La URSS después de la degeneración burocrática

Christian Rakovsky. Oposición y exilio: los últimos años

Original en inglés: Marxist Internet Archive. Capítulo final de Biographical Introduction to Christian Rakovsky.

En su camino de regreso a Moscú, Rakovsky se detuvo en Berlín para discutir las tácticas de la oposición con Kamenev y Krestinsky. Kamenev había venido de Roma y también se dirigía al pleno del Comité Central. Rakovsky y Kamenev abogaron por la acción directa, los llamamientos a las masas, las manifestaciones y la distribución de folletos. Krestinsky creía que la oposición debía seguir maniobrando. Más tarde ese año, en 1927, Krestinsky escribió una carta a Trotsky criticando las tácticas de la oposición, y en abril de 1928 escribió una carta al Comité Central desligándose públicamente de la oposición de izquierda.[75]

La oposición se lanzó entonces a la preparación del XV Congreso del Partido y del Décimo Aniversario de la Revolución de Octubre. Rakovsky, junto con Kamenev y Radek, habló ante la organización Komsomol de Moscú el 26 de octubre de 1927 en defensa de la plataforma de la oposición. Pero fue hacia Ucrania a donde Rakovsky fue en el otoño de 1927 para organizar allí la oposición. Un gran número de miembros del partido en Ucrania eran leales a Rakovsky, y las regiones de Kiev y Odessa eran fuertes centros de la oposición trotskista. La oposición de Zinoviev tenía muy poco apoyo en Ucrania. El líder permanente de la oposición trotskista en Ucrania en ese momento era Yuri Kotsubinsky, un viejo amigo de Rakovsky a quien había nombrado en 1922 jefe de la misión ucraniana en Viena.

Algunos de los líderes trotskistas más conocidos en Ucrania eran Holubenko, Livshits, Rosengans, V. Assem, Dashkovsky y Lobanov. En la primavera de 1927, algunos de los opositores ucranianos habían publicado la Plataforma de los 83. Habían enviado representantes a más de veinte localidades organizando grupos, círculos y reuniones de apoyo, y distribuyeron su literatura no sólo entre los miembros del partido sino también entre los trabajadores no partidistas. La Plataforma de los 83 había sido firmada por N. Gordon, T. Kharechko, S. Shreiber y también por Dashkovski, que también fue autor de otro documento de la oposición, la Plataforma de los 15. A principios de 1926, un comité clandestino de la oposición trotskista se creó en Jarkov y estaba integrado por siete miembros. Este centro tenía contacto con la oposición en Moscú. En Jarkov también había cuatro comités de distrito compuestos cada uno de ellos por tres miembros. También se establecieron centros de oposición en Kiev, Odessa, Nikolaev, Dnepropetrovsk, Zaporozhye y Kherson. En todas esas ciudades se habían creado comités regionales compuestos por cinco o siete miembros. La oposición en Ucrania era muy activa y estaba bien equipada. Tenían máquinas de imprimir, cuatro prensas de copiado y una duplicadora.

Preparar el décimo aniversario de la revolución y fortalecer la oposición en Ucrania fue la tarea de Rakovsky mientras recorría los centros de la oposición en el otoño de 1927. La estrategia de la oposición era hacer un «llamamiento a las masas», participar en las celebraciones oficiales de tal manera que las ideas y demandas de la oposición lleguen a la atención de las masas. Pero esta extensión de las actividades de la oposición más allá de las filas del partido no se limitó a las celebraciones del décimo aniversario. En Ucrania, Rakovsky organizó la producción clandestina de folletos que se distribuyeron entre los trabajadores de las fábricas de Jarkov, Kiev y Odessa. Cuando Rakovsky llegó a Ucrania, inmediatamente comenzó a visitar los centros industriales y a hablar en reuniones de fábrica en lugares como Dnepropetrovsk, Zaporozhye y Kharkov. En la Central Eléctrica General de Jarkov habló ante una asamblea de cuatro mil trabajadores. En Zaporozhye habló ante la célula del partido en la fábrica Communard. En su discurso en esta fábrica explicó las críticas de la oposición al plan quinquenal y habló de la amenaza de desempleo y la caída del nivel de vida que enfrentaba la clase trabajadora en la Unión Soviética.[76]

