En el inicio de su segunda administración en la Casa Blanca, Donald Trump relanzó la guerra comercial y ya generó un sismo en la economía global, materializada en la baja de los valores de mercado del pasado lunes.
En un decreto firmado en los primeros días de febrero, el flamante presidente estableció aranceles del 10% para China y del 25% para México y Canadá, sus tres socios comerciales más importantes. Además, prometió que «pronto» iba a acordar impuestos a las importaciones provenientes de la Unión Europea e incluso, el Reino Unido.
Las disposiciones de aranceles generaron un verdadero terremoto en Wall Street y causó preocupación en parte de la burguesía industrial a nivel mundial, ante los posibles aumentos de precios y pérdidas de ganancias.
Las acciones de las principales empresas norteamericanas y los índices de las financieras de mayor incidencia en el mercado bajaron. Los movimientos también tuvieron su efecto en Argentina, cuyas acciones bajaron hasta en un 5%, lo cual provocó que el ministro de Economía, Luis Caputo, deba salir a tranquilizar las aguas y manifestar que el Gobierno no iba a modificar su «rumbo» económico.
Las respuestas de los líderes mundiales no se hizo esperar, con amenazas al propio de Trump de imponerle aranceles a los productos de exportación estadounidenses.
La fijación de una primera ronda de impuestos, que comenzarían en un 25%, por parte de Canadá y el anuncio de México de producir nuevos gravámenes llevaron a una primera tregua con los miembros de la NAFTA (el Tratado de Libre Comercio de América del Norte). Ahora, con la nueva imposición de impuestos a las importaciones de acero y aluminio, lo que incluye a México y Canadá, la tregua se termina antes de lo esperado.
Como parte del pacto de tregua en la guerra comercial, los dos países implicados aceptaron desplegar 10.000 militares de sus respectivas fuerzas de seguridad para cuidar la frontera con Estados Unidos, con el supuesto fin de combatir el narcotráfico, sobre todo de fentanilo, y evitar el ingreso de inmigrantes en forma «irregular».
La momentánea pausa en la guerra específica con Canadá y México había provocado una suerte de estabilización en las acciones, aunque la determinación de China podría volver a causar nuevos movimientos. Las consecuencias de los nuevos gravámenes todavía están por verse.
A forma de respuesta por los aranceles del 10%, Xi Jinping impuso tarifas de entre el 10 y el 15% a los productos norteamericanos. Son unos 14 mil millones de dólares en productos exportados desde Estados Unidos al gigante asiático.
En específico, el 10% se lo aplicará al petróleo crudo, a la maquinaria agrícola y a las camionetas mientras que el 15% irá al gas natural licuado (GNL) y a productos de carbón.
Como si fuera poco, lanzó una investigación contra Google y Nvidia, dos de los gigantes tecnológicos más importantes de todo el mundo, por presuntamente haber violado la Ley Antimonopolio de China, que tiene su base en un acuerdo logrado en 2020.