar una toma.

[3] En el libro “Atrapa el pez dorado”, Lynch menciona que le provocó tristeza no haber decidido el corte final de la película Duna. A lo que remarca criticando a la industria de Hollywood: “Es completamente absurdo que los cineastas no puedan hacer las películas como quieran. Pero en esta industria resulta bastante habitual.”

[4]  Cuando hablamos del “impacto cultural” que tuvo Twin Peaks significa que dejó una marca importante a la hora de hacer televisión. Series como, por ejemplo, Expedientes X o True Detective tienen cierta similitud con Twin Peaks en los modos narrativos. Incluso en algunos episodios de Los Simpson hacen pequeñas parodias con las escenas surrealistas de la serie.

[5] A pesar de ser una gran serie, al director le resultaba difícil en ese momento tomar el rol del proceso creativo de cada capítulo, ya que estaba realizando la película Corazón salvaje (1990). En la segunda temporada se nota ese declive y estaba la presión de la productora de relevar el asesino de Laura Palmer en tan poco tiempo.

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