Un mes del caso

El Caso Loan, la impunidad y el entramado de la trata de personas

Desde el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, hasta el comisario del pueblo, Walter Maciel, una lista demasiado grande de funcionarios o ex funcionarios del poder político están implicados en el caso de Loan Pérez, el nene de 5 años desaparecido el 13 de junio. Todo un entramado de complicidades, testimonios falsos y amenazas, que involucran a estos personajes nefastos.

El caso es un verdadero escándalo, con un trasfondo de lo más sórdido, que puso sobre la mesa – como no se veía desde el caso Marita Verón –  la existencia de redes de trata con fines de explotación sexual, pedofilia, pornografía, venta de niñes en el “mercado paralelo de adopciones” y hasta la venta de órganos, sostenida por el propio aparato del Estado y del poder político.

Actualmente todos los participantes del almuerzo que precedió la desaparición del niño (exceptuando al padre y abuela de Loan) están detenidos. En esta lista se incluye a la Directora de Producción del municipio de 9 de Julio, Victoria Caillava; su marido, un ex marino (que ingresó a la Fuerza durante la dictadura militar), Carlos Pérez; y el comisario del mismo municipio, Walter Maciel.

Por otra parte, ya se está pidiendo el procesamiento del primer fiscal que tomó la denuncia, Juan Carlos Castillo, del senador Diego Pellegrini (parte del bloque del Gobernador) y el abogado José Fernández Codazzi, también vinculado al Gobernador. Por su parte la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, festejó (junto al gobernador) que la causa se encaminaba cuando Laudelina Peña brindaba un testimonio falso. Unos días después Laudelina declaró en la justicia que había mentido para desviar el rumbo de la investigación. Todos los estamentos del Estado están involucrados, si no en la desaparición de Loan, por lo menos en la complicidad e impunidad.

Sin Estado Proxeneta no hay explotación sexual, sin explotación sexual no hay redes de trata

El caso María Soledad Morales – la adolescente catamarqueña que en los 90 fue violada y asesinada por “los hijos del poder–, la lucha incansable de Susana Trimarco, mamá de Marita Verón y el primer juicio de una víctima contra sus proxenetas protagonizado por Alika Kinan, fueron hitos muy importantes en la lucha contra las redes de trata con fines de explotación sexual.

Hoy el caso Loan se está convirtiendo en otro punto de esta pelea. Desde el primer día de la desaparición, en Corrientes se realizaron movilizaciones muy importantes, donde rápidamente comenzó a hablarse de las responsabilidades políticas y la posibilidad de una red de trata operando. “Que se vayan todos”, “fuera Valdés” y “devuelvan a Loan” son los cantitos que más se escucharon. Las responsabilidades políticas son demasiado evidentes ¿acaso se pondría en marcha tal operativo de impunidad por un accidente automovilístico?

La explotación sexual de niñes es parte del mismo negocio que la explotación sexual de mujeres y trans adultes, lo único que cambia es la “mercancía”. El caso de Loan, la complicidad del poder político y de las instituciones del Estado nos vino a recordar su existencia. Por eso es muy importante comprender cómo funcionan estas redes y la responsabilidad del Estado capitalista y patriarcal, para poder comprender más a fondo el caso Loan.

Es que el negocio de la trata no se agota en sí mismo, como ya hemos dicho muchas veces, esto es solo un medio para otro fin: la explotación sexual, redes de pedofilia o pornografía infantil. Incluso existen las redes de trata para la venta de niños como formas “paralelas” al circuito legal de adopción (recordemos cuando el Presidente Milei defendió la venta de niñes por parte de sus padres o madres como parte de su campaña electoral). La trata, que se refiere al “traslado” de una persona (puede ser como secuestro o no), es una de las formas de captación para “abastecer” redes de explotación que son las verdaderas generadoras de ganancias.

Esto nos remite a otro problema, que es la existencia de redes de explotación también amparadas y sostenidas por el propio Estado. Y por muy macabro que esto suene, lo cierto es que estas redes existen y que a les niñes se les explota sexualmente y prostituye.

La explotación sexual es el sometimiento de una persona a cualquier actividad sexual, por el intercambio de algo (lo que sea) que satisfaga una necesidad de la persona sometida. Puede ser dinero, pero también cosas más básicas como comida, lugar donde dormir o lo que sea que se necesite.

La mediación de la necesidad es central para entender el fenómeno de la explotación: no tiene que ver con el deseo, la libertad sexual ni nada que se le parezca, se trata de una persona necesitada que encuentra una respuesta en el circuito de la explotación sexual.

La explotación sexual (ya sea lo que se conoce como prostitución, pornografía, de manera física o virtual) encuentra su base en un sistema capitalista, donde una mayoría social no tiene cómo satisfacer sus necesidades básicas de supervivencia; y patriarcal, donde los cuerpos de mujeres y niñes se compran y venden como una mercancía más. En el momento en que se encuentran la necesidad de supervivencia y la posibilidad de la venta del cuerpo y la sexualidad, nace la explotación sexual.

