Artículo editado a partir de la ponencia sobre poesía palestina realizada por su autora en el X Congreso de Estudios Poscoloniales que se realizó entre el 3 y 5 de diciembre en la Universidad de San Martín. Es el comienzo de un estudio en curso acerca de la literatura palestina en la resistencia a la ocupación colonial.
La poesía palestina en su contexto histórico
En primer lugar es necesaria una breve periodización de las circunstancias históricas que rodean a la literatura que vamos a analizar. En el caso de la poesía palestina, sería imposible proceder sin antes examinar estos hechos que dan el sustento temático de las producciones que son el centro de este trabajo.
La historia de Palestina durante el siglo XX es una historia de conflicto, entre sucesivos poderes imperialistas y la resistencia de una población que desarrolla al calor de esos choques una identidad nacional distintiva que se consolida a través de la cultura y, en particular, de la poesía.
A principios del siglo XX, el territorio que denominamos Palestina era parte de las “provincias árabes” del Imperio Otomano. Luego de la Primera Guerra Mundial, Francia y Gran Bretaña traicionan las esperanzas de los países árabes de apoyar sus proyectos de independencia y se dividen el territorio que pasa a estar bajo el régimen del Mandato, por el cual se establecen gobiernos locales tutelados por autoridades imperialistas. Palestina cae bajo el Mandato Británico.
En simultáneo con estas transformaciones, desde fines del siglo XIX se había empezado a desarrollarse en Europa el sionismo, el proyecto colonial del «nacionalismo judío». Este movimiento defendía un proyecto de ocupación territorial y expulsión de la población nativa con la excusa del derecho del pueblo judío a constituir una nación propia. El territorio indicado para establecerla eran las «tierras sagradas» de los alrededores Jerusalén y del río Jordán, como el lugar prometido por Dios para ellos. Poco a poco, colonos judíos se instalan en el territorio de Palestina y conviven con los lugareños. Sus intenciones son expansionistas y compran la mayor parte de tierra posible a sus propietarios árabes. Las autoridades británicas habilitan este proceso migratorio y apoyan públicamente la constitución de un Estado judío con la Declaración de Balfour en 1917.
La migración poblacional de judíos europeos a Palestina da un salto de calidad con la llegada de Hitler al poder en Alemania, que incluyó acuerdos entre el régimen nazi y los líderes sionistas. Y una vez finalizada la guerra, como producto de la presión del sionismo y de la culpa europea por el antisemitismo generalizado que abrió el camino para el Holocausto nazi, en 1947 se vota la famosa resolución de la ONU que parte el territorio de Palestina creando el Estado de Israel. Tuvo un peso no menor el deseo de las potencias imperialistas occidentales de tener un aliado en la región. Fue una partición inequitativa y que se impone contra la voluntad del pueblo palestino, que era la mayoría de la población pero al cual se le asignaba una porción minoritaria del territorio. Entonces se produce la Nakba, la tragedia, una avanzada brutal del recientemente constituido Estado de Israel sobre el pueblo palestino. La mitad de la población palestina fue expulsada de sus hogares y la mitad de sus ciudades y pueblos destruidos. No satisfechos con esto, el ejército israelí desarrolla planes para seguir ampliando su territorio y apropiándose de más tierras que las establecidas por la resolución de la ONU. En 1968, tomando como excusa ciertas conflagraciones menores con países árabes colindantes, el ejército de Israel ocupa los territorios de Cisjordania y Gaza.
En nuestro análisis histórico seguimos las definiciones del historiador Ilan Pappé, quien considera al establecimiento del Estado de Israel como una forma de colonialismo de asentamiento que opera a través de la sustitución poblacional de los árabes-palestinos por los judíos-europeos. Según Pappé, desde la fundación del Estado el sionismo tuvo por objetivo la apropiación de la mayor cantidad de territorio posible con la menor cantidad de palestinos posibles viviendo en él. Es por eso que ha desarrollado una política de limpieza étnica que en los últimso años (2023-2025) se ha transformado en liso y llano genocidio, con el bombardeo constante de la Franja de Gaza.
