La barbarie sionista no tiene límites

Un genocidio sin fin (XI): más de 1.000 muertos por buscar alimentos y decenas de muertes por hambre

La ONU denunció al Ejército israelí por la muerte de 1054 palestinos mientras intentaban obtener comida desde fines de mayo. Dentro de estos, 766 fueron asesinados en los alrededores de los centros de distribución controlados por la “Gaza Humanitarian Foundation” (GHF). Las otras 288 víctimas, fueros asesinados en lugares cercanos a los convoyes de ayuda humanitaria de la ONU.

Las imágenes procedentes de Gaza son espeluznantes. El pequeño enclave es el escenario sobre el que se desarrolla el mayor acto de barbarie cometido en el siglo XXI. Antonio Guterrez, secretario general de las Naciones Unidos (ONU), calificó de hechos “sin precedentes en la historia reciente” el nivel de destrucción y las muertes provocadas por el ejército sionista.

El gobierno fascista de Netanyahu liberó las tendencias más radicales del colonialismo y del supremacismo sionista, cuyo objetivo es construir el “Gran Israel” o “Estado de Judea”. Para tal fin, necesitan avanzar con la colonización de todos los territorios de la Palestina histórica (incluida Gaza y Cisjordania), aunque esto implique exterminar a buena parte de la población palestina.

Esto se vio facilitado con la llegada de Trump a la Casa Blanca, particularmente después de que en febrero se declarara a favor del “traslado” de los gazatís hacia otros países y, además, presentó como una gran idea transformar Gaza en la “Riviera del Mediterráneo”.

Independientemente de que esta propuesta se materialice o no, fue interpretado por las alas fascistas del sionismo como un aval para profundizar el genocidio contra la población gazatí.

Lo anterior es el marco de fondo para comprender las noticias sangrientas que, desde hace veintiún meses, encabezan los titulares de la prensa internacional.

En las últimas horas, por ejemplo, la ONU denunció al Ejército israelí por la muerte de 1054 palestinos mientras intentaban obtener comida desde fines de mayo. Dentro de estos, 766 fueron asesinados en los alrededores de los centros de distribución controlados por la “Gaza Humanitarian Foundation” (GHF), una estructura dirigida por Israel con la ayuda de mercenarios estadounidense (o sea, no es de Gaza, ni es humanitaria y tampoco es una fundación). Las otras 288 víctimas, fueros asesinadas en lugares cercanos a los convoyes de ayuda humanitaria de la ONU.

Así, es notorio que las fuerzas de ocupación sionista tienen un modus operandi: congregan geográficamente a los refugiados gazatís y, a sabiendas de su desesperación por alimentos, diariamente asesinan una cuota de ellos cuando intentan conseguir algún alimento en los lugares administrados por la GHF.

Esta es la forma en que el gobierno de Netanyahu crea las condiciones para que los gazatís “voluntariamente” decidan irse de Gaza, tal como pretenden hacer cuando pongan en pie la “ciudad humanitaria” (un eufemismo para disimular que se trata de un campo de concentración).

Además de la ONU, la agencia de noticias France-Presse (AFP) emitió un comunicado donde denunció que sus corresponsales en Gaza estaban, literalmente, muriendo de hambre y se encuentran al borde de la inanición e imposibilitados de trabajar.

Un caso es el de Bashar, un joven periodista de 30 años, que realizaba su trabajo huyendo de los bombardeos israelís y buscando abrigo en los campos de refugiados. “Ya no tengo fuerzas para trabajar en los medios. Mi cuerpo está delegado y no puedo trabajar. Por primera vez, me siento derrotado”, publicó recientemente en sus redes sociales.

Por otra parte, la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU denunció el ingreso de las tropas israelís en la ciudad de Deir al-Balah, donde se encuentran entre 50.000 y 80.000 personas. De esta forma, los sionistas van a realizar su primera incursión terrestre en esta localidad, la cual todavía preserva alguna infraestructura básica y, por tal motivo, es donde funcionan los pocos centros médicos en Gaza, así como una planta desalinizadora de agua potable y sistemas de eliminación de residuos.

En total, un 88% del territorio gazatí está bajo el control directo de Israel, ya sea por una orden de evacuación o porque está incluido en una zona militar de los sionistas. Además, esta tarde (23) el parlamento israelí (la Knésset) aprobó con 71 votos a favor, 13 en contra y 84 abstenciones, una moción no vinculante que pide la anexión de Cisjordania.

“La tierra de Israel pertenece al pueblo de Israel (…) En 1967 (cuando Israel ocupó Cisjordania tras la guerra de los Seis Días), la ocupación no comenzó: terminó, y nuestra tierra fue devuelta a sus legítimos propietarios», declaró el presidente de la Knésset, Amir Ohana.

Por todo lo anterior, reiteramos, ¡en el siglo XXI no hay nada más parecido a un nazi que un sionista! La destrucción del Estado colonial, supremacista y genocida de Israel es una tarea histórica para la emancipación de la humanidad en el siglo XXI. Palestina será única y socialista, o no será.

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