Juan Grabois y la doble cara que lo caracteriza. Pasó de repudiar el genocidio en Gaza a participar del mismo acto sionista que Javier Milei. Progre en lo discursivo y oscurantista en los hechos.
El silencio del peronismo sobre el genocidio sionista en Gaza es vergonzante y cobarde. Mientras millones de personas se movilizan a nivel internacional para exigir un alto al plan de exterminio, el partido argentino que se dice popular guarda silencio para no incomodar al lobby sionista local. Y eso cuando no optan por apoyar abiertamente la masacre de la población palestina.
Hace algunas semanas fue Leandro Santoro quien dijo que el desarrollo económico de Israel en las últimas décadas era «un modelo a imitar». No le pareció necesario mencionar que dicho «desarrollo económico» se sustentó materialmente en la Nakba permanente, el desplazamiento y asesinato sistemático de la población palestina.
Otro que decidió jugar con la línea sionista fue Guillermo Moreno, un figura levemente bizarra del peronismo de derecha. En una entrevista radial habló del peronismo judío y nombró al «compañero Netanyahu». Dicho compañero acaba de anunciar planes concretos para ocupar totalmente la Franja de Gaza y llevar a las últimas instancias el exterminio contra los palestinos.
La sensibilidad sionista de Juan Grabois
«Las acciones del gobierno de Israel sobre el pueblo palestino son crímenes de guerra que claman al cielo» decía Grabois en mayo, a través de su cuenta de X. La cita parece muy progre en abstracto, como la mayoría de la perorata tibia del candidato papista. Pero el progresismo se desvanece apenas se contrastan las palabras de Grabois con la realidad y con su propia actividad política.
Solo dos meses después de publicar el tweet anterior, Grabois asistió al acto en conmemoración del atentado a la AMIA, organizado por esta institución. El acto contó con varias presencias destacables además de Grabois, entre ellas el propio Milei. Algunos medios se sorprendieron por la coincidencia en tiempo y espacio de ambos personajes, a priori opositores mutuos. De hecho los cronistas señalan que el dirigente de Patria Grande quiso acercarse al escenario, en la zona reservada para Milei, pero fue «disuadido» para que la foto de ambos no pasara a la posteridad.
Grabois dijo que asistía a dicho evento en solidaridad con «un atentado contra argentinos». Pero los actos de la AMIA no son una mera conmemoración. La línea política de esta organización es claramente sionista. En febrero de este año, la AMIA organizó junto a otras organizaciones una movilización en Buenos Aires para apoyar el genocidio israelí contra los palestinos.
Allí se destacó el discurso escupido por el titular de la AMIA, Amos Linetzky, que calificó a la población palestina de «fundamentalista» y repitió todos los lugares comunes del relato sionista. Linetzky dijo, en un solo hilo de atrocidades, que el referente de DDHH Adolfo Pérez Esquivel es «un vocero del islamismo fundamentalista». La Cruz Roja, por su lado, sería un «títere de Hamás».
¿Qué es Grabois?
Juan Grabois lleva ya varios años merodeando en la interna peronista. En la última elección nacional se consolidó como una pieza más en el engranaje electoral del justicialismo. Su función quedó bien definida en la interna con Massa: la vertiente de Grabois es una variante progresista testimonial respecto de la línea mayoritaria del peronismo conservador (en todas sus variantes, desde el massismo al kirchnerismo pasando por Kicillof y otros).
El procedimiento fue brutalmente claro en 2023. Grabois presentó su lista a último momento como un gesto de supuesto descontento ante la elección de Massa como candidato unitario. Descontento que no pasa nunca de los gestos y lo simbólico, ya que la única intención de Grabois es cubrir por izquierda el curso derechista del peronismo.
En 2023 presentó un «programa popular» para «condicionar la candidatura de Massa». Ya desde el minuto cero Grabois dio por perdida la interna. Nunca tuvo intenciones ir a contracorriente para disputar el perfil oficial del peronismo. Con esa táctica política, hablar de cualquier programa es una mera mistificación.
Grabois es hoy un órgano más de entramado peronista. Nada hay de nuevo ni renovador en una figura que se dice «popular» pero que demostró holgadamente que las palabras progresistas no alcanzan para borrar el contenido enteramente reaccionario de su «programa». Veamos algunos avatares del graboisismo reciente.