En simultáneo al establecimiento del Imperialismo Británico y luego el Estado de Israel en el territorio palestino, la academia europea colabora con los proyectos coloniales a través de la formulación de discursos que legitiman esta dominación. Edward Said ha elaborado una historia del “orientalismo”, el área de estudios académicos sobre el Oriente desarrollada en Europa. El orientalismo surge mucho antes que el período que nos compete en este trabajo y resulta un sustrato sumamente útil a las ambiciones imperialistas sobre el Oriente Medio en el siglo XX. Se trata de una disciplina con pretensiones de cientificidad que construye una serie de estereotipos negativos sobre los “orientales” en general y los “árabes” en particular. Crea la imagen de que la población árabe es “atrasada”, “violenta” y representa una amenaza para la democracia y modernidad occidental. Sobre la base de esto, es deseable para todo europeo de bien e incluso para los mismos árabes que se establezcan poderes europeos para dominar el territorio de medio oriente.
Por otra parte, mientras se despliegan sobre el territorio de Palestina estos poderes colonialistas, durante el siglo XX las comunidades de este territorio comienzan a articular una identidad nacional propia y a expresar sus demandas y su resistencia frente a los poderes que se le imponen, como lo desarrolla la historiadora Leyla Dakhli.
En 1936 se registraran las primeras protestas palestinas de importancia contra la ocupación sionista y el mandato británico. En 1987, la Intifada fue una explosión de cólera colectiva ante la violencia e injusticia cotidiana que sufre la población de Cisjordania, una movilización de masas que puso en crisis al propio Estado de Israel. Sin embargo, en 1993 se firman los Acuerdos de Oslo entre Israel y el partido mayoritario de Palestina, la OLP, anunciados como un acuerdo de paz y considerados por muchos (como el poeta Mahmoud Darwich) como una traición a la lucha del pueblo palestino por su liberación.
La poesía en el centro de escena: tres episodios
En simultáneo con las formas de resistencia específicamente políticas o militares, otra forma de resistencia se desarrolló en el campo literario, donde la poesía fue un medio para dar voz a la resistencia contra el poder imperial británico primero y, especialmente, contra el colonialismo sionista.
La poesía es desde un momento temprano el género privilegiado para una renovación de la literatura árabe y en particular el surgimiento de una literatura palestina, que fue por primera vez más allá de las historias puramente folklóricas, religiosas o sentimentales. La poesía palestina se hizo concreta durante el siglo XX y especialmente luego de la Nakba: habla de la opresión, de la violencia, de la guerra. Reivindica la identidad palestina, el vínculo del pueblo con su tierra, se opone a la ocupación colonial y permite a los palestinos alzar la voz frente a los discursos de sus opresores.
La poesía es el género privilegiado por ser un tipo de literatura ideal para ser compartida. A diferencia de los géneros narrativos extensos como la novela, que suele ser leída de manera individual y en privado, la poesía de formato breve puede ser recitada ante un público, puede incluso transformarse en canción. Además, puede ser memorizado y permanecer con uno más allá de éxodos forzados, bombardeos y destrucción de viviendas, escuelas e imprentas. La lectura o recitación de poesía permite un modo de recepción y transmisión social y comunitario y es por eso que ocupó el lugar de dar voz a los palestinos a quienes el sionismo y el orientalismo querían mantener callados.
Los principales poetas palestinos del siglo XX escriben acerca de los sufrimientos y la lucha de su pueblo y consideran a la literatura como un medio para dar continuidad e impulso a esa lucha. Se podría decir que esta literatura está en la antítesis del “arte autónomo” sobre el que teorizó la teoría literaria europea en las primeras décadas del siglo XX. La “esfera política” por un lado y la “esfera literaria” por otro son una abstracción imposible de aplicar para el estudio de la sociedad y cultura palestinas. Y esto no es sólo una característica de la literatura palestina, sino de la literatura árabe en general desde principios del siglo. Así lo afirma Leyla Dakhli, quien remarca el rol de los intelectuales y “hombres de letras” en las primeras peleas por la autonomía de las provincias árabes: “la revolución de 1908 [que desencadena una serie de reformas políticas y sociales en el Imperio Otomano] hace entrar la cuestión de la lengua en la política. Los intelectuales se involucran en esta misión: se perciben como los traductores del pueblo en dirección al poder, los vectores de sus aspiraciones” (Dakhli, 19). Las décadas de los 20 y 30 son las de una modernización creciente de la mano de estos intelectuales y nuevas burguesías en las principales ciudades del mundo árabe. Palestina llegaría un poco más tarde a esta tendencia. De acuerdo a la opinión de la mayoría de los expertos, la “época dorada” de la literatura palestina, en íntima conexión con el contexto social y político, se desarrollaría a partir de la Nakba de 1948.
