El reclamo del Hospital Garrahan es de médicos, enfermeras y enfermeros, técnicos, administrativos. Desde hace días, el gobierno viene mintiendo y provocandó, mezclando sus deseos explícitos de destruir un hospital de reconocimiento internacional con mentiras sobre los salarios de los trabajadores.
Una de las mentiras públicas del gobierno fue que se había resuelto el reclamo de los médicos residentes con un aumento salarial que llevaba su salario a 1.300.000 pesos. Un médico de planta no llega al millón de pesos de salario. Un residente, que trabaja 65 horas semanales, no llega a los 900 mil pesos. El reclamo es claro: el gobierno está imponiendo la indigencia a los trabajadores de un hospital de reconocimiento en toda América Latina.
El gobierno miente. Nunca llevó semejante oferta salarial a la mesa de negociación. Se trataba de un bono no remunerativo para calmar las aguas del debate público político y poder seguir destruyendo la salud pública sin cuestionamientos.
Su objetivo es la destrucción de la salud pública en general, y todo lo que dicen es siempre una excusa para justificar que para ellos lo único que merece existir es lo que pueden convertir en un negocio para los ricos. Todo lo demás lo quieren destruido.
El rechazo de los trabajadores fue unánime, y asambleas masivas decidieron profundizar las medidas de fuerza para los próximos días. La respuesta del gobierno son las amenazas de sanciones a los médicos residentes a través de la administración del hospital. «No obstante, consideramos que, tras la propuesta comunicada y oficializada antes de ayer, corresponde cesar las medidas de fuerza para evitar la aplicación de sanciones en el futuro» dice, amenazante, el correo enviado por la administración mileísta del Garrahan.
Y, con una caradurez sin límites, sostienen que «lo que realmente importa es la salud y la atención de nuestros niños». La excusa de «los niños» de parte del gobierno que viene destruyendo el hospital es simplemente repugnante. Los trabajadores denuncian que ya son alrededor de cien los profesionales que se vieron obligados a renunciar porque con los salarios que impone Milei no pueden sobrevivir. Con un presupuesto cada vez más reducido, también denuncian se redujo la atención. “Nuestro reclamo es un aumento salarial. Nosotros perdimos alrededor de un 50 por ciento de nuestro sueldo con la inflación. Un residente de primer año está cobrando 779 mil pesos, cifra por debajo del límite de pobreza” denunció una trabajadora residente en los medios de comunicación.
La lucha de los trabajadores del Garrahan es, precisamente, para que el hospital siga funcionando y atendiendo a los niños. Mientras tanto, el gobierno y sus funcionarios dicen explícitamente que su voluntad es destruir todo con lo que no puedan hacer un negocio.