Los explotadores del campo vuelven al lock out

Finalmente, el gobierno aumentó las retenciones a la soja un 3% llevándola al 33%, tal como estipulaba la Ley de Solidaridad. Esto provocó la reacción de la Mesa de Enlace de toda la patronal campestre (sociedad Rural, Federación Agraria, CRA y Coninagro) llamando a un “paro” de cuatro días a partir del lunes que en realidad es un simple cese de comercialización: de paro están todo el año.

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Los impulsores del “paro” agrario se quejan de que las retenciones se llevarían el fruto de su trabajo cuando en realidad se dedican a mirar cómo crecen los cultivos por la fertilidad del país con el esfuerzo de los trabajadores rurales propios o los de los contratistas. No son originales, todos los capitalistas viven del trabajo ajeno, con la particularidad que aquí también se apropian de los frutos de la tierra.

Confederaciones Rurales Argentinas  lanzó su grito de guerra “nos vemos en las rutas” y arrastró al resto de las patronales que prefirieron mantener la unidad. Así, el sector más intransigente de las entidades agrarias arrastró al resto, que dudaban de impulsar medidas de fuerza como las del 2008.

Evidentemente no los frenaba la voluntad de sus propios miembros de llevarse hasta el último centavo exprimido a peones rurales y suelo argentino sino la indecisión frente al contexto político. El gobierno impulsado por el bloque social encabezado por los campestres a partir del 2008 viene de un fracaso rotundo y no hay una situación de simpatía generalizada por su “reclamo” de chetos como lo hubo en 2008. Luego de años de que el macrismo les saque a todos para darle a ellos, el slogan de “todos somos el campo” tiene una credibilidad mucho menor a la de hace algunos años. Claro que cualquier tipo de credibilidad para con ellos es demasiada.

Según informa el gobierno, la medida afectaría solo al 26 de los productores de soja (unos 15.000) que producen el 77% del volumen, mientras que el otro 74% de los productores (unos 42.000) se verían beneficiados o no alcanzados. Los productores de hasta 100 toneladas quedarán con una retención equivalente efectiva del 21%; los de entre 100 y 200 de un 24%, de 201 a 300, un 27%; de 301 a 400 toneladas una retención del 28%; de 401 a 500 toneladas un 29% y de 501 a 1000 toneladas un 30% de retenciones. Se les tomará como base la cosecha del año pasado para luego pagar por esta campaña.

En resumen, el gobierno apuesta a dividir a los campestres, trazando una línea en la producción anual de mil toneladas, pero al precio de subsidiar a la mayoría, a los que les baja las retenciones. Si tomamos a trazo grueso un rendimiento de 3,3 toneladas por hectárea es necesaria una superficie de más de 300 hectáreas para llegar a esa producción, lejísimos de lo que se puede considerar un pequeño productor.

De esta medida se desprende que la producción campestre de soja  está altamente concentrada (15.000 producen el 77%) pero no es cierto que el resto este arruinado a “no pueda pagar más impuestos”: según la Bolsa de Comercio de Rosario al 4 de marzo la soja cotiza a $14.360 la tonelada. Hay que ser  muy caradura para considerar que ingresos por 14.000.000 “no se pueda más” y entonces hay que subsidiarlos para cobrarles un poco más a los multimillonarios

De cualquier modo, se verá si la estrategia del gobierno funciona: si los campestres le creen al gobierno que les pagará el subsidio, cómo y en qué plazo. Hasta que eso se efectivice realmente, y eventualmente desactive la protesta, las mismas estarán a la orden del día. Si, a pesar de la zanahoria, la brecha entre el dólar oficial y el solidario aumenta no habrá subsidio que valga. Porque si hay algo que los campestres -grandes medianos y chicos- reverencian es el precio internacional de su mercadería.

 

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