El secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, declaró este jueves (27) que el gobierno estadounidense canceló más de 300 visas a estudiantes internacionales por haber participado en protestas contra el genocidio sionista en Gaza.

Durante una gira a Guyana, declaró que lo “hacemos todos los días (…) Cada vez que me encuentro con uno de estos lunáticos, les quito el visado. En algún momento, espero que se queden sin visado porque ya nos hemos librado de ellos”.

Ante los cuestionamientos que esa medida desató entre las organizaciones que velan por  los derechos humanos, la Casa Blanca “justificó” la medida alegando que la libertad de expresión en territorio estadounidense no cubre a los ciudadanos extranjeros y, adicionalmente, responsabilizó a los activistas estudiantiles de “crear una atmósfera peligrosa para los estudiantes judíos”.

De esta forma, la administración de Donald Trump demuestra nuevamente su alineamiento total con el genocida de Netanyahu y la extrema derecha sionista, por lo cual pretende acallar todas las voces críticas de la masacre perpetrada contra el pueblo palestino. Para ello recurre al mismo relato ultra reaccionario que utiliza el sionismo a nivel internacional: alentar la confusión de que toda posición contraria al expansionismo colonial y supremacista de Israel es sinónimo de antisemitismo.

Esta campaña de persecución arrancó con la detención autoritaria e ilegal de Mahmoud Khalil, estudiante de pos graduación de la Universidad de Columbia de origen palestino, que, pese a contar con residencia permanente, fue detenido la noche del 8 de marzo por agentes del ICE y trasladado hasta una prisión en el Estado de Luisiana, donde aguarda para ser deportado.

Además, esta semana también se dio a conocer el caso de Rumeysa Ozturk, una estudiante turca que cursa un doctorado en la Universidad de Tufts, en Massachusetts. Fue interceptada y arrestada en la vía pública por agentes del ICE como venganza por un artículo de opinión que publicó en el periódico de la universidad, en el cual exigía que la institución reconociese que estaba en curso un genocidio en la Franja de Gaza.

Las detenciones ilegales de Mahmoud Khalil, Rumeysa Ozturk y los más de 300 estudiantes extranjeros, representan una medida ultra reaccionaria. Esta ola persecutoria es propia de un Estado de excepción, en el que cualquier crítica hacia la política del gobierno puede generar la deportación.

En realidad, el término “deportación” en estos casos sirve de eufemismo legal para encubrir que se trataría de un exilio político contra residentes que se oponen a un genocidio y critican a la Casa Blanca por su complicidad con el mismo.

Es necesario impulsar una enorme campaña internacional por la liberación inmediata de todos los estudiantes extranjeros, detenidos ilegalmente por solidarizarse con el pueblo palestino y repudiar la barbarie sionista.