El martes Winfred fue a ayudar a su madre a mudarse. En pleno día lluvioso, el flete tardó en llegar. Ante esta situación, el propietario de la casa empezó a agredirlos para que se fueran. Con una patota, les tiraron gas pimienta y sacaron a le joven y su madre de la casa. La violencia trajo consigo también odio a la diversidad: «Naciste hombre, hablá como macho» le gritaban.
La agresión fue en la ciudad de La Plata. Winfred es estudiante en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, por lo que su reacción fue grabar la agresión para difundir esta desesperante situación. Además tiene un principio de no violencia, cuenta en su descargo por redes, por lo que prefiere ganar esta pelea contra el odio contando lo que le sucedió. «Me agredieron por mi sexualidad, mi género y mi discapacidad», declaró en medios nacionales. Winfred es no binarie y además vive con síndrome de Asperger.
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«Hoy estamos vivos pero mañana no sabemos. No quiero dar nombres, porque se sabe que esta gente es pesada, tiene malas intenciones. Tengo una filosofía de vida que es no recurrir jamás a la violencia, porque eso trae más odio y más caos. Preferí dejarme golpear y simplemente hacer la denuncia», dice en su descargo.
Lamentablemente, este tipo de ataques homotransodiantes son moneda corriente. Cabe recordar que ante la ola de femicidios de comienzo de año, y con un joven trans desaparecido hace seis meses, la Ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Elisabeth Gómez Alcorta, se limitó a hacer declaraciones como si fuera una militante más.
Para terminar su descargo hizo un pedido de difusión. «No quiero que otro chico con diversidad de género, o una discapacidad, o una sexualidad que no cumpla con la norma, sea agredido nuevamente. Ayudarían mucho difundiendo esto».
Las agrupaciones feministas que han movilizado por el Aborto Legal vienen reclamando al Estado un presupuesto real para que se termine de una vez la violencia hacia las mujeres, lesbianas, trans, travestis y no binaries. Todavía son miles las y les chiques que no pueden disfrutar sus identidades y sexualidades plenamente porque no hay políticas públicas reales para combatir el odio.
