El pasado 13 de julio, en la localidad de Villa Allende –ubicada en las afueras de la ciudad de Córdoba-, el gobierno municipal a cargo de Pablo Cornet (Juntos por el Cambio) realizó tareas para trasladar hacia el “área pública” de un barrio privado un Quebracho blanco (Aspidoderma quebracho-blanco) de 284 años, con el objetivo de ensanchar la avenida principal “Padre Lucchese”, debido al aumento del tránsito proveniente de la ciudad a causa de las nuevas urbanizaciones privadas.
Esta especia de árbol es nativa de Córdoba y otras regiones del noroeste Argentino. Es un pilar para el sostenimiento de los ecosistemas que integra, pues es capaz de fijar toneladas de CO2 y, además, brinda cobijo y alimento a múltiples formas de vida.
La resistencia de la comunidad
Un grupo de vecinos, organizaciones y activistas ambientales, se organizaron en asambleas en contra de la remoción del árbol tricentenario. Para transportarlo, se hacía necesario cortar sus raíces principales que, sumado a su longevidad, provocaría daños irreversibles en su estructura (incluso su muerte en el corto plazo).
Desde inicio del año, los vecinos y activistas realizaron abrazos y reuniones al pie del árbol como primeras formas de visibilización del conflicto.
El 11 de junio, cuando se comenzaron a hacer las primeras obras de remoción del Quebracho, realizaron un acampe que duró 32 días. Para tal motivo, se contactaron con diversos referentes del ambientalismo y figuras públicas, como Soledad Barrutti, Leon Gieco y muchos otros, que tomaron la tarea de dar a conocer lo que estaba sucediendo.
Además, los vecinos plantearon correr 10 metros la traza de planificación de la avenida, para así evitar la remoción del árbol. Tomaron como ejemplo otras regiones de Córdoba, donde las obras se modificaron con la intención de no talar árboles de importancia.
La comunidad expresó esto a través de una carta abierta, la cual fue elaborada por el biólogo Raúl Montenegro y que fue entregada al intendente, al gobernador de Córdoba, al presidente de la empresa encargada de la obra y a los integrantes de la justicia que rechazaron un amparo vecinal que pedía por la reconsideración de la obra.
Hipocresía y represión por parte de las autoridades
Con la medida de fuerza garantizando la protección del árbol, las autoridades municipales, con el apoyo del gobierno de la provincia y la ministra de Seguridad de la Nación Patricia Bullrich, no tardaron en involucrar a la justicia y las fuerzas de seguridad para destruir el movimiento en torno al árbol.
Una periodista fue detenida y también se reprimió violentamente en múltiples ocasiones. Junto con esto, se amenazó a los manifestantes con demandas legales e, inclusive, el gobernador Martín Llaryora (Partido Justicialista) amenazó con talar el árbol si no se permitía proseguir con las obras.
A pocas horas del primer intento de remoción, la asamblea solicitó un amparo judicial que permitió ganar tiempo, a la par que se reforzaron las medidas de visibilización y participación. Todo esto sucedió mientras el gobierno provincial se preparaba para ser sede de una conferencia internacional por el cambio climático CCI 25 (Conferencia Climática Internacional 2025), en la que se firmaron acuerdos para la adaptación y mitigación de las catástrofes climáticas.
Ante la exposición pública que tuvo el conflicto, el municipio solicitó una reunión con la asamblea para reconsiderar la obra, pero fue una maniobra, porque al terminar la CCI 25 prosiguieron con la obra, ignorando la recomendación de los expertos y el reclamo de la organización.
Alrededor de 7 empresas fueron contratadas para remover el árbol y todas se negaron públicamente en llevar adelante la tarea, pero finalmente una empresa de Tucumán envió una grúa a terminar el trabajo y, junto con un operativo policial que reprimió a los manifestantes, se retiró el árbol frente a toda la comunidad que presenció semejante acto de barbarie.
Lo anterior demuestra la hipocresía de las autoridades de Córdoba que, al mismo tiempo que se dice contra el cambio climático, son incapaces de atender una reivindicación ambiental de una comunidad, que se organizó con el objetivo de proteger un árbol de casi tres siglos de antigüedad, es decir, con más años de existencia que la Argentina como República.
Una lucha que va más allá de un árbol
Aunque esta lucha surgió para defender un árbol en particular, al mismo tiempo da cuenta de la pelea de fondo por detener la deforestación en Córdoba. Al día de hoy, esta provincia solo mantiene un 5% de sus bosques nativos, los cuales fueron arrasados durante décadas por el agronegocio y, más recientemente, por el negocio inmobiliario que se dedicó a la venta de tierras quemadas para el desarrollo de barrios privados.
Esto reafirma que la lucha contra la voracidad ecocida del capitalismo solamente podrá ser llevada a fondo desde abajo y en clave anticapitalista, es decir, por la unión de las comunidades, los trabajadores, la juventud y el movimiento ambientalista en pos de recuperar y proteger los ecosistemas naturales, que no son únicamente una fuente de recursos a ser explotada.