Como bien sabemos, este domingo 26 se desarrollan las elecciones de medio término a nivel nacional. Es un momento bisagra para la gestión Milei.
Pero hace ya unos meses el globo se le pinchó. Pasó de lograr la aprobación del paquete de ley de bases, por ejemplo, a sufrir el revés de dos proyectos de ley que suponía poder vetar (financiamiento universitario y emergencia pediátrica).
Solo contando los últimos meses transcurridos, Milei y su equipo tienen tantos fracasos, tropiezos y polémicas que el desencanto de unos pocos se transformó en la bronca de muchos.
Lo que le corta el sueño a los trabajadores es la economía, su salario y el poder llegar a fin de mes: hay que mirar los números para ver qué dejaron los dos años de Milei. Vamos a hacer un repaso por las secuelas de la motosierra ante unas elecciones que pueden ser determinantes para el oficialismo.
Inflación y crisis cambiaria
La administración de Alberto Fernández nos dejó con una inflación interanual por encima del 100%. Hoy el panorama es distinto en este aspecto, pero para muchos la baja de inflación significa poco. Si bien hoy estamos en valores cercanos al 32% anual, con los salarios aplastados y las paritarias minúsculas los salarios no pueden ganarle a ese índice. Aunque haya bajado, los precios siguen aumentando al mismo tiempo que hay más gente en la calle, más despidos y más hambre. No alcanza con que baje la inflación: los salarios tienen que ganarle. En caso contrario, estás empobreciendo a los trabajadores pero con números más lindos. Y, para peor, con una inflación más alta que la del último gobierno de CFK en la presidencia, en 2015.
«¿Pero cómo me vas a decir que este gobierno es un desastre cuando bajó la inflación?» Pero ese índice de logró empobreciendo a la mayoría de los trabajadores, dejando muchas cuentas pendientes sin pagar y tomando mucha, muchísima deuda nueva.
Si el gobierno le pide prestados US$20.000 millones al FMI, US$12.000 millones al Banco Mundial, y unos fresquísimo US$20.000 millones más que vienen de Estados Unidos, deberíamos estar bien…¿no? Tal vez sería así si algún dólar se usar para alguna inversión. Pero no hay dólar que no se quede en el mercado de cambios. Ya nos pasó en la gestión de Mauricio Macri, de la que también fue parte Caputo. Mismo funcionario, misma timba, cerramos los bolsos y nos vamos a dar un par de cursitos de trading a Miami.
Las sospechas de que esto esté ocurriendo otra vez no son una locura. ¿Acaso alguien me puede decir que inversiones hicieron con tantos miles de millones? No se hicieron rutas, no se mejoró la infraestructura, no se le aumentó ni un centavo a los jubilados.
La situación monetaria se define por una tensión financiera extrema permanente y una profunda incertidumbre sobre la dirección futura de la economía. El dólar oficial ya superó estos días la barrera de los $1.500. Ya nos acostumbramos que esté por encima del límite superior del esquema de bandas acordado con el FMI. La política de contención cambiaria llegó a un punto límite ante la demanda de cobertura de agentes que anticipan un ajuste cambiario post electoral. Para frenar esta dinámica, el Banco Central tuvo que recurrir a la venta masiva de reservas líquidas, debilitando aún más su posición. En el mercado de bonos, el Riesgo País se mantiene en un rango elevado (superior a 1.000 puntos), lo cual es una señal inequívoca de desconfianza de los inversores.
Salario real
Entre el tercer trimestre 2023 y el segundo 2025, la economía primero se derrumbó de manera significativa y luego se recuperó levemente. No todos los sectores fueron afectados por igual. Algunos lograron mantenerse estables, mientras que un gran porcentaje sigue en baja.
Los que mejor la pasaron fueron los sectores primarios (agro, petróleo y minería), que crecieron en alrededor de un 12%. Los salarios en petróleo y minería, por caso, aumentaron casi un 19% en promedio. Los del agro se mantuvieron más estables. Crecieron un 5,6%. En el otro extremo están los empleados públicos, cuyo salario se contrajo casi un 15%.
Los beneficiados son aquellos formados por los conglomerados de empresas multinacionales extractivistas, que son hambre para hoy y hambre para mañana, pero con recursos agotados y medio ambientes desolados.