Los poetas palestinos consideraron su deber social dar voz a su pueblo y sus demandas, rebatir la “historia oficial” del sionismo y unir al pueblo palestino (disperso entre el interior de Israel, Gaza, Cirsjordania y en el exilio) con una misma voz. Una “literatura comprometida” (Salam Mir señala la popularidad de la que gozó Sartre entre los poetas e intelectuales palestinos) con la liberación nacional.
En la poesía palestina encontramos distintos tipos de operaciones: denuncia de los sufrimientos e injusticias a partir de la descripción de los hechos; nostalgia por las épocas de paz con escenas de idealización de la tierra y las costumbres tradicionales; expresión de los sentimientos del yo-lírico que vivió la expulsión de sus tierras y el exilio. Nos queremos detener en particular en el carácter polémico de la poesía palestina, es decir, de una poesía que despliega argumentos para rebatir el discurso sionista y reafirmar la propia identidad. La polifonía es una constante: numerosos poemas ponen en escena un diálogo entre el opresor y el oprimido, o se refieren directa o indirectamente al discurso del opresor para responderle. Esta literatura polémica sale a confrontar y desborda las instituciones literarias: los poemas llegan a ser discutidos en los medios de comunicación y en las sedes del gobierno, al interior de Palestina e Israel y luego, en el mundo.
Queremos examinar tres casos en que la poesía palestina adquirió estatus “público” interviniendo directamente en la “esfera política” y siendo leída como un terreno de disputa fundamental por el propio Estado de Israel.
El primer episodio, transcurrido en 1920, comenzó en un acto político del sionismo en la ciudad de Jerusalén y terminó en una disculpa pública parcial del poeta iraqí Ma’ruf Ar-Rusafi. El poeta estuvo durante algunos meses viviendo y enseñando en la citada ciudad. Durante su estadía, asistió a un acto organizado por el alto comisionado por Palestina, el sionista Herbert Samuel, quien se encontraba enfrentado con la comunidad árabe palestina de la ciudad. Al parecer por propia voluntad, Ar-Rusafi escribió luego del evento un poema de elogio hacia Samuel:
Samuel followed him with another speech
Full of magic, without the blemishes of magicians,
Endorsing the praise of past Arab glory (…)
He declared, whilst the audience was all ears,
‘We shall repair what age has spoiled,
And lend you a certain helping hand-
To raise the pillars of science once more.’
Thou hast promised, but the people are in two minds:
The sceptic and those hopeful of fulfilment.
Thou are honest, give the lie to the sceptic
And prove that a promise is a honest man’s debt.
We are not as we have been falsely accused
Enemies of the Jews, overtly or in secret.
The two people are but cousins,
In their language is the proof.
But we fear expulsion from the homeland
And being ruled by force of arms.
(Khulusi, 66)[1]
Una cuestión a destacar es el carácter periodístico que tiene el poema. Ar Rusafi utiliza el género lírico para hacer un comentario sobre los discursos que presenció, del mencionado Herbert Samuel y de un académico orientalista llamado Abraham Shlomo Yahuda. En sus versos cita la promesa (luego incumplida) del comisionado británico de crear una facultad de estudios árabes en Jerusalem. A su vez, interviene con la poesía sobre los debates del momento: tres años antes había sido emitida la declaración de Balfour, en la que el Imperio Británico expresó su apoyo al proyecto sionista de establecer un hogar nacional judío en Palestina. Esta declaración abrió una brecha entre las comunidades judías europeas recientemente instaladas en el territorio y las comunidades árabes cristianas y musulmanas que eran la mayoría de la población. Ar’Rusafi, árabe musulmán, se refiere a la brecha que también se abrió entre la propia comunidad árabe, entre los “escépticos” y los “esperanzados”, posicionándose entre los últimos y llamando a confiar en las buenas intenciones de políticos como Herbert Samuel. También se refiere a las acusaciones (provenientes del sionismo) de antisemitismo y se preocupa de aclarar que los judíos son “primos” suyos.
Se entrelazan entonces en el poema de Ar Rusafi múltiples voces, algunas individuales y otras de grupos sociales “anónimos”: los discursos de Yahuda, de Samuel, los “escépticos” que se oponen el establecimiento de las colonias sionistas, aquellos que acusan de beligerancia a los árabes palestinos y la propia opinión del autor. Esta polifonía es una característica habitual en la poesía palestina del siglo XX, las voces en conflicto en el poema son las voces en conflicto en la sociedad. La poesía es un modo de intervención de poetas e intelectuales sobre estos debates.