El giro de la oposición hacia una actividad abierta entre las masas sin partido, especialmente en Ucrania, provocó una intensificación de las tácticas de acoso empleadas por el aparato del partido y una movilización de los miembros del partido contra la oposición. En su informe al XV Congreso del Partido en diciembre de 1927, Kaganovich informó cómo el aparato del partido, confrontado con las actividades “subversivas” de Rakovsky, inició una movilización masiva para desbaratar y frenar las actividades de la oposición. Esto tomó la forma de disturbios organizados y abusos en todas las reuniones en las que hablaban Rakovsky u otros opositores. El 5 de noviembre, Rakovsky fue invitado a hablar en la sesión especial del Sóviet de Jarkov convocada para conmemorar el aniversario de la revolución. Cuando hablaba, defendiendo las posiciones de la oposición, era interrumpido por gritos, patadas y silbidos hasta que le resultó imposible continuar su discurso. A esta sesión oficial asistieron visitantes extranjeros, socialdemócratas y personas sin partido. Dirigiéndose a ellos, mientras abandonaba la tribuna enojado, Rakovsky dijo: “Pueden ver como, entre nosotros, a los representantes de la clase obrera se les permite hablar; esto es socialfascismo”.[77]Escenas como ésta se hicieron más frecuentes cuando el aparato estalinista, durante el mes de noviembre, organizó casi mil reuniones en Ucrania para continuar con el ataque a la oposición.

En Moscú y Leningrado, el llamamiento público de la oposición durante las celebraciones del aniversario fue violentamente reprimido. Victor Serge describe cómo en Leningrado el contingente de la oposición en el desfile fue rodeado por la milicia, dispersado, maltratado y golpeado. En Moscú, cuando la oposición desplegó sus pancartas frente al mausoleo de Lenin, los comandos las hicieron trizas. Más allá de la Plaza Roja, la oposición fue atacada con porras y dispersada o arrestada. Hubo disparos cuando Trotsky intentaba dirigirse a la multitud y el parabrisas de su coche quedó destrozado. El 14 de noviembre, el Comité Central y la Comisión Central de Control, convocados en sesión extraordinaria, expulsaron a Trotsky y Zinoviev del partido. Rakovsky, junto con Kamenev, Smilga y Evdokimov, fueron expulsados del Comité Central.

A mediados de noviembre, Rakovsky recibió un telegrama en Ucrania informándole del suicidio de Joffe y regresó a Moscú. Fue reemplazado en Ucrania por Voya Vuyovic, un yugoslavo que también era secretario de la Internacional de la Juventud. En su cargo fue, junto con Rakovsky, miembro del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista (CEIC). En una reunión del presidium del CEIC, que duró desde las 21.30 hasta las 5.00 horas del 27 de septiembre de 1927, Trotsky, Rakovsky y Vuyovic fueron expulsados del CEIC. La moción para expulsar a Trotsky fue presentada por JT Murphy, “un miembro veterano pero poco distinguido del Partido Comunista de Gran Bretaña”.[78]Vuyovic ocupó el lugar de Rakovsky en noviembre y comenzó a recoger firmas para una declaración de protesta contra la expulsión de Trotsky y Zinoviev. En la elección de delegados y en las votaciones en Ucrania previas al XV Congreso del Partido, las estadísticas oficiales del aparato estalinista dicen que el 10 por ciento votó a favor de las tesis de la oposición.

Rakovsky fue el portavoz oficial de la oposición en el XV Congreso del Partido que se inauguró el 2 de diciembre de 1927. Duró tres semanas y estuvo siemrpe cruzado por la preocupación por el cisma. El Congreso vio el fin de la oposición unida de Trotsky y Zinoviev. El 10 de diciembre, Kamenev, Bakaev y Evdokimov, en nombre del ala de Zinoviev, anunciaron su aceptación final de todas las decisiones alcanzadas por el Congreso. Los trotskistas ahora estaban solos.