En 2018, año de la histórica Marea Verde que conquistaría el aborto legal, Grabois dejó en claro que su sensibilidad no alcanza a las mujeres ni a la comunidad LGBT+. Sucede que Grabois es un papista declarado, defensor a rajatabla de los «valores» católicos patriarcales. Aquí no hay ninguna contradicción respecto al resto del «programa» graboisista. La triple T (tierra, techo y trabajo) es una formulación propagandística de una visión profundamente paternalista y conservadora respecto a «los pobres» y los trabajadores en general.
Para esta corriente, los trabajadores no necesitan elevarse políticamente, asumir las tareas de la sociedad y la dirección de los asuntos comunes en sus propias manos. Lo único que necesitan (y merecen) los trabajadores y sectores populares serían algunos bolsones de comida y la vigilancia paternalista de la Iglesia.
No es ningún invento de Grabois. Esta idea abreva concretamente en las posiciones históricas de Perón y está de moda entre aquellos que piensan que el kirchnerismo se pasó de progre, como Guillermo Moreno y otros igual de rancios. El año pasado, un burócrata de segundo orden del peronismo universitario bonaerense sintetizó la idea: el peronismo habría perdido la elección de 2023 porque no se apoyó lo suficiente en los valores tradicionales (es decir, patriarcales, anti feministas) de la «Argentina católica».
Otro hito en el graboisismo reciente fue aquella entrevista en la que el referente pidió «paredón» para los docentes y empleados estatales que piden aumentos de salarios o hacen paros por mejores condiciones de infraestructura escolar. Una declaración llamativamente similar a los pedidos de «bala» que realiza cotidianamente Espert contra piqueteros, trabajadores en conflicto o militantes de izquierda. Una vez más, como con respecto a la AMIA, el ala «progre» del peronismo parece estar muy cerca de la ultraderecha mileísta.
El peronismo sionista y un movimiento político sin perspectivas propias en la nueva época
Lo de Grabois alrededor de la cuestión palestina es una nota más entre los dirigentes peronistas y filo peronistas respecto al tema. No existe un solo partido, grupo, dirigente u organismo oficial peronista que haya rechazado consecuentemente el genocidio en Gaza.
Se trata de una directriz general: no cuestionar el lobby sionista local e internacional. Una vez más, no es un invento de Grabois. Juan Domingo Perón fue un adelantado en la complicidad con el sionismo. Ya en 1948, Perón auspició la visita al país de varios funcionarios sionistas, solo meses después de iniciada la Nakba.
Al día de hoy todo el arco político peronista guarda silencio o maquilla sus verdaderas posiciones frente al genocidio. No es de sorprender. El peronismo es el primer partido de Estado en la Argentina. Su destino está atado necesariamente a las perspectivas del Estado argentino, del establishment político y de la burguesía argentina. Y siendo el Estado argentino uno con rasgos semi coloniales o de dependencia imperialista, no es de extrañar que los partido del régimen se nieguen a condenar las acciones del Estado de Israel, un enclave colonial aliado a EEUU en Medio Oriente.
En todo caso, es sintomático que el ala más a izquierda (o menos a derecha) del peronismo no pueda siquiera tener una posición mínimamente consecuente respecto al genocidio sionista. La masacre contra la población palestina en Gaza y Cisjordania es un punto de quiebre en la historia reciente. Una de las marcas más concretas del cambio de época que opera a nivel internacional y que pone sobre la mesa el retorno del horror y el exterminio imperialista – colonial. Tan grande es el impacto del genocidio en la conciencia de millones que algunos de los Estados imperialistas más antiguos del planeta están mudando su posición diplomática para aislar a Israel y forzar alguna atenuación de la masacre.
Algo que han dejado en claro los dirigentes peronistas (presentes y pasados) es que no poseen ni un gramo de confianza en las posibilidades de acción independiente de las masas trabajadoras. La semana pasada, una enorme movilización independiente inundó las calles de Buenos Aires para reclamar un alto al genocidio. Las organizaciones peronistas se ausentaron de plano de esta convocatoria. Su única perspectiva es atarse a las fórmulas y convenciones conocidas del status quo capitalista de las últimas décadas. Pero sucede que dicho status quo está quebrándose y transformándose, dando paso al caos informe.
La única posibilidad de superar la crisis y la barbarie capitalista radica en la entrada en acción de los explotados y oprimidos con una perspectiva anticapitalista. Esta perspectiva es absolutamente ajena a la cabeza de Grabois y de cualquier figura peronista que se pueda imaginar. Grabois (y otros como él) propone solucionar la crisis argentina con bolsones de comida y estampitas de la Virgen. Grabois dice que repudia el genocidio pero se reúne con el lobby sionista local. Grabois, como muchos otros, está listo para pasar al lugar que merece: el basurero de la historia.