Hoy, los trabajadores de Petroquímica Río Tercero pararon la planta y comenzaron a resistir los 124 despidos anunciados por la patronal. La empresa no solamente intenta forzar los despidos, también quiere lisa y llanamente imponer el vaciamiento.
La empresa quiso descontinuar desde el año pasado la producción de disocianato de tolueno (TDI) para comenzar a importarlo. Es decir, la causa del conflicto es la política de apertura indiscriminada de las importaciones por parte del gobierno de Milei. Los aranceles protegían la producción nacional de algunos productos encareciendo los importados.

La empresa no está en crisis, no va a cerrar, están especulando con insumos más baratos para su producción y para abastecer al mercado de TDI. La patronal no está perdiendo plata: quiere ampliar sus ya grandes ganancias a costa de los trabajadores.
Esta situación es consecuencia de la política del gobierno de Javier Milei de apertura indiscriminada de importaciones, de desindustrialización el país, de recortar las inversiones estatales en obras de infraestructura pública, de bajar impuestos a los ricos y subírselos a los trabajadores; de ajustar todo lo que sea posible para pagar la deuda externa y la timba financiera. Plata hay y mucha, pero se la llevan unos pocos.
La empresa, además, intenta quebrar el convenio, imponiendo a los trabajadores más miseria salarial y la destrucción de décadas de conquistas de la lucha de los trabajadores.

El año pasado, la resistencia de los trabajadores ya había logrado frenar la ofensiva patronal. «El TDI es un insumo industrial que se usa en muchísimos procesos industriales. Es el inicio de una cadena que se extiende por infinidad de ramas: la construcción, la automotriz, la de la goma espuma y el poliuretano, en Fabricaciones militares» había explicado en una comunicado la Corriente sindical 18 de Diciembre. «La solución de fondo es que se declare de utilidad pública la fábrica y se la provincialice, pero bajo control de los trabajadores y no de algún amigo de Llaryora.»
Las medidas de lucha de los trabajadores se extendieron a lo largo de todo el día. Una parte de los trabajadores se manifestaba frente al Polo Petroquímico y otra realizaba una permanencia dentro de la fábrica.
Con su lucha, los petroquímicos exigían una conciliación obligatoria, para ponerle un freno a los despidos indiscriminados. En horas de la tarde, el Ministerio de Trabajo de la Provincia había dictado la conciliación.
La empresa también quiere quebrar la organización de los trabajadores, que se viene sosteniendo de manera independiente de las burocracias sindicales y la intendencia. De hecho, el intendente de la ciudad respaldó abiertamente a la empresa, intentando echarle públicamente la culpa a los trabajadores por las medidas de fuerza de resistencia a los despidos.