El discurso de Rakovsky abordó nuevamente la situación internacional de la revolución y del Estado soviético. El Decimoquinto Congreso corría el peligro, dijo Rakovsky, de repetir el mismo error del Decimocuarto Congreso, que había dicho en su resolución que “el respiro… la cohabitación pacífica de la URSS con los estados capitalistas” se consolidaría y ampliaría. Pero a los pocos meses, señaló, esto fue seguido por la derrota de la revolución china y la ruptura de las relaciones con Gran Bretaña. Dijo que el discurso de Stalin ante el XV Congreso había “enumerado los logros de los dos últimos años, incluida la liquidación del incidente suizo, y, como para equilibrar esto, habló de la derrota en China, la ruptura anglosoviética y el reciente conflicto con Francia”. En una declaración que provocó conmoción en el Congreso, Rakovsky declaró: “estas dos magnitudes no son comparables… Digo además que incluso si hubiéramos mantenido relaciones diplomáticas con Gran Bretaña, incluso si no hubiéramos tenido el conflicto con Francia, la derrota de la revolución china creó una situación tan desfavorable para nosotros que podemos decir que contrarresta totalmente todos los avances en nuestros asuntos exteriores”. También cuestionó la afirmación de Stalin de que había un crecimiento constante en el exterior del apoyo de la clase trabajadora a la Unión Soviética. Tomando el ejemplo de Gran Bretaña, señaló la “pasividad e indiferencia” con la que la clase trabajadora británica había reaccionado ante la ruptura de relaciones diplomáticas con la Unión Soviética. “Al lado del creciente voto comunista debemos registrar un hecho sumamente alarmante: la disminución de la actividad de la clase trabajadora”. Sostuvo que el apoyo internacional de la clase trabajadora era más importante que cualquier maniobra entre estados capitalistas, y la dirección estalinista se negaba a reconocer la situación real y los peligros inherentes que contenía para el estado soviético y para la revolución. Rakovsky fue constantemente interrumpido durante su discurso, entre otros por Bujarin y Kaganovich. Citó extensamente la prensa extranjera para mostrar que la opinión burguesa occidental consideraba que la oposición presentaba una amenaza revolucionaria mayor que la línea oficial. «Es una coincidencia alarmante», afirmó Rakovsky. «Aquí nos dicen que debemos luchar contra la oposición, y en el extranjero también nos dicen que es necesario luchar contra la oposición». El imperialismo mundial estaba poniendo su peso del lado de la mayoría. Este fue “el fenómeno más nuevo en nuestra situación internacional”. En ese momento lo abuchearon con gritos de “agente de la burguesía”, “fuera del partido” y “menchevique”. No se le permitió continuar con su discurso. En su discurso de cierre, Stalin no respondió a ninguno de los puntos planteados por Rakovsky sobre política exterior. El Congreso estaba bien organizado y bajo el control de Stalin. Los argumentos políticos eran innecesarios. “El camarada Rakovsky sostiene que la oposición es el ala izquierda de nuestro partido. Eso haría reír a un gato”.[79]

Rakovsky fue expulsado del Partido Comunista en el XV Congreso. Cuando, el 10 de diciembre, el ala de Zinoviev aceptó las decisiones del Congreso, Rakovsky escribió una declaración que también fue firmada por Muralov y más tarde por Radek, en la que insistía en el derecho a defender puntos de vista de la oposición dentro del partido. La resolución que expulsaba a “setenta y cinco trabajadores activos de la oposición trotskista” fue adoptada sin debate. Inmediatamente después del Congreso, 1.500 opositores más fueron expulsados y se obtuvieron 2.500 declaraciones firmadas de retractación. El discurso ante el XV Congreso del Partido fue el último discurso público de Rakovsky en la Rusia soviética.

El 3 de enero de 1928, el Politburó decidió deportar a los principales opositores. Trotsky fue enviado a Alma Ata y Rakovsky a Astracán. La deportación o expulsión no era nada nuevo para Rakovsky. Ya había sido expulsado de diversos países un total de catorce veces. En sus numerosas notas y reminiscencias sobre Rakovksy, Trotsky a menudo se refiere a la notable serenidad que permitió al experimentado revolucionario y diplomático superar la derrota y el abatimiento. El escritor francés Pierre Naville visitó a Rakovsky en el otoño de 1927 en la casa de Preobrazhensky y de la amiga y compañera de este último, Pauline. Naville destacó la atmósfera de camaradería y sencillez que, según él, “era imposible encontrar en ningún otro lugar en ese momento”. Rakovsky vestía una elegante chaqueta de estilo occidental. Con humor describió al escritor francés cómo los diplomáticos soviéticos, cuando son llamados a filas, tienen que renunciar a todas las posesiones adquiridas durante su servicio exterior, a excepción de la ropa. “Los franceses me expulsaron de París por haber firmado una declaración de la oposición. Stalin me expulsó de Narkomindel por haber firmado la misma declaración. Pero en ambos casos me dejaron quedarme con la chaqueta”.[80]

