Primera vuelta electoral

Francia: la ultraderecha de Le Pen ganó la primera vuelta legislativa y podría llegar al gobierno

El oficialismo quedó tercero con un flaco 20% de los votos, por detrás de Rassemblement National (33%) y la coalición Nuevo Frente Popular (PS + Mélenchon, 27%). De llegar al gobierno, sería la primera vez que Francia quede bajo mandato de la extrema derecha desde la ocupación nazi.

Rassemblement National, el partido xenófobo y derechista encabezado por Marine Le Pen conquistó el primer lugar en las legislativas del domingo. De llegar al gobierno, sería la primera vez que Francia quede bajo mandato de la extrema derecha desde la ocupación nazi.

La primera vuelta de las legislativas estuvo marcada por el desplome del oficialismo ligado al presidente Emmanuel Macron. El mes pasado, Macron disolvió la Asamblea Nacional y convocó a elecciones anticipadas luego de ser vapuleado por Le Pen en las elecciones del Parlamento Europeo. La maniobra le allanó el camino a la ultraderecha de RN y puso la firma en el acta de defunción del macronismo.

El oficialismo quedó tercero con un flaco 20% de los votos, por detrás de Rassemblement National (33%) y la coalición Nuevo Frente Popular (PS+Mélenchon+PC+Verdes, 27%). De cara a la segunda vuelta del 7 de julio, queda por verse si Le Pen consigue alcanzar una mayoría absoluta que le permite nombrar un nuevo Primer Ministro desde el Parlamento.

En ese caso, se generaría lo que denominan una cohabitación en el gobierno en tanto todavía restan dos años del mandato de Macron, con fecha de vencimiento en 2027. En los hechos, se trataría de la llegada de la ultraderecha al poder en Francia por primera vez desde la Francia de Vichy, la experiencia de colaboración con el nazismo que revindicaba Jean – Marie Le Pen, padre de Marine.

El peligro histórico de la extrema derecha en Francia

La corriente política liderada por Le Pen es de larga data en Francia. Pero en los últimos años pasó de la semi – marginalidad electoral a la primera plana de las encuestas y las legislativas. Un camino que empalma con el auge de las formaciones de extrema derecha y derecha extrema en Europa y otros puntos del planeta durante los últimos años.

La corriente de Le Pen, originalmente liderada por su padre, Jean-Marie Le Pen, ha girado del antisemitismo simpatizante del régimen de Vichy (aliado a los nazis) a la xenofobia islamofóbica. Un curso natural en las últimas décadas de la extrema derecha, que pasa de un odio xenófobo a otro.

Trump, Bolsonaro, Meloni y Milei son sólo algunos ejemplos de dicho fenómeno. Un avance de casilleros por parte de los sectores más conservadores del arco político posibilitado por la suma de crisis a nivel global (económica, climática, migratoria) y por la tendencia cada vez más marcada a la polarización política y geo – política.

De concretarse, la llegada de RN al gobierno francés implicaría un nuevo escalón alcanzado por este tipo de formaciones. Francia es la segunda economía del viejo continente y la primera potencia militar de la región, posicionándose como un actor geopolítico central.

A lo largo de los años, Le Pen y sus acólitos han demostrado su raíz ultraderechista una y otra vez. Recientemente, RN propuso limitar los derechos de ciudadanía a personas nacidas en Francia. Una medida xenófoba y anti – migratoria escandalosa, que parece revivir las tradiciones racistas que reivindicaban al francés de origen. Un gobierno que incluyese a estos sectores sería una amenaza permanente para los trabajadores y los sectores populares de Francia. Especialmente para los sectores más explotados y marginalizados, como los trabajadores migrantes e hijos de migrantes.

La debacle del centro – derechismo macronista

Macron se ocupó de darle el empujón definitivo a Le Pen para catapultarla como opción de gobierno. La escandalosamente antidemocrática elección sorpresa en el mejor momento electoral de la ultraderecha dilapidó el (poco) capital electoral restante del gobierno y lo puso en manos de RN.

El contexto de caos que se le imprimió a una campaña de pocos días favoreció la efervescencia derechista de Le Pen. Como si fuera poco, Macron dedicó su campaña a demonizar al reformismo residual (PS + Melenchon) en un discurso que igualaba a la izquierda y la ultraderecha de Le Pen como «extremos» equivalentes.

El actual presidente francés llegó a declarar que cualquiera de los otros candidatos traía consigo posibilidades de «guerra civil» en Francia. Un acto de mistificación cobarde y reaccionaria por parte de quien supo actuar en frente único con la propia Le Pen hace sólo un año, cuando el gobierno usó los escaños de la ultraderecha para aprobar la Reforma de las Pensiones. Mientras negociaba con Le Pen, Macron reprimió brutalmente las masivas movilizaciones contra la reforma.

En su momento, Macron irrumpió en la escena política como una suerte de mediador sobre el desplome de los partidos tradicionales. Tras siete años de desgaste con una tendencia cada vez más derechista y de confrontación con la movilización popular, Macron termina desplomándose para abrirle paso a la extrema derecha de Le Pen.

Complementariamente, los sectores más moderados del electorado migraron hacia la coalición reformista del Nuevo Frente Popular como respuesta al peligro de un eventual gobierno ultraderechista. Sólo así se explica la revitalización del Partido Socialista, que parecía muerto y enterrado tras largos años de gestionar la miseria capitalista en Francia.

En todo caso, el resultado de la segunda vuelta electoral sigue abierto. La corta semana que resta será de campaña frenética y no está claro todavía cómo la sociedad francesa procesará en ese corto tiempo los resultados del último domingo.

Es evidente que existe un sector de la sociedad francesa que ve con preocupación los desarrollos electorales y se apresta a rechazar el ascenso de Le Pen por vía electoral. Pero también es claro que los límites de las formaciones que integran el Nuevo Frente Popular evitan que se desarrolle una verdadera resistencia al ascenso de la derecha, que debería sobrepasar los límites de lo electoral y concretarse por la vía de la movilización social. La «izquierda» del régimen, a contramano de los hechos, se prepara para acordar con el macronismo y sostenerlo a toda costa.

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