Frente a un mundo en llamas donde crece la barbarie capitalista, les jóvenes vemos la necesidad de organizarnos por nuestro futuro con la perspectiva de transformarlo todo. Así es que nace Julio Anticapitalista, una agenda político-cultural de invierno que venimos impulsando desde el ¡Ya Basta! y ArteInsurrección, donde realizamos ciclos de talleres de formación, proyecciones culturales y actividades recreativas que cuentan con la participación de cientos de jóvenes estudiantes de distintas universidades, secundarios y casas de estudio de la capital.
Como parte de esta agenda surge esta edición del Cine Bar, la cual tuvo lugar el pasado viernes 11/07 en San Telmo y fue un éxito rotundo. Se trata de un evento que revolucionó el Centro Cultural que diariamente es host de reuniones, actividades, encuentros y más, de la Juventud Anticapitalista.
En esta ocasión, proyectamos en pantalla grande la versión inédita de El Acorazado Potemkin (1925), una obra maestra de Sergei Eisenstein, el cineasta que revolucionó el montaje y marcó un antes y un después en el cine con su obra. Quienes amamos el cine hemos visto más de una vez la célebre escena del cochecito cayendo por las escaleras de Odessa recreada en diferentes films a lo largo de la historia.

Se trata de una versión inédita, que es una creación original, con el montaje realizado por estudiantes de la UNA Audiovisuales y militantes del ¡Ya Basta! y ArteInsurrección para su estreno en 2017, como parte de las jornadas del “Noviembre Rojo” impulsado por el ¡Ya Basta! a 100 años de la Revolución Rusa. Se basa en la versión restaurada de la película y cuenta con música del dúo de pop británico, Pet Shop Boys, junto a la Orquesta Sinfónica de Dresde, quienes realizaron una nueva versión para musicalizar el film, que fue presentada en 2004 en una proyección en la Plaza Trafalgar de Londres. Así, esta proyección permite retomar un clásico del cine en una versión renovada, desde el siglo XXI.
El Acorazado Potemkin retrata la revuelta desatada por los marineros del Potemkin en el marco de la revolución rusa de 1905. Se trata de una película que sigue totalmente vigente en un presente donde les jóvenes nos preparamos para intervenir en un mundo que hoy vuelve a convulsionarse y desatar nuevas crisis, guerras y barbarie capitalista, poniendo sobre la mesa la posibilidad de que estos fenómenos puedan engendrar nuevas revoluciones cuando los trabajadores y las masas entran en escena.
Entre 1904 y 1905, tenía lugar en Asia una guerra interimperialista entre la Rusia zarista y Japón por el territorio. Esta guerra rompía con la cotidianeidad y movilizaba a un sector de la población que, concentrada en las grandes ciudades, encontraba lugar para formar parte de organizaciones socialistas que impulsaban acciones de propaganda y reuniones clandestinas, escapando de los oficiales y la policía zarista. Esto fue clave para la emergencia de revolucionarios dentro de las flotas: en los 4 meses previos a la revuelta estas reuniones pasaron de convocar 33 a 400 marinos.
Y es que las condiciones de vida en el Potemkin y en toda la flota en el contexto de la guerra y bajo la autocracia, despertaban en los marinos la chispa que los acercaba a las ideas revolucionarias y socialistas. Así, crecía el antagonismo entre los oficiales zaristas, reclutados en la nobleza, y los marinos, que eran el foco de crueles castigos y abusos por parte de los oficiales.
Esto alimentaba el desprecio de los tripulantes a sus superiores, a quienes llamaban “escorpiones” y, durante el amotinamiento, los perseguían a piedrazos. Este antagonismo también se vincula con el profundo odio que surgía entre la población trabajadora hacia la guerra imperialista, por las condiciones de vida que debían soportar en nombre del Zar.
El film captura con agudeza el momento en que la tensión crece debido a este antagonismo y las condiciones de vida. Los marineros del Potemkin, cansados de comer carne podrida, rompen el status quo y toman conciencia de su propia fuerza. Se trata de un valioso ejemplo de cómo tomar el arte como herramienta para transformar la realidad; valerse del cine y las herramientas audiovisuales, como elemento fundamental para divulgar y universalizar la perspectiva revolucionaria.

Es por esto que la actividad significó una experiencia transformadora para quienes estábamos presentes. Parte de esto era el ambiente logrado con la decoración que lo hacía a uno sentirse parte de la tripulación del acorazado. Sobre todo, al momento de proyectar esta versión inédita se despertó una fibra sensible y motivó en muches de les presentes la necesidad de organizarse por una perspectiva revolucionaria, experiencia que resultó aún más intensa ya que para algunes era la primera vez que veían cine mudo.
Sumate a ser parte de la agenda Julio Anticapitalista y organizate con ArteInsurrección y el ¡Ya Basta! para dar vuelta todo.


