Repudio a las declaraciones de Javier Milei en Tucumán negando el genocidio.
“‘Yo lo que digo es: mostrame dónde están los 30 mil desaparecidos, mostrame la lista, dame todos los nombres que llegan a 30 mil’, insistió, dejando en claro que no cree en esa cifra sobre la cantidad de personas que fueron víctimas de desapariciones forzosas mientras se mostraba acompañado de Ricardo Bussi, hijo del represor Antonio Bussi, condenado por delitos de lesa humanidad en la provincia.” (Infobae)
Con estas palabras y con la compañía señalada en la nota, Javier Milei negó los 30.000 y la existencia del genocidio.
Además del repudio le vamos a responder con la verdad histórica. Verdad histórica que se construyó no precisamente en oficinas equipadas con computadoras y donde desfilaban los/as apresados por las fuerzas de seguridad y mostraban sus documentos y eran registrados.
Los 30.000 fueron el trágico resultado de una persecución feroz que llevó adelante todas las atrocidades conocidas y aprendidas muy diligentemente por las fuerzas represivas entrenadas para ello por expertos como los servicios de Inteligencia yanqui y los militares franceses “entrenados” en Argelia. La lista no la tenemos ni la vamos a tener nunca, porque los responsables de la represión no reconocieron sus crímenes, secuestros ni torturas. Así como la apropiación de niños/as. Pero sí tenemos testimonios históricos que prueban los trágicos números del genocidio.
A ellos les damos la palabra: “‘(…) Cundió la desorganización y las dudas con respecto a cuándo y dónde se harían las movilizaciones y la entrega de documentos y petitorios firmados, etc. Pero lo que hay que destacar fue la respuesta de los familiares al llamado de la OEA. Con todos estos problemas, se calcula que se presentaron 13.000 personas en las colas para entregar todos los casos, cubría tres cuadras y la gente se mantuvo impasible esperando, cuando pasaron los camiones cargados con hinchas de fútbol que festejaban el Campeonato Mundial (…)’, escribió el abogado socialista Enrique Broquen(*). Este extracto es parte de un informe que él enviara a la representante de Amnesty Internacional, el 22/12/79. En todo su desarrollo, enfatiza el grado de atomización y falta de unidad del movimiento de derechos humanos, que abarcaba varios organismos y la feroz represión de la dictadura. Los ‘hinchas de fútbol’ no eran sino barras bravas o ‘servicios’ disfrazados a tal fin para provocar a la pacífica columna de familiares.” (Izquierdaweb, 24/3/21)
Podemos agregar que los familiares que pudieron acudir a hacer efectiva la denuncia ante la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos que viajó al país en setiembre del año 1979, eran aquellos que podían soportar la terrible espera en las condiciones que las detalló Broquen, además de la imposibilidad de la mayoría de las familias del interior del país de acercarse a la Capital. A ninguno se le notificó por cédula ni por ningún medio de la llegada de la Comisión ni se le envió un peso para costearse el viaje. Además ya había familias destruidas por el exilio de algunos/as de sus integrantes.
Las familias y su entorno quedaron literalmente destruidas. La mayoría no pudo llegar a realizar la denuncia. Era hacer una presentación en condiciones de represión feroz a lo largo y ancho del país, con centro justamente en las casas y localidades de donde los/as denunciantes provenían, muchos/as de ellos/as también perseguidos/as y vigilados/as. Llegaron los/as que pudieron llegar a Capital y “bancarse” las condiciones de amedrentamiento y represión existentes.
Esa fue la realidad. Por eso la pregunta del diputado Milei es una provocación para intentar intimidar y desmentir a una trabajadora de prensa y, de esa manera, negar el genocidio. Pero la verdad histórica es más fuerte y clara que las provocaciones del diputado libertario. A ellas debemos enfrentar continuando y afianzando la pelea por las libertades democráticas.
Por la lucha histórica y actual por Memoria, Verdad y Justicia, repudiamos los dichos de Milei (y nos arriesgamos a suponer, avalados por su acompañante) y reafirmamos:
¡Son 30.000, fue genocidio!
(*) Enrique Broquen fue miembro del Partido Socialista de los Trabajadores que, como abogado, se puso a disposición de los familiares y compañeros/as de los detenidos-desaparecidos y firmaba los hábeas corpus presentados ante la Justicia, así como defendía a los/as detenidos/as en las cárceles.