Safa Khulusi relata que Samuel consideró al poema como un triunfo político y ordenó a periódicos árabes locales su publicación. El editor de la publicación al-Karmi se vio forzado a acceder, pero lo publicó acompañado de un poema en respuesta, escrito por el libanés residente de Haifa, Wadi’ Bustani. Estos son algunos fragmentos:
Is it Yahud’s speech or wonders of magic?
Is it Rusafi’s words or poetic lies?
(…)
Your verse, pearls of speech, is truly unique
And you are the master of fishing pearls in the poetic sea
But our sea is one of politics
Wherein right comes with the flow, only to go with the ebb.
Yea, he who crossed the River Jordan was our cousin
But we are suspicious of him who now comes by sea.
O Samuel! Are you really our old Samau’al?
And has England been subjugated by Banu Fihr?
Shall we believe in Balfour instead of Muhammad, Jesus,
Moses
(Khulusi, 66-67)[2]
Estos versos son una polémica política y poética con los del escritor iraqí. Política, porque expresa su desacuerdo con la confianza que Al’Rusafi deposita sobre los funcionarios y académicos sionistas. Retoma la proposición de los judíos como “primos” del poema anterior pero establece un corte histórico: no es lo mismo la comunidad judía que habitó los territorios de Palestina en la antigüedad y los emigrados judíos de las décadas recientes. A través de variaciones lingüísticas con el nombre “Samuel”, en su forma arabizada y actual, grafica esa diferencia. A su vez, contiene referencias históricas en las que opone a Inglaterra con las tribus antiguas árabes e impugna la autoridad de Balfour oponiéndolo a íconos religiosos del islam, catolicismo y judaismo.
Se trata también de una polémica en términos de poética ya que denuncia la acción de poner el arte al servicio de intereses de los opresores coloniales ingleses y sionistas. Acusa al poeta iraqí de crear imágenes retóricas hermosas pero falsas (“poetic lies”). Lo acusa de traición política y también de traición a una “ética” artística; como hemos mencionado, se arraigaba entre los intelectuales la idea de un deber para con la lucha por la emancipación.
El segundo episodio al que nos queremos referir sucedió en 1988, en el contexto de la primera Intifada, cuando el poema “O those who pass between fleeting words” de Mahmoud Darwich fue discutido en el Knesset (parlamento israelí). El mismo fue considerado por el Primer Ministro Yitzhak Sahmir como la demostración de la negativa de los palestinos a la coexistencia pacífica con el Estado de Israel y prueba de su “antisemitismo”. Estos son algunos versos del poema:
Pasajeros entre palabras fugaces:
Cargad con vuestros nombres y marchaos,
Quitad vuestras horas de nuestro tiempo y marchaos,
Tomad lo que queráis del azul del mar
Y de la arena del recuerdo,
Tomad todas las fotos que queráis para saber
Lo que nunca sabréis:
Cómo las piedras de nuestra tierra
Construyen el techo del cielo.
Pasajeros entre palabras fugaces:
Vosotros tenéis espadas, nosotros sangre,
Vosotros tenéis acero y fuego, nosotros carne,
Vosotros tenéis otro tanque, nosotros piedras,
Vosotros tenéis gases lacrimógenos, nosotros lluvia (…)
Pasajeros entre palabras fugaces:
Es hora de que os marchéis.
Asentaos donde queráis, pero no entre nosotros.
Es hora de que os marchéis
A morir donde queráis, pero no entre nosotros
Porque tenemos trabajo en nuestra tierra
Y aquí tenemos el pasado,
La voz inicial de la vida,
Y tenemos el presente y el futuro,
Aquí tenemos esta vida y la otra.
Marchaos de nuestra tierra,
De nuestro suelo, de nuestro mar,
De nuestro trigo, de nuestra sal, de nuestras heridas,
De todo… marchaos
De los recuerdos de la memoria,
Pasajeros entre palabras fugaces.
