El absurdo de la censura previa de los audios de Karina Milei y la complicidad del juez-delincuente

Pocas cosas hay más autoinculpatorias que el pedido de censura previa de los audios de la corrupción y la complicidad del juez delincuente.

¿Cómo responden a los audios que hicieron públicos el 3% de Karina Milei? Con una campaña de acusaciones de espionaje ruso, chavista, kirchnerista.

La denuncia y persecución del gobierno a periodistas mezcla gravedad, autoinculpación, delirio y un absurdo que sorprende incluso proviniendo de este gobierno de delirante y el personal político capitalista argentino en general.

Las alarmas que saltaron en el gobierno y el pedido de intervención de la Justicia parecen hasta una confesión de culpabilidad.

Entre la censura previa y la ficción

En una presentación realizada por el Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich hicieron una denuncia contra periodistas, un canal de stream, y mezclaron en el combo de su narrativa a espías internacionales en una historia digna de una noche de tintos y Netflix.

La denuncia habla de que la filtración de estos audios no sería tal, sino una grabación secreta dentro de la Casa Rosada realizada por servicios de inteligencia paraestatales con el objetivo de influir en la opinión pública y afectar al gobierno durante las elecciones.

Además, estas filtraciones tendrían el objetivo desestabilizar la investidura presidencial en los días previos a las elecciones con la complicidad de Mauro Federico y Jorge Rial, que serían operadores de este grupo.

La denuncia incluye pedidos de allanamientos a los periodistas nombrados, a uno de los socios del canal de Stream y Tesorero de la AFA Pablo Toviggino, y al abogado Franco Bindi. Todo esto para conseguir el nombre de quien les dio los audios, además de apropiarse de servidores, teléfonos, computadoras, pendrives y demás tecnología tanto del canal de Stream como de los domicilios particulares de los periodistas, en un caso de persecución y abuso de autoridad brutal.

Al delirio escrito se sumó la defensa oral de Patricia Bullrich en la televisión, que intentó justificar su ataque autoritario a la libertad de expresión.

Le gusta comparar casos reales con series, como cuando comparó el caso Nisman con “El Tirador”. Dijo entonces textualmente que «…la mafia rusa agarra a una persona, la sienta en una silla, y otra persona tira un piolín y lo hace suicidar…”. Esta vez decidió acompañar su cata nocturna con una maratón de James Bond. En un delirio insólito, la ministra salió a defender su violento intento de censura previa y persecución política diciendo que todo este caso se trataría de una “…impresionante operación de inteligencia…”, llevado acabo por ex espías rusos y venezolanos con miras a «poner en peligro el país y el pueblo» a base de publicar audios donde Karina dice “No podemos entrar en la pelea, en la pelea entre nosotros…”.

Todos los medios lo dicen, todo el mundo lo sabe. Están aterrorizados con qué puede sacara a la luz una nueva filtración y quieren encontrar al responsable (que es de los propios) urgente. Desde la salida de los audios de Spagnuolo, la paranoia los paraliza y la interna es feroz.

Extraoficialmente dicen a los medios que saben que hay audios comprometedores de miembros de gobierno que aún no salieron y saben que terminarán saliendo. Por eso se lanzan con desesperación a frenar nuevas filtraciones antes de que las cosas sean peores que la autoinculpación.

El Juez

Uno de los mamarrachos más impresionantes es que un juez decidió dar lugar a una parte de la denuncia. Les dio lo que quería: una cautelar que prohíbe la publicación de los audios de Karina Milei y toma en parte como legítima la idea que esto «pone en riesgo a la nación». Se trata del juez Alejandro Patricio Maraniello.

Que la cautelar haya salido del juez federal en lo civil y comercial Alejandro Maraniello no es tan raro, sabiendo su historial y posible suspensión en el futuro inmediato. Es difícil saber qué lo motivó a darle lugar a semejante delirio, pero muy probablemente sea la búsqueda del amparo del poder. Pasa que él mismo esta implicado en un total de 9 denuncias en el Consejo de la Magistratura, 5 por acoso sexual, de las que deberá defenderse en poco tiempo y posiblemente lleve a su suspensión.

La situación por su comportamiento es al mismo tiempo horrible y ridícula. Llevó a la Asociación de Empleados y Funcionarios del Poder Judicial de la Nación (Aefpjn) a pedir desde finales del año pasado la presencia de policía dentro de su juzgado para proteger a los trabajadores ajo su autoridad.

No es para menos. A las denuncias de abuso sexual se le suman el abuso laboral y maltratos. Incluso hay un caso de una mujer que, por culpa de su acoso constante, terminó sufriendo un caso de depresión y pensamientos suicidas que la llevaron a tener que tomar medicación.

Este es juez que falló en este caso, con argumentos como que la censura previa “se encuentra acotado a un hecho concreto, puntual y excepcional, que exige resguardar bienes jurídicos de igual jerarquía constitucional, tales como la intimidad y el honor de las personas involucradas, así como la seguridad institucional derivada de la eventual divulgación de contenidos sensibles para el funcionamiento del Estado…”

En pocas palabras, un monstruo con 9 denuncias en el Consejo, 5 de ellas por abuso sexual y laboral, sería ahora el defensor del Estado argentino, de las fuerzas de anti-espionaje contra los agentes ruso-venezolanos por censurar la difusión de los audios de Karina Milei. Los niveles de ficción son dignos de un capítulo de Los Simuladores. No podía ser de otra forma, ya hay una denuncia de abuso de autoridad en contra de Bullrich.

Este es lisa y llanamente un caso de censura previa. Judicialmente, el único antecedente en que se prohibió previamente la publicación de un material fue para proteger la integridad de una menor. Ahora, un juez muy podrido quiere un nuevo precedente: la censura previa se puede hacer para defender las miserias de un gobierno, esconder su mugre.

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