Volviendo a los números del comienzo, es evidente el desacople en la evolución de los salarios. Semejante diferencia de salario entre los sectores no es muy usual de ver salvo escasas excepciones. El sector de comercio minorista, industria, el empleo público y muchos otros están en niveles críticos, con ofertas de salarios de $400 mil por jornada completa con una canasta básica que se encuentra por encima de los $2 millones.
Gerardo della Paolera, rector fundador de la Universidad Di Tella y director ejecutivo de la Fundación Bunge y Born, no es sospechoso de tener simpatías por ideas de izquierda. Y, sin embargo, emitió una posición inequívoca: “Es un fracaso absoluto”, dice sobre el plan económico. “Es un programa diseñado desde el ombligo de la City. El sector real de la economía está destrozado”, abunda. Desde su perspectiva, la expansión del petróleo y la minería están limitados a un sector pequeño de la geografía argentina, alrededor de los cuales se generará una economía de enclave. “El empleo privado no reacciona y lo que estoy viendo es una sociedad partida entre regiones prósperas y zonas relegadas. No me gustaría que esta foto sea la película del futuro”, concluye.
Según los datos relevados por el Observatorio Paritario del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), los aumentos salariales acumulados hasta el tercer trimestre del año se ubicaron 3,2% por debajo de la inflación. El Gobierno paralizó las negociaciones paritarias a lo largo del 2025 para enfriar la economía y así contener a los precios, una política que determinó una caída del poder adquisitivo.
Teniendo en cuenta los acuerdos paritarios cerrados hasta diciembre, la proyección señaló que los salarios estarán 5,3% por debajo de la inflación estimada, consolidando así una tendencia decreciente.
Ingresos por tipo
Otra manera de mirar el desempeño de las variables económicas durante el gobierno de Milei es analizar la evolución de los ingresos. Esto es, comparar el desempeño de los ingresos derivados del trabajo (con sus diferentes formatos) y los ingresos no laborales (jubilación mínima y AUH).
Además de mostrar los vaivenes a lo largo de estos casi dos años, el índice también muestra el desempeño dispar de los ingresos familiares. La AUH, que reciben 2,4 millones de personas adultas, mayormente mujeres, es de las pocas partidas del gasto público que se expandió: creció 67,8%.
Las jubilaciones mínimas son otro cuento. Entre marchas de los miércoles y las golpizas policiales a los viejos, se redujeron casi un 15%.
Empleo
Entre los ingresos derivados del trabajo se destaca el crecimiento de la precarización del empleo, tanto en salarios como en cantidad de puestos. La retracción de los salarios públicos se espeja con el crecimiento de los salarios privados no registrados, que son los empleados que están en negro. En criollo, Milei echó estatales e hizo crecer el negreo.
Martín Rapetti, economista del Conicet y director ejecutivo de la consultora Equilibra, dijo “Hay un poco de borrachera alrededor de estos ecosistemas”, dice. “Y a los sectores que sí generan empleo en estos dos años no les fue bien”. Esa dinámica económica es lo que explica las sucesivas derrotas del oficialismo en las elecciones provinciales.
Producción
Rapetti ve un límite en la capacidad del agro, la energía, la minería y la tecnología para arrastrar al resto de la economía. “Por el tamaño de su población, la Argentina está condenada a tener una estructura productiva diversificada. Ninguno de estos cuatros sectores es suficiente. No vas a ‘nadar en dólares’ con esos cuatro sectores. No dan los números”, dice.
Ese modelo es de una economía de enclave, con algunas provincias «integradas al mundo» y prósperas, y otras relegadas y estancadas. El caso de Neuquén es un ejemplo. Gracias a Vaca Muerta, tuvo un 4,5% de crecimiento en el empleo asalariado en un contexto adverso, en el que esa cifra para todo el país fue de -2,2%. Santa Cruz, con una caída de casi el 14%, fue la provincia con peor desempeño en ese índice.