Citamos en extenso el poema para profundizar en el análisis del mismo. En primer lugar queremos señalar la elección de la forma dialógica: el poema se dirige a una segunda persona plural que son los “invasores” sionistas. Es una exhortación que llama a estos invasores a retirarse y que tiene a la antítesis como uno de sus principios constructivos: en la pelea de un opresor y un oprimido se enfatizan el “nosotros”/”nuestros”/”nuestras” y el “ustedes”. Los elementos naturales como la tierra, las piedras, el mar, y el cielo pertenecen al “nosotros”, así como la sangre, las heridas, la carne de los cuerpos que sufren, y también el tiempo (pasado, presente y futuro). El yo-lírico afirma que su comunidad es la que está ligada de manera imperecedera, eterna, a esas tierras. Por otro lado, el “ustedes” es lo pasajero y lo superficial, “ustedes” son quienes no entienden esta tierra y su funcionamiento más profundo (“para saber / Lo que nunca sabréis”). “Ustedes” son quienes detentan las armas, los tanques, quienes ejercen la violencia, son quienes quitan y quienes roban a los autóctonos del lugar.
Este poema está escrito en el contexto de la primera Intifada, cuyos ecos se expresan en estos versos: “Vosotros tenéis otro tanque, nosotros piedras”. Fueron famosas las fotografías de esta movilización popular de masas en que los jóvenes palestinos enfrentaron con piedras y gomeras el poder militar desproporcionadamente superior del Ejército Israelí. El siguiente verso “Vosotros tenéis gases lacrimógenos, nosotros lluvia” presenta un tópico usual de la literatura palestina: la unidad formada entre los palestinos y la naturaleza del lugar. En este caso, la lluvia estaría del lado de los palestinos y sería su aliada en el combate desigual.
El poema está colmado de imágenes poéticas originales y vívidas: “Tomad lo que queráis del azul del mar / Y de la arena del recuerdo”. Aquí está unido lo material con lo intangible: el robo del azul del mar podría ser una metáfora del robo de la belleza o la pureza de Palestina, mientras que la arena vehiculiza la memoria de un pueblo. El yo-lírico dice que está dispuesto a renunciar a todo esto, a permitir que se lo lleven, con tal de que se vayan y tener la oportunidad luego de reconstruir.
El poema en simultáneo es un lamento por la destrucción y el robo de las tierras ancestrales, por la sangre vertida de los luchadores y una exhortación hacia los invasores, a retirarse y dejarlos continuar con sus vidas. El poema no expresa el odio que le achacó el Primer Ministro pero sí argumenta que es la población árabe la que tiene legitimidad en la disputa por el territorio. Estos versos pertenecen a un momento histórico en que la sociedad palestina se rebeló en su conjunto contra la opresión colonial y que por todas las vías que pudo intentó liberarse de ese yugo, el poema es otro medio para colaborar con este objetivo y, leído desde el presente, un hermoso homenaje a aquella rebelión.
Será por la destreza poética de Darwich combinada con el carácter combativo del poema que así como fue publicado en el periódico Jerusalem Post en 1988, cuando fue escrito, permanece vigente al día de hoy. En el año en que escribimos este trabajo (2025) apareció nuevamente en una publicación del mismo diario. En un artículo de opinión del mes de marzo, Avraham Russell Shalev cita este mismo poema para sostener la tesis del “extremismo” del pueblo palestino y su presunto odio hacia el judaismo. La obra de Darwich perdura en el discurso de la resistencia del pueblo palestino y de la solidaridad mundial con el mismo, así como en el imaginario de los opresores.
Por último, el tercer episodio al que nos referiremos sucedió en 2016, cuando se reportó en la prensa una discusión entre el Ministro de Defensa de Israel, Avigdor Lieberman, y el productor de un programa de radio de la Universidad del Ejército. El debate se planteó debido a que el programa incluyó en una de sus emisiones el famoso poema de Mahmoud Darwich, “Cédula de identidad”, como parte del “canon” literario israelí. La respuesta de la estación radial apuntó a la importancia de la libertad académica en el ámbito universitario y la necesidad de presentar una diversidad de ideas a los oyentes. Citamos a continuación algunos versos del poema:
Inscríbeme,
soy árabe
mi nombre es muy común
(…)
mis raíces…
fijadas antes del nacimiento de los tiempos
Mi dirección
soy de un pueblo perdido… olvidado
de calles sin nombre
y todos sus hombres… en el campo y en la cantera
aman el comunismo,
¿te enojarás acaso?
Inscríbeme
soy árabe
tú me has despojado de los viñedos de mis
antepasados
¡vamos!
escribe
en lo más alto de la primera página
que yo no odio a los hombres
que yo no agredo a nadie
pero… que si me hambrean
como la carne del que me despoja
y ten cuidado… cuídate
de mi hambre
y mi cólera.
