Estos son los dos candidatos que se disputan la presidencia en Chile. Una «comunista» ultra moderada (lo que es, obviamente, una contradicción en los términos) y un referente de la extrema derecha simpatizante del pinochetismo.
Jara, una “comunista” forjada en la escuela reformista del estalinismo chileno
Jeanette Jara es abogada, tiene 51 años y es militante del Partido Comunista desde joven. Se desempeñó como Ministra de Trabajo del gobierno de Boric desde 2022 hasta abril del presente.
Durante su gestión como ministra, destacó por su papel en la aprobación de tres reformas claves del gobierno: la reducción de la jornada laboral a 40 horas, los aumentos sostenidos del salario mínimo (con participación de la CUT, la principal central sindical del país) y la reforma al sistema de pensiones.
Estas reformas le ganaron críticas desde algunos sectores sindicales. La reducción de la jornada, por ejemplo, habilitó la introducción de mecanismos de flexibilización laboral por parte de los empresarios; asimismo, la reforma previsional dejó en pie las aseguradoras privadas de los fondos de pensiones.
A pesar de lo anterior, la percepción popular es que fueron reformas a favor de la clase trabajadora. No se puede perder de vista que se trata de Chile, un país que estuvo gobernado por una brutal dictadura que aplicó a fondo la agenda de los Chicago Boys y donde el Estado es “subsidiario” (no solidario, para no “entorpecer” la mano invisible del mercado capitalista). En este marco, cualquier regulación laboral formal puede fácilmente ser interpretada como un “avance”.
Por otra parte, Jara no plantea grandes cambios para destruir la herencia pinochetista. Por ejemplo, está a favor de reforzar las policías, incluido el cuerpo de Carabineros, que, como es bien sabido, fue una pieza central del aparato represivo empleado por la dictadura militar y durante la “democracia”, como quedó demostrado en la represión a las protestas de la rebelión popular de 2019.
En contraposición, en materia de género es el terreno en que Jara se muestra más progresista, pues defiende el aborto sin causales, la implementación de la Educación Sexual Integral y la remuneración del trabajo reproductivo y de cuidados. También, defiende la creación de un impuesto a los súper ricos y la regulación estatal de los servicios básicos.
Jara se presenta como una gestora de la conciliación de clases y defensora de reformas mínimas que no cuestionan el orden de la cosas en el Chile neoliberal post pinochetistista (una línea de continuidad con la administración Boric). Es una “comunista” forjada en la escuela reformista del estalinismo chileno, dentro del cual destaca como una de sus figuras más moderadas.
Es más, son públicas las tensiones que mantiene con la cúpula del PC, que la mira con recelo por sus posiciones laxas en temas sensibles para la “vieja guardia”; por ejemplo, ante los cuestionamientos sobre Cuba o Venezuela, respondió que no quería a “a Chile subordinado a gobiernos extranjeros ni modelos externos, por eso mantendré una política internacional basada en la independencia y el multilateralismo, defensora de los derechos humanos en cualquier lugar del mundo donde se violen”. Llegó a declarar que podría suspender o renunciar a su militancia para poder gobernar con mayor autonomía.
Aunque Jara es una candidata bastante moderada, al ser presentada como militante del Partido Comunista “asusta” a los sectores más conservadores de la población, en particular para el caso chileno que cuenta con un sangriento historial anticomunista, para quienes cualquier figura del PC es sinónimo de revolución (aunque sea un partido que no pone un pie por fuera del régimen).
Kast, el “nazi de Paine” que aspira llegar a La Moneda
José Antonio Kast tiene 59 años, también es abogado y se ubica en la extrema derecha del espectro político. Tras acceder al balotaje, consiguió erguirse como el epicentro de la derecha “pinochetista”. Tiene relaciones con el clan Bolsonaro en Brasil y con sectores de la extrema derecha europea.
Fue diputado por Santiago (2002-2018) y, en 2019, fundó el Partido Republicano. La campaña pasada se transformó en el fenómeno electoral de la derecha, pues ganó la primera ronda con un discurso contra los inmigrantes y pregonando la mano dura contra la delincuencia común. Es conocido como el “nazi de Paine”, en referencia al lugar donde se asentó su familia de origen alemana, así como al hecho de que su padre fue miembro del Partido Nazi. Es un defensor confeso de la dictadura de Pinochet.
Se alejó un poco del discurso de extrema derecha y giró un poco más hacia una posición de derecha menos radical. Es decir, se moderó un poco discursivamente y adoptó un perfil más conservador, dejando de lado la agenda radical que caracteriza a la extrema derecha, principalmente en lo que atañe a la llamada “batalla cultural”.
Por otra parte, es importante destacar el perfil de Kaiser y Matthei, las otras dos figuras de la derecha que tras quedar eliminados del balotaje, anunciaron su apoyo a Kast.
En cuanto a Johannes Kaiser, el cual finalizó en cuarto lugar. Además de su apellido imperial, el diputado y candidato del Partido Nacional Libertario (una escisión del Republicano) destaca por sus posturas de extrema derecha y su perfil disruptivo. Por su estilo disruptivo, se le suele asociar con Javier Milei; de hecho, su hermano es amigo del presidente argentino y en varias ocasioens realizó asesoría para su gobierno por medio de la Fundación Faro. Además, Kaiser reivindica los métodos represivos de Bukele en El Salvador, defiende al gobierno de Trump y es abiertamente pro-sionista.
A su lado, Kast parece una figura moderada y por ello aumentó su intención de voto entre el electorado de extrema derecha que no gusta del perfil conservador que adoptó el candidato republicano en la campaña.
Por ejemplo, Kaiser cuestionó el derecho al voto femenino y, para no dejar dudas de su misoginia, declaró que había que condecorar a los hombres que violaran a mujeres “feas”. También, declaró que “apoyaría un nuevo golpe de Estado” y está a favor de proscribir al Partido Comunista. Se presenta como la nueva extrema derecha, con un discurso contra las mujeres, los migrantes y defensor de las políticas represivas. Además, propone indultar a los represores de la dictadura pinochetista que están presos en Punta Peuco (cárcel de alta seguridad), entre ellos al Miguel Krassnoff.
En cuarto lugar se ubica Evelin Mattei de la Unión Demócrata Independiente (UDI) con el 14% de las preferencias. Esta economista de 71 años representa a la centro-derecha liberal, cuyo énfasis político es la “modernización” del Estado, la seguridad ciudadana y la gestión municipal.
Por último, se encuentra Mattei, la cual se ubicó en el quinto lugar de la votación general. Es hija del general de la Fuerza Aérea Fernando Matthei, quien fuera miembro de la Junta Militar liderada por Pinochet. Formada bajo los preceptos de los Chicago Boys, se presenta como la “derecha tradicional” (bastante a la derecha tratándose de Chile) y es una figura conocida del establishment burgués: fue ministra del Trabajo (2011-2013) del primer gobierno de Piñera, se postuló como candidata presidencial en 2013 y, además, fue alcaldesa de la comuna de Providencia (Santiago) entre 2016-2024.