En Astracán, Rakovsky fue asignado a un puesto oficial, como «economista especial» en Gubplan (el departamento de planificación provincial). Su salario era de 180 rublos al mes.[81]Comenzaba entonces la intensa vida política e intelectual de la oposición en el exilio. En sus Notas sobre Rakovsky, Trotsky comenta que “quizás nunca llevó una vida tan activa como durante sus años de deportación, y su vida quizás nunca fue tan fructífera como durante este período”. Casi inmediatamente después de su llegada a Astracán, inició un trabajo sobre Saint-Simon y los orígenes del socialismo utópico. En su primera carta desde el exilio, escrita a Trotsky, instó a Trotsky a no gastar todas sus energías y talentos en problemas políticos inmediatos. «Es muy importante», escribió, «que elijas también un tema amplio, algo como mi Saint-Simon, que te obligaría a mirar de nuevo muchos temas y a releer muchas cosas desde un ángulo diferente».[82]Louis Fischer comentó, cuando visitó a Rakovsky en el exilio más tarde en 1929, que había podido llevarse todos sus archivos consigo. “En la habitación de Rakovsky”, escribió, “había un enorme baúl lleno de documentos y cartas. Me quedé asombrado al descubrir que había podido llevar a Saratov los protocolos secretos de la conferencia anglosoviética de Londres en 1924… Tenía una memoria maravillosa y lo que no podía recordar, a menudo era capaz de reconstruirlo basándose en los documentos”.[83]Además de sus documentos personales, Rakovsky también trajo consigo las obras de Saint-Simon y Enfantin, y los clásicos de la literatura rusa. En sus primeras semanas de exilio Cervantes fue su lectura favorita. Leyó a Aristóteles y Dante, pero sobre todo volvió a estudiar la Revolución Francesa. Deutscher, en su biografía de Trotsky, dice de Rakovsky que “tenía una mente clara y penetrante; y quizás también una mayor capacidad de distanciamiento filosófico [que Trotsky]. A pesar de toda su devoción a la oposición, era menos partidista, al menos en el sentido de que sus puntos de vista trascendían en su amplitud los objetivos y tácticas inmediatos de la oposición”.[84]

En Astracán, Rakovsky estaba a cargo de los centros de oposición a lo largo del sur del Volga y en Crimea. Era el vínculo de Trotsky con la Rusia europea y, de hecho, con el mundo occidental en general. Rakovsky recibía periódicamente a la prensa extranjera, incluida L’Humanité. Escribió prodigiosamente y hizo circular muchas cartas y documentos entre la intensamente activa comunidad de exiliados, y también proporcionó a Trotsky libros y artículos que de otro modo no podría adquirir en Alma Ata. Deutscher describe en su biografía cómo en Alma Ata “dos o tres veces por semana un cartero inválido a caballo traía la saca del correo repleta de cartas, recortes de prensa y, más tarde, incluso libros y periódicos del extranjero. Sin duda, la censura y la GPU vigilaron atentamente la correspondencia. La mayor parte fue con Rakovsky”.[85]

Al mismo tiempo, Rakovsky comenzó a escribir sus memorias, que menciona a menudo en sus cartas a Trotsky. Escribió sobre sus primeras experiencias en el movimiento socialista, su amistad con Plejánov, Luxemburgo, Guesde, Jaurès y Lenin. Escribió sobre sus actividades en Rumania y más tarde escribió un gran volumen sobre sus experiencias como jefe de la Ucrania soviética. Todos estos escritos fueron posteriormente confiscados por la GPU. Sólo una pequeña fracción de sus escritos en el exilio fue publicada posteriormente por Trotsky en el Boletín de la Oposición y están traducidos en este volumen. La mayoría  trataban de los problemas inmediatos y la estrategia de la oposición.

En 1923, antes de la formación de la oposición de izquierda, Rakovsky había atacado abiertamente las tendencias burocráticas centralizadoras del nuevo Estado soviético en el Duodécimo Congreso del Partido. La burocracia, dijo en ese momento, era la principal amenaza al poder soviético y un factor que amenazaba también a la revolución internacional. Ahora, en el exilio en 1928, Rakovsky reflexionó sobre el significado más profundo del conflicto interno del partido y el significado histórico más profundo de los acontecimientos que llevaron a la degeneración del partido de la revolución. Escribió sus primeras conclusiones en una larga carta (fechada en Astracán el 2 de agosto de 1928) a Valentinov, ex editor de Trud, que también era un trotskista exiliado. La carta de Rakovski causó un gran revuelo en la comunidad del exilio.