(Laabi, 18-19)
Este poema es considerado uno de los más importantes e icónicos de la literatura palestina y es una afirmación orgullosa de la identidad árabe palestina. Pone en escena un diálogo entre un hombre y un presunto burócrata israelí que está tramitando su carnet de identidad. Todos los símbolos representativos del pueblo palestino están mencionados: el color de piel, el keffieh, el olivo, las raíces campesinas. También se destaca el carácter “común” del yo-lírico: busca representar al hombre palestino promedio, sencillo, de costumbres tranquilas, trabajador, arraigado en su tierra. Y busca darle voz, un gesto que bien puede ser considerado revolucionario cuando se lo pone en el contexto de una tradición política y académica que le ha negado al árabe la posibilidad de la auto-expresión. Nos referimos a la tradición del “orientalismo” tal como es descrito y definido por Edward Said.
Este poema podría leerse como metonimia de la poesía palestina en general: a través de los versos, los árabes-palestinos se adueñan de su propia representación, alzan la voz y producen su propio discurso, impugnando el discurso orientalista e imperialista que hizo de ellos un conjunto de estereotipos negativos. Frente al estereotipo del “árabe holgazán”, Darwich responde: trabajamos todos los días en campos y canteras. Frente al estereotipo del “árabe ignorante y carente de cultura” responde con un poema magistral en su abundancia de figuras retóricas y ritmo. Frente a la acusación de que los árabes son por naturaleza violentos y quienes inician las agresiones, responde que son hombres que viven de modo pacífico y sólo se expresan con violencia al ser atacados, hambreados, despojados de sus hogares.
La polémica con el sionismo se manifiesta de manera directa e indirecta. Directa, a través del uso de los pronombres de segunda persona dirigidos a ese “tú/ustedes” y de preguntas retóricas (“¿te enojarás acaso?”). Y también se hace presente indirectamente, a través de estas afirmaciones sobre la condición e identidad del árabe que son una respuesta a los discursos circulantes desde los espacios de poder sobre este grupo étnico.
Al comparar la última estrofa de este poema con los versos citados de Al’Rusafi es notoria la diferencia del tono: ambos autores afirman no tener odio (hacia los judíos o hacia nadie en general), sin embargo, el irakí señala la familiaridad entre el pueblo judío-europeo y el árabe-musulmán y expresa meramente el miedo frente a la posibilidad del despojamiento. Eso fue en 1920. Luego, en 1964 Darwich publica Hojas de Olivo, donde está incluido “Cédula de Identidad”, cuando la desposesión del 80% de las tierras de la Palestina histórica es un hecho luego de la Nakba. Lo que se expresa no es temor, sino enojo, y no es una súplica de un subordinado, es una amenaza: “cuídate / de mi hambre / y mi cólera”. No se destacan las genealogías emparentadas en tiempos lejanos, si no que se presenta a los “recién llegados” como aquellos que roban la tierra de sus antepasados a la población palestina.
Como hemos demostrado con el análisis de estos tres poemas y de los contextos de su publicación, es claro que el lenguaje y las representaciones que se construyen en él son un terreno de disputa en que arte y política confluyen.
Retomamos aquí lo que teoriza Raymond Williams, que en su libro Marxismo y Literatura rebate los argumentos del marxismo vulgar que separa erróneamente “literatura” de “realidad” (entre otros esquematismos binarios reduccionistas) y pone a la lengua y la literatura justamente en su lugar: como parte fundamental de la factura de la realidad. Esta argumentación teórica es fundamental para analizar y comprender la poesía palestina. Lo hayan leído o no, los palestinos y los sionistas acuerdan con Williams en su práctica. Nadie en este conflicto considera a la poesía un apéndice irrelevante de la realidad, ni reduce la misma a un “espejo” de los sufrimientos y opresión del pueblo palestino.
La poesía es para los palestinos un modo de accionar sobre el mundo, que busca revertir el discurso orientalista, racista y colonialista que legitima y justifica la ocupación de Palestina y la expulsión y exterminio sistemático del pueblo palestino. Al hablar de la cultura y sociedad palestinas, la división en géneros textuales se desdibuja. La poesía palestina es también discurso político y puede incluso ocupar el lugar del periodismo o la historiografía, para relatar los hechos vividos y dar su punto de vista acerca de la historia que el imperialismo capitalista cuenta.
