La batalla de Los Ángeles: la “raza” se planta contra la Casa Blanca

It has to start somewhere, it has to start sometime

What better place than here, what better time than now?

All hell can’t stop us now

Guerrilla Radio, Rage Againts the Machine

 

[Traducción: Tiene que empezar en algún sitio, tiene que empezar en algún momento

¿Qué mejor lugar que aquí, qué mejor momento que ahora?

 Ni el infierno puede detenernos ahora]

Desde el viernes pasado (6), la ciudad de Los Ángeles se transformó en un verdadero campo de batalla. La población latina, cansada de las redadas anti inmigrantes del gobierno de Donald Trump, tomó las calles y desplegó toda su ira contra los agentes federales del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).

Barricadas en las calles y autopistas, patrullas en llamas y banderas mexicanas ondeadas con orgullo en las calles del imperio. Esas son algunas de las -¡hermosas!- imágenes que nos está deparando esta semi-rebelión popular contra la “migra” y en defensa de la “raza” (términos chicano-mexicanos para denominar a los agentes migratorios y la comunidad, respectivamente).

Por otra parte, el gobierno estadounidense no titubeó en responder con métodos autoritarios que, además de atacar las protestas, también avasallan la legalidad y profundizan el choque de poderes en los Estados Unidos.

La cacería de inmigrantes de Trump

La xenofobia es un punto ideológico central del movimiento MAGA. Por tal motivo, desde que Trump retornó a la Casa Blanca, adoptó una serie de disposiciones para perseguir a los inmigrantes sin importar su estatus migratorio. Basta tener una tonalidad de piel “latina” para ser candidato a la deportación por parte de la “migra”.

Por ejemplo, comenzó a reorganizar el aparato represivo federal y de los estados controlados por gobernadores republicanos, con la finalidad de aumentar la escala de sus redadas en las ciudades y gestionar de forma más eficiente las deportaciones masivas.

Esto lo sintetizó de forma cínica Todd Lyons, actual director de ICE, para quien la agencia debería asemejarse a una compañía de logística, “como Amazon, pero con seres humanos”. La lógica con que opera la extrema derecha trumpista se asemeja a la del fascismo: emplea métodos racionales para alcanzar fines irracionales, en este caso, expulsar a millones de seres humanos por su nacionalidad.

Aunado a eso, la Casa Blanca invocó la “Ley de Enemigos Extranjeros” como marco jurídico para su campaña de deportaciones. Así, dio vía libre a las autoridades migratorias para que no se preocupen en probar las acusaciones que utilizan para las detenciones, pues dicha ley faculta al gobierno a detener y expulsar a las personas extranjeras sin necesidad de un debido proceso.

Por otra parte, desde hace varios meses se especulaba que el ICE iba a incrementar la cacería interna de migrantes. Como apuntamos en un artículo anterior, el endurecimiento de las medidas migratorias provocó un descenso del paso de indocumentados por la frontera con México. En vista de esto, las autoridades migratorias tenían que aumentar la presión a nivel interno para alcanzar la meta de un millón de deportaciones que el gobierno estableció para 2025.

La redada que derramó el vaso

Lo anterior nos lleva hasta Los Ángeles, más exactamente al estacionamiento del Home Depot ubicado sobre Alondra Boulevard. Este lugar es un reconocido centro de reunión de jornaleros inmigrantes, donde cada día suelen aguardar pacientemente a ser contratados por algún empresario.

Pero, este fin de semana, fueron sorprendidos por una camioneta blanca, de la cual se bajaron repentinamente un grupo de agentes encubiertos y sin identificación visible, los cuales procedieron a detener de forma aleatoria a varios de los jornaleros.

Lo que comenzó como una redada anti inmigrantes más, fue el detonante de un nuevo estallido social contra la represión y la opresión nacional. El miedo que durante meses azotó a cada migrante en los Estados Unidos, se transformó en rabia contra el gobierno xenófobo y racista de Trump.

Durante los meses previos, se observaron signos del descontento social acumulado por abajo. Por ejemplo, el 05 de abril se llevó a cabo la jornada de movilizaciones Hands off! (¡Saquen sus manos!), la cual reunió a más de 600 mil personas en defensa de los derechos democráticos de las mujeres, la población LGBTIQ+ y los inmigrantes, así como en apoyo a las exigencias de los trabajadores federales.

Asimismo, según una encuesta de ese mismo mes publicada por The Washington Post/ABC News/Ipsos, el 53% de los estadounidenses desaprueba la gestión de Trump sobre los temas de inmigración (un aumento de 3 puntos porcentuales con respecto a febrero).

Visto lo anterior, la revuelta de Los Ángeles es la expresión local del malestar que cunde a nivel nacional entre la población migrante. Cuando los agentes federales ingresaron a las comunidades latinas y detuvieron aleatoriamente 118 migrantes mientras trabajaban en las fábricas, tiendas de ropa y comercios, la reacción inmediata del conjunto de la población fue impedir colectivamente la detención de sus amigos, familiares y compañeros de trabajo.

Un reflejo “espontáneo” que, al mismo tiempo, denota un procesamiento colectivo de los primeros cuatro meses de experiencia con el gobierno Trump. “¿Qué hacer cuando la migra venga por nosotros?”, sin duda esta pregunta fue motivo de discusión en muchas cenas familiares, centros de trabajo o en actividades sociales.