El declive de la actividad de la clase obrera soviética y el ascenso de la burocracia del partido y del Estado debían considerarse “científicamente, sometiéndolos a un análisis profundo”, escribió en la carta a Valentinov. La plataforma de la oposición de izquierda, afirmó, era inadecuada en el sentido de que las soluciones que proponía tenían “un carácter empírico” y no llegaban a “la base de la cuestión”.

El problema fundamental se refería al papel de la clase revolucionaria que ha tomado el poder. “Nadie hoy”, escribió, “puede ignorar las terribles consecuencias de la indiferencia política de la clase trabajadora”. El problema es tanto más difícil cuanto que, en realidad, se trata de un problema nuevo. Nunca antes los marxistas tuvieron que afrontar la cuestión del retroceso y el declive de la clase trabajadora después de la conquista del poder. Y aquí Rakovsky no estaba de acuerdo con Trotsky. Para Trotsky, la degeneración burocrática del partido y del Estado tenía principalmente que ver con el atraso ruso, la debilidad numérica de la clase trabajadora, el aislamiento y el cerco capitalista. Para Rakovsky el peligro de la burocratización ya era inherente a la propia clase trabajadora, a su situación como nueva clase dirigente. El peligro de la burocratización y la indiferencia política “seguiría existiendo… incluso si permitiéramos que el país estuviera habitado sólo por masas proletarias y el exterior estuviera compuesto únicamente por estados proletarios”. El peligro no está sólo en relación con otras clases sino dentro de las filas de la propia clase victoriosa. Los peligros son lo que Rakovsky llamó los “peligros profesionales del poder”.

El fenómeno de la diferenciación sociológica dentro de la nueva clase dirigente también se había manifestado en las revoluciones francesa e inglesa. «Ninguna clase ha nacido jamás en posesión del arte de gobernar». Históricamente “siempre ha habido una falta de armonía entre las capacidades políticas de una clase determinada, su capacidad administrativa y las formas constitucionales judiciales que establece para su propio uso después de tomar el poder”. “Cuando una clase toma el poder, una de sus partes se convierte en agente de ese poder. Así surge la burocracia. En un Estado socialista, donde la acumulación capitalista está prohibida por los miembros del partido dirigente, esta diferenciación comienza como funcional; luego se vuelve social”. Trotsky había utilizado el concepto de Termidor en relación con el ala derecha del partido, los defensores de la propiedad privada. Rakovsky también miró a la Revolución Francesa, pero vio sus lecciones de manera algo diferente. El concepto de Termidor era engañoso. «La reacción política, que comenzó incluso antes de Termidor, consistió en que el poder comenzó a pasar, tanto formal como efectivamente, a manos de un número cada vez más restringido de ciudadanos». En este proceso de reacción jugó un papel clave la eliminación gradual del principio electivo y su sustitución por el principio de nominaciones. La diferenciación dentro de la clase obrera soviética, inicialmente funcional, se vuelve social. “Ha modificado el propio organismo”. La burocracia, la capa dirigente de la economía, el partido y el Estado “ha dejado de ser parte de esta clase”. «La burocracia de los soviets y del partido constituye un nuevo orden… una nueva categoría social».

Las consecuencias sociales y políticas de esta “especialización funcional”, de esta “diferenciación que el poder ha introducido en el seno del proletariado”, no serán eliminadas fácil ni inmediatamente. Será “un proceso largo y delicado. Consiste en educar políticamente a la clase dominante de tal manera que sea capaz de sostener el aparato estatal, el partido y los sindicatos, de controlar y dirigir estas instituciones”. «Confesó» que nunca había esperado triunfos políticos tempranos de la oposición y concluyó que la tarea de la oposición era la «larga y difícil» de educar a la clase trabajadora. Citó las palabras del revolucionario francés Babeuf al salir de la prisión de Abbaye: «Es más difícil reeducar al pueblo en el amor a la libertad que conquistarla».

