El pasado 16 de noviembre, se realizó un referéndum en Ecuador para decidir si se elimina la restricción del artículo 5 constitucional que impide la instalación de bases militares extranjeras en el país. La consulta fue impulsada por el gobierno derechista y pro imperialista de Noboa. Al final de la jornada, que contó con una participación superior al 80%, el “No” se impuso como la opción ganadora.
El referéndum en Ecuador se convirtió en un fuerte revés tanto para el gobierno sumiso al imperialismo de Noboa como para la Casa Blanca, quienes ya hacían planes para volver a colocar bases militares de los Estados Unidos en el país sudamericano.
La consulta tuvo cuatro preguntas. La primera fue sobre eliminar la prohibición de las bases militares extranjeras que, como ya indicamos, ganó de forma contundente el “No” con un 61% de los votos emitidos, mientras que el “Sí” obtuvo un 39,4%.
La segunda pregunta, sobre eliminar la obligación estatal para financiar partidos políticos, también ganó el “No” con un 58,1% y el “Sí” obtuvo 41,9%. En la tercera pregunta para intentar reducir el número de asambleístas, el “No” se impuso con 53,5% frente al 46,5% del “Sí” y, en la última pregunta sobre la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, el “No” obtuvo 62% y el “Sí” un 38,4% (datos provisorios con el 80% de las mesas escrutadas).
De tal manera, la propuesta reaccionaria de referéndum fue tirada a la basura por los sectores sociales que se han organizado y movilizado en contra del mismo. Cabe resaltar que, al momento de habilitar la consulta del referéndum, Ecuador atravesaba mucha convulsión social por el incremento de la inseguridad ciudadana, en gran medida provocada por los grupos del narcotráfico que operan en el país.
Este resultado refleja la fuerza de las movilizaciones sociales que, incluso en un contexto bastante adverso, logró derrotar el plan de sometimiento al imperialismo.
El camino al referéndum: entre el autoritarismo y las protestas
El camino para llegar al día de las votaciones estuvo marcado por los ademanes autoritarios de Noboa y un apoyo prácticamente abierto del imperialismo estadounidense al gobierno ecuatoriano. De hecho, como parte de esto, Noboa llegó a trasladar a 300 privados de libertad a una cárcel que ni siquiera está inaugurada.
Las imágenes de los presos se asemejan a las del Cecot (El Salvador): los reos con las cabezas rapadas y atados, algunos con bolsas negras en la cabeza y las manos atadas. Con esto, el gobierno busca afianzar una imagen de “mano dura” frente a la espiral de violencia por el narcotráfico que atraviesa el país.
A la campaña del gobierno se le sumó, también, las muestras de apoyo del imperialismo estadounidense. En particular con las constantes visitas de emisarios de Washington a Quito: en septiembre, el Secretario de Estado, Marco Rubio, hizo una gira al país andino y, durante los últimos tres meses, la Secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, realizó dos visitas.
En su última gira, realizada la semana pasada, Noem visitó junto a Noboa, las bases militares en las ciudades costeras de Manta y Salina (ambas son candidatas a la futura instalación de bases militares estadounidenses). La aparición de la Secretaria de Seguridad Nacional a pocas semanas de que se realice el referéndum, sin duda, se puede leer como una muestra de apoyo al gobierno ecuatoriano.
Aún con ese despliegue en apoyo al “Sí”, el resultado demuestra que la oposición a las bases militares extranjeras cala en la población ecuatoriana. De hecho, en las últimas semanas de campaña, Noboa tuvo que moderar el discurso, debido a los cuestionamientos por la posibilidad de reabrir la base militar en las Islas Galápagos (que sería un ecocidio). El presidente ecuatoriano tuvo que salir a decir que “no se trata de afectar ni regalar Galápagos”, sino de proteger el archipiélago y que no se trata de “bases militares extranjeras”, que podría tratarse de abrir “bases extranjeras” para otros fines.
El “no” a la apertura de bases militares extranjeras estuvo encabezado por Organizaciones Clasistas Unitarias de Trabajadores (Cedocut), la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) y el correísmo. Desde esos sectores, se han convocado algunas marchas y se recorren barrios llamando a votar por el “no”.
El gobierno cipayo de Noboa: el interés geopolítico del retorno de las bases militares en Ecuador
En las últimas semanas, en medio de la escalada en el Caribe y el Pacífico, las fuerzas armadas ecuatorianas y Guardia Costera de Estados Unidos realizaron varias operaciones conjuntas, deteniendo a personas en aguas internacionales. Acciones que se suman a los actos de terrorismo de Estado y ejecuciones extrajudiciales ordenadas por Trump.
El gobierno de Ecuador, además, mantiene varios acuerdos militares con Washington, como el “Acuerdo relativo al Estatuto de las Fuerzas” y el “Acuerdo Relativo a Operaciones Contra Actividades Marítimas Transnacionales Ilícitas”, los cuales permiten la presencia militar del imperialismo norteamericano en el país andino. A lo anterior, se le suma el incremento en la cooperación militar que pasó de apenas 800 mil dólares en 2017 a un pico de 172 millones en 2022.
Con el retorno de las bases militares a Ecuador, Washington quería asegurarse de controlar un área importante en Latinoamérica, extendiendo la presencia militar desde el Caribe hasta el Pacífico, con fácil acceso al Canal de Panamá y al Puerto de Chancay en Perú, una pieza clave de la Iniciativa de la Franja y la Nueva Ruta de la Seda de China.
Por ese interés geopolítico, uno de los lugares más atractivos para instalar una eventual base militar estadounidense era Baltra, parte de las Islas Galápagos. Las otras dos ubicaciones que se discutieron fueron Manta y Salina, localizadas en regiones costeras en tierra continental.
La discusión también rememoró los anteriores despliegues de bases militares estadounidenses en Ecuador. En 1911, Washington intentó hacerse con el archipiélago por 99 años. Ya en 1942 y en medio de la Segunda Guerra Mundial, logró abrir la base aérea “The Rock» en la isla de Baltra y desplegó 2.474 tropas, cuyo fin era defender el Canal de Panamá de eventuales ataques de los japoneses.
En la actualidad, la Casa Blanca deseaba “en retomar el control del dominio marítimo en torno a las islas Galápagos”, ya que “le da la capacidad de tener preeminencia ante la posibilidad de entrar en un conflicto armado ante cualquier amenaza sobre el espacio acuático”.
Washington también tuvo una base militar en Manta entre 1999 y 2009, cuando el correísmo aprobó la prohibición constitucional para establecer bases militares extranjeras. Allí funcionó el Puesto de Operaciones de Avanzada (FOL, por sus siglas en inglés) para operaciones aéreas antinarcóticos.
Este resultado es un revés tanto del imperialismo estadounidense como del gobierno ecuatoriano, los cuales pretendían abrir las puertas del país sudamericano a la presencia militar directa de la Casa Blanca, con la finalidad de permitir un mejor y mayor control de los recursos y las posiciones geopolíticas. Sin embargo, el resultado y la movilización en Ecuador en torno al “No”, también dan cuenta del arraigo del anti-imperialismo frente a la agresividad de Trump, acentuado en el marco de los actos de terrorismo de Estado que realiza en el Mar Caribe y el pacífico.