La responsabilidad del Estado radica en dos niveles: por un lado, sosteniendo las relaciones sociales capitalistas y patriarcales necesarias como base; por el otro, con el conjunto de funcionarios e instituciones del régimen que llevan adelante las acciones necesarias para el funcionamiento de las redes y la impunidad de los responsables. Por esto es que hablamos de Estado Proxeneta.

La pelea por el abolicionismo, más vigente que nunca

La pelea contra las redes de trata nos lleva inevitablemente a plantear la pelea contras las redes de explotación sexual (en todas sus formas). Es un error creer que la trata es “el secuestro”, porque de esta manera se puede terminar suponiendo que existe una explotación sexual sin consentimiento (cuando hay secuestro) y otra consentida (sin trata o sin secuestro).

Pero como dijimos más arriba, la trata es solo un medio (y refiere al tipo de traslado) para “abastecer” las redes de explotación sexual. En la explotación no hay consentimiento, hay necesidad y sometimiento, aunque muchas veces pareciera que es voluntario.

El caso de Loan puede parecer que es distinto por tratarse de un niño, pero la explotación sexual no diferencia entre niñes, adultas, varones, trans o mujeres. Es muy importante dejar claro esto para no caer nuevamente en suponer que una adulta sí puede elegir su propia explotación. Seguramente muchas de las personas adultas que hoy están siendo sometidas, lo son desde niñes. Así, la pelea por el desmantelamiento de las redes de explotación sexual es estratégica para combatir la trata.

Los grandes lobbys (y las pequeñas repetidoras) que defienden la regulación o reglamentación de la explotación con el eufemismo de “trabajo sexual” buscan todo el tiempo correr de la escena o minimizar el problema del sometimiento, la imposibilidad de alternativas para obtener los ingresos económicos necesarios, especialmente para mujeres y trans de los sectores más pobres, que son deliberadamente expulsades a los márgenes de la sociedad, sin posibilidad de inserción en el mercado laboral.

Muchas veces la discusión del abolicionismo intenta ser empantanada con la cuestión del consentimiento, pero no hay que caer en facilismos del tipo “si está ahí es porque quiere” o confundir lo que es sometimiento y violencia por necesidad, con lo que es la verdadera libertad sexual – e incluso la promiscuidad– como formas de transitar el propio deseo.

El gobierno de Milei y Bullrich es responsable

La noche del miércoles 10 de julio, José, el papá de Loan, estuvo en el canal TN brindando su testimonio. En esa entrevista denunció que el presidente Milei se negó a recibirlo. Esa actitud deplorable, rancia y digna de un miserable, es totalmente coherente con un gobierno que abiertamente se ha pronunciado a favor de la venta de niñes por parte de sus padres o madres, que ha defendido la venta de órganos como un negocio más en el mercado, y que ataca cuanto derecho de las mujeres, las diversidades y niñes puede.

El jueves 11 Patricia Bullrich recibió al papá de Loan (después de que se le negó una entrevista con el presidente) y en conferencia de prensa tuvo el descaro de anunciar que pondrían todos los recursos del Estado para encontrarlo. El mismo gobierno que en el momento en que un caso de posible trata sacude al país, cerró el último vestigio que quedaba del Ministerio de Mujeres Géneros y Diversidad y, paradójicamente, cesó la otorgación del Programa Acompañar, el único subsidio que recibían las personas víctimas de violencia, trata o explotación sexual.

Semanas atrás la Ministra hizo un show intragable festejando junto con el gobernador que se estaba llegando a una resolución en la desaparición de Loan, cuando Laudelina declaró falsamente que el nene había sido atropellado. Unos días después, la mujer fue detenida y aún continúa en el penal federal de Ezeiza: lo único que buscaba era desviar la atención de la posibilidad de una red de trata operando.

Desde la asunción de este gobierno han atacado todas nuestras conquistas, alentado a los fachos a realizar ataques y crímenes de odio; y ahora sabemos que también ampara a proxenetas.

Por un movimiento feminista que levante las banderas del abolicionismo

Hace un mes que en todo el país se volvió a hablar del problema de las redes de trata y explotación sexual, un hecho que es muy importante en esta pelea, que el conjunto de la sociedad pueda verlo como un problema social con responsabilidades políticas.

La aparición de Loan, el castigo a los responsables y el desmantelamiento de las redes de trata requiere un movimiento feminista que pelee de manera independiente, explicando pacientemente cómo funcionan estas redes y la importancia de luchar por la abolición de toda forma de explotación sexual.

Las Rojas seguimos levantando estas banderas, en el camino de transformar la sociedad de raíz, dándolo vuelta todo, para construir un mundo sin opresión ni explotación, donde cada quien sea dueñe de su cuerpo, su deseo y de su propia vida.

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