Uno de los cantos de guerra de la derecha local es la baja de impuestos a los empresarios. Según los voceros de “Juntos” (antes “Juntos por el Cambio”, “Cambiemos” y mañana quien sabe) y los «libertarios», los empresarios pagan muchos impuestos. Este sería el motivo por el cual las empresas se funden o directamente deciden no invertir.

Algunos llegan a decir que hay empresas que pagan más impuestos que lo que recaudan a través de sus ganancias. Si esto fuera realmente así ¿acaso se quedan por algún tipo de patriotismo furioso? ¿Qué es lo que los hace permanecer en un país que mes a mes los saquea?

¿Esto es tan así?

Es dato conocido que América Latina es una de las regiones «en vías de desarrollo», lo que significa que hay una brecha importante de desigualdad. Por ejemplo, a pesar de que en Argentina la salud y la educación son servicios públicos, el escueto presupuesto que se le destina desde el Estado hace que se traduzca en que las escuelas exploten.

Pero ¿cómo se financia el Estado? A grandes rasgos, la estructura impositiva de un país tiene dos fuentes principales: una directa y una indirecta. La primera, que consideramos progresiva, son los impuestos sobre la renta y la ganancia. Es decir que quienes más tienen más pagan. La segunda, es el impuesto al consumo (IVA) que consideramos regresivo porque todos, sean ricos o pobres, pagan la misma cantidad.

Es importante saber que los mayores índices de recaudación impositiva en Argentina provienen del IVA. A cada una de las compras de alimentos que consumen las masas de trabajadores y sectores populares se les cobra un impuesto del 21%. Esta cifra es una de las más altas del mundo y su recaudación representa el 28% del total. Por otro lado, la de las cargas patronales es tan solo del 15%. Además el llamado «impuesto a las ganancias» que pagan tanto empresarios como trabajadores que ganan 150 mil pesos (aguinaldo incluido) representa un 19% de la recaudación. Pero a los empresarios se les reintegra el 50% y pueden pagarlo en dos pagos, mientras que a los trabajadores se les debita automáticamente sin devolución alguna.

Según la CEPAL (Centro de estudios para América Latina y el Caribe) en América Latina el 10% más acaudalado de la población que tiene el 71% de la riqueza tributa solo el 5,4 % de su renta. Estos números están muy lejos de los que se pueden ver en los países que más veneran estas figuras cipayas, donde los porcentajes están entre el 14% y el 20%.

Evasión

Mientras los seres mortales financiamos ese 28% del PIB, estos megachetos tienen a mano múltiples recursos para evadir la carga impositiva y salirse con la suya. ¿No me crees? Veamos un par de datos al respecto.

Un importante dato que brinda el informe de CEPAL es que gracias a la evasión de impuestos, América Latina pierde más de 320.000 millones de dólares al año. Miles de millones que podrían usarse en mejorar los sistemas de salud y educación. Sistemas que en este año y medio de pandemia vimos el nivel de deterioro que manejan. Sin embargo, estos recursos van a parar a paraísos fiscales como Panamá. Allí les permiten guardar enormes cantidades de dinero sin demasiadas preguntas y libres de impuestos. Otro método de evasión es la creación de empresas fantasma, donde firman tener mesas directivas y direcciones postales de dudosa existencia.

Durante el 2020 en plena pandemia se evadieron en paraísos fiscales 21.400 millones de dólares. ¿Cuántos respiradores, cuantos camas de terapias intensivas y cuantas vacunas se podrían haber comprado con ese dinero? ¿Cuántas IFEs iguales a la canasta básica familiar se podrían haber otorgado para combatir la pobreza? Según un informe de Justicie Tax Network, un grupo de expertos que se encarga de demostrar lo desiguales que son los sistemas impositivos en el mundo, los empresarios Argentinos están en el top 5 de los más evasores del mundo.

Pero si esto es tan evidente ¿en qué se basa la derecha para salir a decir que los empresarios pagan muchos impuestos? El principal argumento de los liberales vernáculos para decir semejante barbaridad es el informe anual del “Doing Business”. Este es un ranking totalmente arbitrario en el que se evalúan los países que tengan “buen clima para los negocios”. Los favorecidos son aquellos en los que se pagan menos impuestos, hay menos leyes laborales y mayor precarización laboral. Estas serían las razones, según el Doing Business, que llevan al éxito de las inversiones empresariales.

Por eso, para ellos es más provechoso hacer negocios en Ruanda que en Francia, o en Georgia antes que en Alemania, o en Corea del Sur antes que en Estados Unidos. Si te queda alguna duda sobre la seriedad de este ranking, te va a ser útil saber que quien fue su director hasta el 2017, Paul Romer, dijo que renunció por la falta de “transparencia” del mismo. Luego de esto, el Banco Mundial (un ente insospechado de compartir posiciones con Izquierda Web) suspendió el Doing Business sin fecha de retorno.

¿Y entonces?

Manuela Castañeira, candidata a Diputada Nacional por la Provincia De Buenos Aires propone exactamente lo opuesto a los liberales y los macristas: poner altos impuestos a los grandes empresarios para financiar la salud, la educación y combatir la pobreza. A la luz de los datos analizados en esta nota, parece una propuesta digna de ser considerada