Gobierno de industricidio

Milei y Lavagna trucharon el índice de actividad del INDEC para ocultar la recesión

El pasado miércoles, el INDEC de Lavagna y Milei publicó el EMAE (Estimación Mensual de Actividad Económica) correspondiente al mes de septiembre. Con una novedad: se modificó el cálculo del instrumento para evitar la noticia oficial de una recesión técnica en la Argentina, como anticipaban todas las consultoras e índices privados.

No sólo se modificó el número de septiembre (el INDEC anuncia un crecimiento del +0,5% cuando las previsiones iban del -0.8% a incluso -1%) sino las mediciones ya publicadas de julio y agosto. El INDEC adulterado de Milei y Lavagna «corrigió» la caída del -0,1% en julio y el positivo de 0,3% en agosto por aumentos del 0,1% en julio y del 0,7% en agosto. Una insólita truchada que el gobierno ni siquiera estimó necesario explicar públicamente.

Mentiroso, mentiroso

Para dimensionar el grado de la mentira, basta ver la mediciones publicadas por los privados en los últimos días.

«Para la consultora Orlando Ferreres & Asociados la economía argentina había entrado en recesión al cierre del tercer trimestre de 2025, a partir de una contracción del 0,8% en septiembre y del 0,3% contra el trimestre anterior. En el segundo trimestre la actividad ya se había deteriorado en relación a los primeros tres meses del año. En la misma sintonía, la consultora Equilibra había calculado una merma mensual del 1% en su EMAE del noveno mes del año, lo cual elevó al 0,7% la caída trimestral. Algo similar habían mostrado estimaciones de Analytica y la Universidad Torcuato Di Tella» (Ámbito, 25,11).

Aún con números truchos, el gobierno no puede ocultar que la actividad industrial (una de las ramas económicas que más mano de obra ocupa, junto a la construcción y el comercio) está cayendo de forma sostenida. En la estadística adulterada de septiembre el gobierno aduce un crecimiento del 39% en la «intermediación financiera» mientras que la actividad industrial habría caído (solamente) un 1%. Es un número grave pero que no refleja ni lejanamente la situación real de la industria local.

Nótese que la brecha entre las mediciones privadas y la pública para septiembre oscila entre el 0,7% y el 1,2%, una desmesura absoluta. Sobre todo teniendo en cuenta que septiembre fue el mes más afectado por la inestabilidad cambiaria y financiera alrededor de las elecciones. En ese mes, las «personas físicas» compraron U$S 6.800 millones. Durante el mismo período las tasas de interés reales llegaron al 100%. ¿Cómo hizo la economía argentina para «crecer» con esos números y un consumo que se mantiene en mínimos históricos desde hace meses?

Truchada técnica, recesión real

Y tampoco hace falta ser economista para darse cuenta de que (una vez más) la estadística mileísta no se condice con la realidad. Todas las noticias sector por sector expresan una caída brutal de la actividad económica. En algunas ramas de la industria el uso de capacidad productiva instalada es directamente de cierre. Las textiles, por ejemplo, trabajaron al 42% de su capacidad los últimos meses. Todos los centros comerciales del AMBA exhiben vitrinas en liquidación por falta de ventas o directamente hileras de locales cerrados. No hay manipulación «técnica» que oculte la recesión real de la economía.

Desde ya, el índice de actividad de una economía no basta para determinar el desarrollo (progresivo o regresivo) de las variables sociales (pobreza, nivel de vida y demás). Pero la escuela de falsificación estadística de Milei lleva las cosas al paroxismo. El gobierno anuncia una caída de la pobreza del 6% sólo en la primera mitad del 2025. Una burla a las condiciones de vida reales de millones de trabajadores.

«Por tomar algunos ejemplos, la tasa de informalidad laboral aumentó casi dos puntos en el segundo trimeste del año, llegando al 43,2%. Es la cifra más alta desde el 2008. La crisis de vivienda masiva está alimentando un boom de la indigencia que no queda representado en las cifras del INDEC pero que se puede ver en primera persona en todos los centros neurálgicos del AMBA. La destrucción sistemática de las áreas de servicios públicos da quizá los reflejos más tercermundistas de la escena. El descarrilamiento del Sarmiento hace pocos días, en el que no hubo víctimas fatales de pura casualidad, es un ejemplo suficiente. Por no extenderse en los casos conocidos como el Garrahan y Discapacidad«.

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