Luego de relanzar la guerra comercial a nivel internacional, con centralidad en la disputa con China por la hegemonía mundial, Donald Trump firmó el pasado lunes decretos ejecutivos para imponer aranceles del 25% al acero y aluminio que ingrese a Estados Unidos.
Además, anunció que habrá impuestos adicionales para automóviles, chips informáticos y productos farmacéuticos. Como si fuera poco, adelantó que colocará aranceles con la misma tasa a aquellos países que cobren por el ingreso de artículos de producción norteamericana.
«Si nos gravan con el 130% y nosotros no, eso no seguirá así», afirmó el magnate ante la prensa local. Las respuestas no tardaron en llegar y diferentes consultoras y economistas advierten que el efecto de las medidas podría ser negativo, sobre todo en términos de inflación, uno de los aspectos económicos más sensibles de todo el globo.
En primer lugar, se trata de una reafirmación de la guerra que Trump inició desde los primeros días al frente de su segunda administración. Se focalizó en China, pero también le aplicó aranceles a Canadá y México, sus principales socios comerciales, los que luego suspendió por un mes, en base a un acuerdo para que dichos países envíen una mayor cantidad de tropas a sus respectivas fronteras.
A diferencia de dicha medida, los aranceles del 25% al acero y aluminio se le aplicarán a todos los países que buscan colocar dichos productos en Estados Unidos. El principal afectado, en ambas categorías, será Canadá. Justin Trudeau, primer ministro canadiense, manifestó este martes que los nuevos impuestos son «inaceptables» y ya prometió represalias.
En el acero, luego de Canadá, los principales proveedores son México, Brasil, China, Taiwán, Corea del Sur y Alemania. En el caso del aluminio se encuentran, además de los ya mencionados China y Corea del Sur, Bahréin, Argentina y Australia.
Por su parte, Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, órgano central de la Unión Europea (UE), indicó que los aranceles son «injustificados», que «no quedarán sin respuesta» y que avanzarán con «contramedidas firmes y proporcionales».
Esta guerra, de promesas de mayor arancelamiento a nivel mundial, es la que preocupa a economistas de todo color por el posible encarecimiento de los productos que pueda generar, en todas partes del mundo, que podría volver a traer el problema de la inflación, que fue tema principal de debate en prácticamente todas las elecciones importantes del último tiempo.
Por ejemplo, Benn Steil, director del Consejo de Relaciones Exteriores, una empresa importante de lobby norteamericana orientada a la política exterior, explicó que los impuestos provocarán «precios más altos para los consumidores», la «pérdida de empleo y competitividad de Estados Unidos», además de la posible respuesta arancelaria del resto de los estados.
La inflación volverá a ser uno de los temas centrales y uno de los índices a tener en cuenta par ver la respuesta de los trabajadores a las medidas de Trump. Las expectativas para el aumento de precios para el acumulado de este 2025 creció del 3,3% al 4,3% en solo un mes, de acuerdo a un informe que realiza periódicamente la Universidad de Michigan.