Reforma del Estatuto de la Universidad Nacional de las Artes

No a la reforma reaccionaria de Torlucci 

En la última sesión del Consejo Superior de la UNA, la rectora Sandra Torlucci anunció su intención de reformar el estatuto de la Universidad Nacional de las Artes en la próxima Asamblea Universitaria y presentó el texto “Aportes para el debate estatutario”. Se trata de una reforma a la medida de los tiempos que corren, donde lo que se busca es la mercantilización de la educación pública superior. Con esta reforma, la rectora y las autoridades universitarias pretenden avanzar con los recortes en nuestra universidad, en un contexto donde la educación pública superior viene sufriendo ataque tras ataque bajo el gobierno de Milei.

El estatuto de la UNA plantea los lineamientos generales sobre cómo se piensa la enseñanza en las Artes y cómo funciona nuestra universidad. A pesar de que es un estatuto vetusto que amerita modificaciones, estas deben ser debatidas por el conjunto de la comunidad educativa y no de forma reducida y expreś, como viene sucediendo. Tampoco es casualidad que todo este proceso se lleve adelante durante las elecciones, cuando todos los ojos están puestos en qué pasará el 26 de octubre.

En los hechos, la rectora viene recorriendo los distintos departamentos, convocando a los consejeros departamentales (solo a los de su color político, ya que les consejeres independientes de Arteinsurrección no recibieron invitación), para decir cosas muy amplias y vagas.

Así como el texto “Aportes para el debate estatutario” no aclara qué quieren cambiar del estatuto, en las reuniones la rectora afirma querer una universidad “más inclusiva, feminista, ecológica” y demás, todas afirmaciones muy generales que son poco creíbles viniendo de autoridades que tienen el prontuario de negar las pésimas condiciones edilicias de cursada, avanzar en la implementación de cupos en las carreras y amparar docentes con denuncias de abuso.

A la falta de claridad se le suma que la supuesta disposición a recibir aportes y debatir el estatuto es falsa. Los aportes se reciben en una casilla de mail hasta el 16/10 y a fines de octubre habría un Consejo Superior donde se presentaría y se votaría un “texto unificado, teniendo en cuenta los ejes y propuestas recabadas” que luego se elevaría para ser votado en la Asamblea Universitaria.

A esto las autoridades le agregan sesiones extraordinarias en los Consejos Departamentales (que ya sucedieron en Dramáticas y Visuales) donde los consejeros afines a las autoridades presentan algún agregado como hizo la Mella (conducción en Dramáticas y en Audiovisuales como parte del FULF), lo que les permite cubrirse de legitimidad por cada departamento. Hay que entender que estas propuestas de agregados se hacen sobre un texto estatutario que la rectora escribirá entre cuatro paredes, donde el poder de decisión sobre el texto por parte de les estudiantes o de la comunidad educativa es nulo. Las agrupaciones que entran al juego de la reforma del estatuto en realidad lo que hacen es darle legitimidad a la reforma reaccionaria de Torlucci. ¿Votarán acaso la reforma festejando que el párrafo que propusieron fue agregado en un texto escrito a espaldas del conjunto? Veremos.

Por su parte, las autoridades sí tienen una idea de qué quieren del nuevo estatuto, otra cuestión es que no la hagan pública. Aunque afirma que ahora hay acuerdos que antes no existían y que permiten plantear la reforma estatutaria, en las reuniones Torlucci dijo pocas cosas concretas.

Sin embargo, ante los cuestionamientos por parte de Arteinsurrección sobre los avances en la virtualización de las carreras y los recortes en los contenidos de la mano de la implementación del SACAU a nivel nacional respondió defendiendo este nuevo sistema que es parte de empobrecer nuestra formación académica y desfinanciar la universidad. Además, enunció la intención de eliminar la autonomía de los centros de estudiantes, un ataque gravísimo a la organización estudiantil, que está estipulada en el estatuto y hay que defender. Obligar a los centros de estudiantes a tener personería jurídica, como deslizó Torlucci, y rendir cuentas al Estado o a las autoridades universitarias, es querer regimentarlos como si fueran un buffet privado o una fotocopiadora que brinda un servicio, cuando en realidad son organismos gremiales de les estudiantes para defender su derecho a la educación.

Para verdaderamente debatir la universidad que queremos, tenemos que convocar al conjunto de la comunidad educativa a formar parte de la discusión en asambleas y demás organismos que den voz a las necesidades del conjunto. El estatuto de la UNA es viejo y parte de supuestos que hay que modificar: uno de ellos es la subrepresentación del claustro estudiantil, el claustro más numeroso conformado por cientos de trabajadores que todos los días hacen un enorme esfuerzo para poder continuar con su formación universitaria.

A su vez, para verdaderamente plantear la implementación de becas y materiales de estudio, la ampliación de la oferta horaria y demás reclamos que son urgentes para evitar la deserción y mejorar los trayectos educativos, hace falta que sea convocada toda la comunidad educativa en un debate que llevaría meses, que debería contar con la participación de los miles de estudiantes que cursan en la UNA, y no de un puñado que pretende arrogarse la representación del conjunto en reuniones de menos de veinte personas.

Desde Arteinsurrección, la izquierda en la UNA, somos categóricos: rechazamos la reforma reaccionaria de Sandra Torlucci y llamamos a toda la comunidad educativa a organizarse en asambleas, reuniones abiertas y demás espacios para defender nuestras carreras y la universidad.

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