
En un país con más del 40% de pobreza, con más del 10% de indigencia, donde los despidos y suspensiones eluden toda prohibición presidencial, hablar de ajuste no es una buena idea, mucho menos en un año electoral.
Pero las claves del acuerdo con el FMI son bastantes contrarias al “combativo” discurso del presidente: “Yo te postergo los plazos y vos haces lo que a mi me parece”. Esa podría ser la síntesis del acuerdo del gobierno con el fondo. Si el gobierno evita comenzar a pagar inmediatamente los vencimientos del préstamo debe llevar adelante una reducción del déficit fiscal (ajuste) y encarar la reforma previsional y laboral.
Nunca se ha pagado la deuda del FMI sin ajustes, ni en este ni en ningún país que haya tenido la desgracia de pedirle dinero al fondo. Esta no es la excepción y es el propio fondo el que nos lo aclara una y otra vez.
Alberto Fernandez dijo que no habrá ajustes y a su vez dice que va a pagar la deuda. Una contradicción flagrante mientras su ministro estrella, saca el pasaje a Washington para terminar de acordar los términos del acuerdo.
Por un lado, en materia de Salud, desarrollo social, educación, entre otros items ya han experimentado un ajuste en el presupuesto confeccionado bajo la tutela del FMI. Por el otro, las paritarias que han firmado y los aumentados de las jubilaciones que se otorgaron hasta ahora, representan todas un ajuste a los trabajadores, resultan un ajuste porque sus aumentos están muy por debajo de la inflación proyectada real.
Los trabajadores siempre recibimos falsas promesas en el periodo electoral :cuan dura estará nuestra situación que ya no tenemos que desconfiar de lo que nos beneficios que nos prometen, si no del daño que juran no nos harán.