El PBI se sostuvo en agosto gracias al auge de la bicicleta financiera, pero continuó derrumbándose la economía real. Así lo mostró el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) dado a conocer por el Indec este miércoles. La actividad económica creció un 2,4% en agosto respecto al mismo mes del 2024, mientras que aumentó un 0,3% respecto a julio pasado en la medición desestacionalizada. Por lejos, el rubro que más creció fue el de intermediación financiera, un 26,5% interanual gracias la intención del equipo económico de alargar la fiesta del carry trade. También, en contraste con «las ideas de la libertad», el rubro de más impacto en el índice final fue el de recaudación de la impuestos. Tuvo una incidencia de 0,9 y 1,5 puntos porcentuales respectivamente, por lo que entre ambos explican toda la variación positiva del EMAE en el mes.
El peligro de recesión sigue latente. La actividad cayó en cinco de los ocho meses del año, y descendió por un trimestre entero (entre mayo y julio). No se habla de recesión por motivos puramente técnicos. Las consultoras y bancos anticipan un mal mes de septiembre, ya que en el último Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) del Banco Central, publicado a inicios de octubre, pronostica una caída del PBI del 0,6% para el tercer trimestre del año.
El freno en la producción también se refleja en el indicador de Utilización de la Capacidad Instalada en la Industria, que en agosto alcanzó el 59,4%. Este es el peor registro para un mes de agosto desde 2020, cuando se encontraba en 58,4% en pleno aislamiento por la pandemia. A diferencia de aquella época, cuando la inactividad era obligatoria por un factor sanitario, el bajo uso de la capacidad instalada en 2025 se debe a factores puramente económicos, con sectores como la metalmecánica y los textiles operando con niveles de capacidad ociosa casi idénticos a los momentos más críticos del confinamiento.
Consumo deprimido
Septiembre cerró con un retroceso generalizado en las ventas minoristas PYME, reflejando una marcada fragilidad en el consumo interno. La demanda de los consumidores sigue condicionada por la pérdida de poder adquisitivo de los hogares y el endurecimiento monetario, con crédito escaso y muy caro. Se registraron caídas interanuales en todos los sectores. Según el Indec las ventas en supermercados cayeron -2,1% respecto a junio, lo que confirma un freno en el poder de compra. Los autoservicios mayoristas también registraron una baja de -0,8% en la misma comparación.
El consumo, ligado directamente a la cuestión del salario, sigue siendo el punto más frágil de la economía. Experimentó una caída interanual de 4,4% y un retroceso de 3,7% respecto al mes anterior. Esta contracción fue impulsada por el desplome de las ventas en los supermercados y mayoristas (con caídas mensuales superiores al -5%).
Deuda familiar
Los préstamos personales y tarjetas de crédito experimentaron una contracción real significativa a octubre, cayendo un 2% real respecto al mes anterior. Esta disminución fue impulsada principalmente por el segmento de tarjetas de crédito, cuyo stock se contrajo 3,6% real en el mes. En comparación directa con el máximo registrado en agosto, el financiamiento al consumo acumula una reducción del 3% real, lo que sugiere una tendencia una menor financiación de los hogares, sea por menor demanda de estos o por mayores requisitos de acceso impuestos por las entidades financieras.
Esto es muestra un deterioro que supera incluso los niveles críticos alcanzados durante la pandemia. Tras un período de relativa calma en 2023 y 2024, el índice de incumplimiento en créditos personales escaló hasta el 8,1% en agosto, superando significativamente el máximo del 7,2% registrado en agosto de 2021. De manera similar, la morosidad en tarjetas de crédito alcanzó el 6%, un valor notablemente superior al pico de 4,6% observado en julio de 2021.
Gobierno fracasado
Así llega el «especialista en crecimiento económico con y sin dinero» a lo que está estipulado como la mita de su mandato. Y así nos tiene, con los bolsillos rotos, los estómagos haciendo ruido, y el miedo constante de no llegar nunca con la plata. Y no olvidemos que mucho de lo que sucede es gracias al paquete de medidas tomadas a principios del año pasado, con unos cuantos «opositores» cómplices en la votación de la Ley Bases.
Por eso hacen falta voces de trabajadores, independientes, en el Congreso. Por eso el énfasis en la campaña del Nuevo MAS por un salario para poder vivir, de un trabajo, uno solo, como debe ser, que nos alcance y sobre. Y por eso la necesidad de no abandonar las calles. Si el Congreso nos dio poco y nada respecto al delirio de leyes y desregulaciones que le han dejado pasar al gobierno, la confianza tiene que estar puesta en aquellos que acompañan los reclamos de los trabajadores con el cuerpo.




