Crónica de una resistencia y unión solidaria en la toma Nueva Unión

Aquí en Rafael Castillo las familias sufren en carne propia la lógica criminal del Estado. Han sido víctimas de diversos abusos y hostigamientos por parte de la Policía Bonaerense a lo largo de estos meses.

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En la mañana del sábado 31 de octubre compañeras y compañeros del Nuevo MAS Oeste emprendimos viaje hacia Rafael Castillo, localidad del inmenso partido de La Matanza, para encontrarnos con los vecinos de la toma Nueva Unión a quienes les entregaríamos, llegado el mediodía, una importante donación de alimentos, ropa y colchones que se logró juntar gracias a la campaña que se desarrolló en lugares de trabajo: aporte de trabajadores bancarios,  compañeros y amigos, y un aporte especial de las trabajadoras y trabajadores de la fábrica recuperada “La Nirva”, que se hicieron presentes en la jornada solidaria mediante una de sus referentes, Paula, quien pudo acompañar y compartir con los vecinos la experiencia.

Hubo un recibimiento especial por parte de los vecinos de Nueva Unión hacia nosotros, entre las imágenes desalentadoras de Guernica que circularon en los medios, la orden de desalojo que pesa sobre todas las tomas, sumado a las situaciones personales de cada uno (cabe recordar que están viviendo prácticamente en un basural, con todo lo que eso implica y en condiciones de extrema precariedad) y el miedo de también quedar en la calle como nos contaba una de las vecinas, que relataba que ese terreno es todo lo que tiene hoy en día, confluyó en lo que fue una experiencia muy emotiva que desprende la conclusión que lucha, resistencia y solidaridad entre los de abajo es el camino a seguir.

Luego de recibir y distribuir en el barrio los alimentos y colchones, los vecinos nos invitaron gentilmente a compartir un lindo momento junto a sus familias. Mientras disfrutaban los alfajores “Grandote” producidos por los trabajadores de “La Nirva”, nos contaron sus experiencias propias de lucha, de las cuales en muchas de ellas nos hemos encontrado luchando juntos.

Dos días habían pasado ya de la brutal represión en Guernica y aunque nos duela el hecho que el gobierno de Alberto Fernández con Kicillof y Sergio Berni como su perro matón en Buenos Aires hayan empujado a las familias nuevamente a la incertidumbre de quedar en la calle sin nada[1] . Siendo que allí en Guernica las familias habían encontrado un lugar donde hacer pie para luchar, creando un tejido social solidario por el acceso a la vivienda, a un terreno donde desarrollar sus vidas con sus hijos e hijas; no vamos a bajar los brazos y vamos a poner el cuerpo al aguante a esta lucha expresada en las diversas tomas del país, porque entendemos  que es inaceptable que desde el gobierno se intente acallar todo reclamo social por vía de la represión y la violencia institucional, sin ofrecer nunca una solución para el pueblo trabajador.

Aquí en Rafael Castillo las familias sufren en carne propia la lógica criminal del Estado, que se ha expresado también en el desalojo de Guernica. Han sido víctimas de diversos abusos y hostigamientos por parte de la Policía Bonaerense a lo largo de estos meses: les prenden fuego semanalmente las casillas con todo lo que contengan, incluso niños o los propios vecinos durmiendo en ellas[2](como ha pasado en reiteradas ocasiones, según testimonios de los vecinos). Han sido amenazados de muerte, amedrentados con golpes, destruyendo sus alimentos y pertenencias o llevándose detenidos a vecinos por resistirse, como fue el caso de Braian hace unas semanas que, gracias a la gestión de compañeros articulando con organizaciones de DDHH, lograron que se libere rápidamente.

A pesar de sufrir este accionar violento, la voluntad de los vecinos es la de continuar resistiendo. Está claro que el gobierno no está dispuesto a ofrecer soluciones superadoras, pero los vecinos entienden que la lucha es la única forma de arrancarles a Espinoza, Kicillof y Alberto Fernández ese pedazo de tierra olvidada por el Estado: devenida en basural, en escenario de múltiples hechos delictivos (violaciones, asesinatos, cementerio de autos robados, etc.) a los cuales la urbanización le significaría una transformación positiva: donde antes se encontraban cuerpos sin vida, hoy se ven niñes jugando con sus mascotas corriendo por el predio entre las casillas que semana a semana se reconstruyen, donde antes se acumulaban vehículos, hoy crecen huertas y arreglos florales que acompañan las viviendas, expresión de la voluntad de los vecinos de transformar su realidad y la del barrio, hoy rodeados por basura.

 


[1] Lo poco que tenían fue quemado por los soldados de Berni como parte de su operativo.

[2] Al no haber orden de desalojo alguna, ni tampoco “dueños” reclamando el territorio, el operativo desalojo es llevado a cabo por grupos pagos que cobran adicionales para destruir las viviendas de los vecinos en el lapso de una hora, esto “explicaría” porque no tienen tiempo de detenerse si en esta salvajada, queda algún vecine o niñe dentro de las viviendas.

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