Nuestro Suplemento semanal ahora es «Marxismo en el Siglo XXI»

En este número especial, en el que presentamos al publico la nueva obra de Roberto Sáenz "El marxismo y la transición socialista", cambiamos el nombre de nuestro suplemento semanal.

Hace mucho que es imposible siquiera empezar a pensar en cambiar el mundo sin remitirse al marxismo. No es casualidad que cuando el relato capitalista del «fin de la historia» estuvo de moda, esa frase servía para intentar firmar el acta de defunción del marxismo. Sus enemigos le daban al pensamiento de Marx y sus herederos una importancia que, la mayoría de las veces, ni siquiera nosotros, los marxistas, le damos. El fin del marxismo era el fin de la historia. Pero hace mucho que los gritos triunfales del «fin de la historia» han sido silenciados por la potente voz de la propia historia. 

Sin embargo, el fin del siglo XX parecía anunciar el definitivo fin de la perspectiva socialista. Todavía hoy, más de 35 años después de la caída del Muro de Berlín, para la mayoría de la humanidad no hay un mundo posible fuera del capitalismo. Su existencia, y sus catástrofes, está tan naturalizada como la sociedad misma. Sus defensores ideológicos hasta intentan presentar un tipo de sociedad, con algunos siglos de existencia, como la única que ha existido.

Pero… «¡Marxismo!» gritan sus enemigos cuando se denuncian los peligros del calentamiento global. «¡Marxismo!» exclama con odio la extrema derecha que quiere que las mujeres se queden en la cocina y las personas LGBT en el clóset. «¡Marxismo!» siguen diciendo los apologistas del Capital ante el más mínimo intento de organización de la clase trabajadora, frente al más básico reclamo del proletariado (que, por supuesto, tampoco ha desaparecido, ni desaparecerá mientras haya capitalismo).

El marxismo tiene todavía mucho para decir: no por nada se sigue diciendo su nombre frente a cada uno de los temas candentes que definirán el futuro de la sociedad humana. Pero no puede existir ni ha existido nunca independientemente de sus grandes batallas históricas. Marx y Engels construyeron junto a la primera generación de militantes obreros de la Primera Internacional esta «guía para la acción». La generación siguiente, la de la Segunda Internacional, creó las primeras organizaciones de masas del movimiento obrero. Los tiempos de Lenin, Trotsky y Rosa Luxemburgo fueron los de los desafíos de la Primera Guerra Mundial y el triunfo de la primera revolución obrera triunfante de la historia, la Revolución Rusa. Trotsky y la Cuarta Internacional tuvieron el mérito de asegurar la continuidad del marxismo revolucionario contra la burocracia de la URSS, una capa social privilegiada que usurpó las conquistas del primer Estado obrero de la historia.

No se puede pensar en relanzar el marxismo en nuestro siglo sin saldar cuentas con el que pasó. Es necesario hacer un balance del estalinismo, uno profundo y total, para retomar la bandera del socialismo manchada por los regímenes de opresión que se construyeron a la sombra de la Unión soviética burocratizada. También es necesario sacar conclusiones de las revoluciones propiamente dichas del siglo XX.

Le damos un nuevo nombre a este suplemento en esa perspectiva. Por eso lo hacemos en oportunidad del lanzamiento del Tomo I del libro «El marxismo y la transición socialista«, que es un aporte en esa perspectiva producto de años de estudio por parte de Roberto Sáenz, dirigente del Nuevo MAS argentino y de la Corriente Internacional Socialismo o Barbarie.

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