Asimismo, en Los Ángeles existen grandes sindicatos que agrupan a miles de trabajadores de origen latino. Es el caso del SEIU (Sindicato Internacional de Empleados de Servicios) que, desde el año anterior, aportó su estructura organizativa para el establecimiento de redes de respuesta rápida a las redadas migratorias.

Todo esto permitió la constitución de un tejido social y experiencia organizativa previa que, ante el ataque de los agentes federales de ICE, sirvió como punto de apoyo para resistir. De acuerdo a un video de “Unión por el barrio” que circula en redes sociales, la reacción de la comunidad permitió la liberación de trabajadores migrantes que estaban detenidos dentro de las fábricas y comercios.

A pesar de las protestas, los agentes migratorios continuaron con las redadas durante los días siguientes. Pero esto no intimidó a los protestantes, quienes mantuvieron las movilizaciones y respuestas rápidas para liberar a los detenidos.

“No les tenemos miedo”, fue el grito de John Parker, uno de los manifestantes, hacia los agentes federales y policías. “Que se joda el ICE” y “Muerte a todos los policías”, fueron varias de las consignas pintadas en los edificios y paredes alrededor de las protestas, según reportó The Guardian.

Los informes que recibimos desde Los Ángeles, indican que las organizaciones y comunidades se están organizando para evitar que la policía “secuestre” a los manifestantes, una palabra que denota el desprecio de la población migrante hacia el ICE, cuyo accionar es visto como ilegal y, por ende, las detenciones que realiza son catalogadas como secuestros y no detenciones.

Aún es muy prematuro para saber si las protestas se van a extender a nivel nacional. Pero, hasta el monumento, la represión no hizo retroceder el movimiento y se reportan acciones solidarias en muchísimos lugares de Los Ángeles.

Otro aspecto visible de las manifestaciones, es la reivindicación de las naciones oprimidas dentro de los Estados Unidos. Como apuntamos al inicio del texto, son muchas las imágenes donde se ven las banderas mexicanas (y también de otros países centroamericanos) encabezando las movilizaciones u ondeando en las barricadas, un gesto bastante progresivo tratándose de trabajadores migrantes que, durante muchísimos años, fueron tratados como ciudadanos de segunda categoría por su nacionalidad, idiomas o color de piel.

De hecho, uno de los epicentros de las protestas es la comunidad de Paramount, un condado cuya población es predominantemente latina. De sus 51 mil habitantes, el 82% son de origen latino y un 36% nacieron en el extranjero. Además, en un 71% de los hogares se habla un idioma diferente al inglés.

La respuesta autoritaria de Trump

La respuesta de Trump ante las protestas no se hizo esperar. Declaró que “una gran ciudad estadounidense, Los Ángeles, ha sido invadida y ocupada por extranjeros ilegales y criminales”. Un lenguaje de guerra, el cual le es funcional para justificar sus intenciones de emplear las fuerzas armadas para la detención de migrantes.

En teoría, el gobierno estadounidense no puede utilizar el ejército para atender asuntos internos, tal como estipula la “Posse Comitatus Act”. Por este motivo, desde hace varios meses la Casa Blanca barajaba la posibilidad de recurrir a la “Ley de Insurrección”, con la cual podría burlar esta limitación constitucional.

Esto fue justamente lo que hizo Trump el fin de semana, con la finalidad de tomar control de la Guardia Nacional del estado y desplegar dos mil guardias para, según sus propias palabras, “liberar a Los Ángeles de la Invasión Migrante y poner fin a estos disturbios”.

Esto no sucedía desde hace seis décadas, cuando el presidente Lyndon B. Johnson envió tropas al estado de Alabama en 1965, con el objetivo de proteger a manifestantes a favor de los derechos civiles.

Por este motivo, el accionar de Trump abrió un fuerte debate político en los Estados Unidos, pues la movilización de la Guardia Nacional sin autorización del gobierno estatal es una medida autoritaria que cuestiona por la derecha el orden legal de las cosas. De hecho, el presidente amenazó con detener al gobernador de California, el demócrata Gavin Newson, debido a sus críticas a la Casa Blanca por movilizar a la Guardia, lo cual calificó de “incendiario”.

La plaza contra el palacio

La semi rebelión popular en Los Ángeles confirma que el mundo es más rico de lo que parece al ver lo noticiarios o leer los periódicos, saturados con las bravuconadas de Trump y las pugnas geopolíticas por arriba. Aunque la polarización es asimétrica y el clima político en los Estados Unidos es bastante reaccionario, también hay vida por abajo y la lucha de clases continúa.

El accionar de Trump se asemeja a la del aprendiz de brujo. De forma caótica y atropellada intenta cambiar abruptamente el orden de las cosas; quiere configurar un mundo nuevo a imagen y semejanza de sus anhelos políticos. Pero las sociedades son cuerpos vivos y, como tales, es posible que exploten ante los ataques constantes de los de arriba.

La reversibilidad dialéctica está inscrita como una potencialidad en la actual etapa. Los golpes reaccionarios y autoritarios pueden desencadenar respuestas por abajo en un sentido contrario.

Esto es lo que demuestra la lucha de la población migrante que, con el apoyo de sindicato y otros sectores sociales solidarios, están enfrentando en las calles la avanzada reaccionaria trumpista.

Una lección que la izquierda revolucionaria tiene que tener presente para ubicarse en el mundo actual y no incurrir en análisis unilaterales que, inevitablemente, conducen al pesimismo y al escepticismo con respecto a la lucha de clases.

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