Ataque contra el movimiento en solidaridad con Palestina

Columbia se pliega a Trump y adopta una nueva definición de “antisemitismo”

La administración de Columbia capituló a las demandas de la Casa Blanca. Asumió la definición de antisemitismo de la IHRA, según la cual las críticas contra el Estado de Israel equivalen a ataques "antisemitas". Así, la oposición al genocidio que comenten los sionistas en Gaza, es denunciada como “antisemita”.

El gobierno de Trump anunció el 7 de marzo que iba a congelar $400 millones de los fondos destinados para la universidad de Columbia, esto como una amenaza para que dicho centro de estudios tomase más medidas para combatir el “antisemitismo”. Actualmente, la universidad y el gobierno estarían por llegar a un acuerdo para descongelar los fondos, el cual incluye una reinterpretación del concepto de antisemitismo que iguala “judío” a “israelí”, una maniobra legal para acallar las voces críticas con el genocidio que comete Israel en contra del pueblo palestino.

El congelamiento de fondos de parte del gobierno afectaba otras subvenciones en la universidad de Columbia, como el National Institutes of Health (NIH). Las subvenciones retiradas o congeladas en esta área ascienden a 1.200 millones de dólares. Eso genera una enorme presión financiera sobre esta universidad.

Columbia fue la primera en recibir el manotazo autoritario de Trump, pero otras universidades figuran en la lista del gobierno estadounidense. Por ejemplo,  la Universidad de Pensilvania llegó a un acuerdo con el gobierno el 1 de julio, con el cual restauraron $175 millones de dólares a cambio de limitar al estudiantado trans de los programas deportivos. En lo que respecta a Harvard, por ahora mantiene su posición de no ceder a las presiones de la Casa Blanca, en gran medida porque no depende tanto de las subvenciones federales y cuenta con un enorme ahorro de 53 mil millones de dólares.

Una definición de antisemitismo para criminalizar las protestas en solidaridad con Palestina

Respecto a las universidades de Columbia y Harvard, son atacada por el gobierno bajo acusaciones de permitir que prolifere el “antisemitismo” en sus campus, por lo cual suspendió los fondos federales. En realidad lo que quiere el gobierno es aplastar el movimiento estudiantil que se movilizó por la causa Palestina el año pasado.

De acuerdo a un mensaje enviado el 17 de julio por la presidenta interina de la universidad de Columbia, Claire Shipman, este centro de educación superior sería el primero en llegar a un acuerdo con el gobierno sobre el tema de las protestas por Palestina: “Columbia se compromete a tomar todas las medidas posibles para combatir el antisemitismo y la Universidad sigue dedicada a garantizar que las denuncias de discriminación y acoso de todo tipo, incluidas las basadas en la identidad judía e israelí, se traten de la misma manera (…) incorporar formalmente la consideración de la definición de la IHRA a nuestras políticas antidiscriminación fortalece nuestro enfoque para combatir el antisemitismo”.

La IHRA es la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, un organismo intergubernamental que, desde marzo pasado, es presidido por Israel. Su definición de “antisemitismo” es abiertamente cuestionada, ya que asume que todos los judíos son sionistas y que el Estado de Israel encarna la autodeterminación del pueblo judío. Esta sería la definición que, en adelante, va adoptar la Universidad de Columbia.

Con este cambio en la definición de antisemitismo, se busca dar continuidad a una narrativa engañosa que instrumentaliza los crímenes del Holocausto para encubrir al Estado sionista de Israel y el genocidio criminal que comete contra la población palestina. Empero, así como los nazis deshumanizaban a los judíos como “infrahumanos”, hoy los sionistas hacen lo propio con la población palestina tratándola como “animales humanos” o terroristas ¡Los sionistas son hoy lo más parecido a los nazis!

Por todo lo anterior, es claro que la administración de Columbia capituló a las demandas de la administración Trump. El gobierno estadounidense está obsesionado en atacar uno de los epicentros del movimiento estudiantil pro-palestina que surgió en esta universidad.

Tal como se indica en una nota anterior “en cuanto a los estudiantes, los persigue porque protagonizaron la ola de campamentos de solidaridad con Palestina que sacudió a los Estados Unidos en 2024 y que tuvo gran repercusión internacional. Trump es consciente de la tradición de lucha del movimiento estudiantil y el papel que desempeñó en décadas anteriores, por ejemplo, como parte del movimiento por los derechos civiles o las protestas contra la guerra de Vietnam”.

Además, el gobierno profundiza su cruzada oscurantista contra las universidades, el movimiento estudiantil y el conocimiento científico. Trump ha estado muy pendiente de los procesos de “negociación” con las universidades y espera que pronto exista un acuerdo con la universidad de Harvard, según sus declaraciones a la CNN: “Creo que probablemente llegaremos a un acuerdo con Harvard. Probablemente llegaremos a un acuerdo con Columbia. Tienen muchas ganas de llegar a un acuerdo. No hay prisa”.

Otros de los puntos del acuerdo que suscribió Columbia con el gobierno son: pagar una multa de $200 millones; colocar el centro de Estudios de Medio Oriente bajo una nueva supervisión; designar nuevos coordinadores; ampliar la formación sobre “antisemitismo” con organizaciones judías para “educar” sobre las nuevas formas de antisemitismo (es decir, bajo los criterios pro sionista de la IHRA), entre otras medidas.

La universidad de Columbia también anunció que no mantendrá reuniones con el grupo  Columbia University Apartheid Divest (CUAD), con el cual se vincula a Mahmud Khalil, el primer estudiante detenido por la ofensiva de Trump contra las protestas pro-palestina en este  campus. Esta organización también estuvo al frente en las jornadas de lucha del año pasado.

Al tiempo que un nuevo acuerdo está a la vuelta de la esquina, hay organizaciones pro-israelíes dentro de la universidad que exigen más cambios. Según The New York Times, las mismas “exigen una reforma del senado universitario, un órgano decisorio dominado por el profesorado y responsable de establecer las normas que rigen las protestas en el campus. Los críticos consideran que las normas actuales son demasiado laxas”.

De esta manera, el gobierno de Trump prosigue con la inquisición en las universidades, al grito de guerra de la “batalla cultural” y en defensa del Estado genocida de Israel, en la nueva etapa de la lucha de clases “el actual modelo universitario representa el “viejo orden” y en parte representa los consensos científicos, culturales y democráticos que Trump pretende destruir. Ese es el contenido real de la llamada “batalla cultural”, por la cual abogan las nuevas extremas derechas a nivel internacional: es un manotazo autoritario que pretende acabar con la libertad de pensamiento y disenso.

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