La poesía ha sido una herramienta para el pueblo palestino para dar voz a sus reclamos y responder a los discursos de sus opresores. Y ha sido considerada como una herramienta poderosa por esos mismo opresores, que han dedicado tiempo y esfuerzos en discutirla y en criticarla y que la toman como expresión verdadera de los deseos y objetos de los árabes-palestinos.
El día de hoy, el pueblo palestino lucha por su existencia frente a una ofensiva de dos años del Estado de Israel que ha buscado erradicarlos. Leer esta poesía, estudiar la riqueza cultural palestina, difundirla en el “mundo occidental” es para nosotros otra expresión de apoyo a esa resistencia que ya lleva más de 75 años de historia.
Bibliografía
Beaumont, Peter. “Palestinian poet at heart of row on Israeli army radio broadcast.” The Guardian, 23 July 2016, https://www.theguardian.com/world/2016/jul/23/israel-palestine-poetry-mahmoud-darwish. Accessed 27 November 2025.
Dakhli, Leyla. Historia contemporánea de medio oriente: detrás de los mitos. Translated by Víctor Goldstein, Capital intelectual, 2016.
Khulusi, Safa. “Ma’ruf Ar-Rusafi in Jerusalem.” Jerusalem Quarterly, vol. 22, no. Invierno-otoño, 2005, pp. 63-68.
Laabi, Abdellatif, editor. Poesía palestina de combate. Buenos Aires, 2014.
Mir, Salam. “Palestinian Literature: Occupation and Exile.” Arab Studies Quarterly, vol. 35, no. 2, 2013, pp. 110-129.
Pappé, Ilan. LA CÁRCEL MÁS GRANDE DE LA TIERRA. Translated by Ricardo García Pérez, CAPITAN SWING, 2017.
Peled, M. “Annals of doom. Palestinian Literature 1917-1948.” Arabica, vol. T. 29 fasc. 2, no. Junio, 1982, pp. 143-183.
Rusell Shalev, Abraham. “Breaking ‘sumud’: Palestinian society must free itself of this fantasy.” The Jerusalem Post, 9 marzo 2025, https://www.jpost.com/opinion/article-845217.
Said, Edward W., and Juan Goytisolo. Orientalismo. Edited by Juan Goytisolo, translated by María Luisa Fuentes, 3° ed., Debolsillo, 2004.
Williams, Raymond. Marxismo y literatura. Translated by Guillermo David, Las Cuarenta, 2009.
[1] La autora tiene el limitante de no conocer el idioma árabe. Colocamos en el texto este poema y el que sigue en inglés ya que no encontramos una traducción directa al español desde su lengua original. Solamente a fines de que el lector pueda entender las temáticas generales de los poema, en caso que desconozca el inglés, copiamos una traducción utilitaria del poema en inglés al español:
Samuel lo siguió con otro discurso,
lleno de magia, pero sin los trucos de los magos,
apoyando los elogios a la antigua gloria árabe.
Dijo, mientras el público escuchaba con atención:
“Repararemos lo que el tiempo ha echado a perder
y les daremos una mano firme
para levantar de nuevo los pilares de la ciencia”.Has hecho una promesa, pero el pueblo duda:
están los escépticos y los que tienen esperanza.
Eres honesto: desmiente a los escépticos
y demuestra que una promesa es una deuda para un hombre honrado.No somos, como se nos ha acusado falsamente,
enemigos de los judíos, ni abiertamente ni en secreto.
Nuestros dos pueblos son como primos;
en su lengua está la prueba.Pero tememos ser expulsados de nuestra tierra
y ser gobernados por la fuerza de las armas.
[2] Ídem nota 1.
¿Es el discurso de Yahud o son maravillas de magia?
¿Son las palabras de Rusafi o mentiras poéticas?
(…)
Tus versos, verdaderas perlas del lenguaje, son únicos,
y vos sos el maestro que sabe pescar esas perlas en el mar de la poesía.
Pero nuestro mar es el de la política,
donde lo correcto llega con la marea… y se va cuando la marea baja.Sí, aquel que cruzó el río Jordán era nuestro primo,
pero desconfiamos de este nuevo que ahora llega por mar.¡Oh Samuel! ¿Sos realmente nuestro viejo Samau’al?
¿Y acaso Inglaterra ha sido vencida por los Banu Fihr?
¿Debemos creer en Balfour en lugar de en Mahoma, en Jesús,
en Moisés?