El análisis de Rakovsky tuvo profundas implicaciones para el trabajo de la oposición. Rechazó la idea del ala capitulacionista de la oposición de que cualquier reforma podría provenir de la propia burocracia. «Creo que sería completamente irreal esperar una reforma interna del partido basada en la burocracia». Al mismo tiempo, su análisis de la pasividad política de la clase trabajadora significó que de allí no vendría ninguna presión masiva para la reforma. Estaba convencido de la razón de la oposición y de su reivindicación histórica definitiva, pero la implicación de su análisis era que durante mucho tiempo la burocracia estaría en el poder y el trabajo de la oposición era para el futuro. En un artículo de febrero de 1929, Trotsky comentó favorablemente el análisis de Rakovsky, pero parece haber pasado por alto sus implicaciones más pesimistas.[86]Hoy en día, esta breve obra es el más conocido de los escritos de Rakovsky. Fue el primer intento serio de la oposición de llegar a un entendimiento histórico y teórico con el fenómeno de la degeneración burocrática. Al situar el problema en un contexto más amplio que el de las peculiaridades rusas, pudo desarrollar una visión profunda de este fenómeno histórico, y el propio movimiento marxista todavía tiene que desarrollar las implicaciones más completas de su análisis.

En el verano de 1928 quedó claro que el rumbo de izquierda que Stalin había emprendido a principios de año se estaba intensificando y que la ruptura entre él y el ala derecha bujarinita era irreparable. Las consignas que durante años habían sido el sello distintivo de la oposición eran ahora la línea oficial: luchar contra el kulak; Frenar a los hombres de la NEP; Acelerar la industrialización. La apatía e indiferencia de la clase trabajadora que Rakovsky había descrito en su carta a Valentinov ahora “permitió a Stalin robar los ropajes de Trotsky con impunidad”.[87]A mediados de julio de 1928, Serebryakov[2*]envió un telegrama a Rakovsky en el que estimaba “que la orientación adoptada por el Comité Central es correcta en los puntos esenciales y ha llegado el momento de plantear el problema de nuestro reingreso al partido”. Rakovsky envió la noticia a Trotsky en Alma Ata. Su consejo a Trotsky en una carta del 21 de julio de 1928 fue «no ceder a un entusiasmo sin principios con motivo del giro a la izquierda». Habría que esperar, estudiar el curso de los acontecimientos. En ningún caso podrán renunciar a sus ideas ni al derecho de luchar por ellas. Pero el giro a la izquierda estalinista provocó un gran desorden en la oposición de izquierda. Kamenev estaba instando a Trotsky a dar algún paso que facilitara su reingreso al partido. Los líderes de la oposición en el exilio como Smilga, Serebryakov e Ivan Smirnov se unieron ahora a los conciliadores Radek y Preobrazhensky. Rakovsky instó a Trotsky a no ceder ante los conciliadores. En un mordaz ataque a los capituladores (Sobre la capitulación y los capitulacionistas), escribió:

La pérdida de quienes no han reflexionado lo suficiente sobre nuestro programa, de quienes sueñan con un pequeño rincón tranquilo, de quienes invocan el deseo de ser parte de las “grandes luchas”, fue inevitable. Esto sólo puede purificar las filas de la oposición. Todavía quedan quienes ven en la plataforma una especie de menú donde elegir según sus gustos. La plataforma fue y sigue siendo la norma del leninismo combativo, y sólo su aplicación total puede sacar al partido y al país del proletariado del callejón sin salida al que lo ha llevado la dirección centrista.

Rakovsky no rechazó el reingreso al partido, pero insistió en que dicho reingreso debe basarse en el derecho continuo de la oposición a luchar por sus políticas y criticar a la dirección centrista. No creía, como creía Preobrazhensky, que el centro estalinista, al instituir el giro a la izquierda, estuviera siguiendo las “leyes ineludibles de la historia”. Tampoco veía el centro como frágil y sacudido entre presiones de derecha e izquierda. Si Stalin destruyó a la derecha, eso no significaba que estuviera a punto de pedir ayuda a la oposición de izquierda. El pronóstico de Rakovsky se confirmó cuando, en el otoño de 1928, Stalin intensificó la represión contra la izquierda. A finales de 1928, entre 6.000 y 8.000 opositores de izquierda fueron encarcelados y deportados. Luego, en enero de 1929, Trotsky fue expulsado de la Unión Soviética.

La salud de Rakovsky se deterioró en Astracán y durante algunos meses pidió permiso para ser trasladado a otro lugar. Los acercamientos a los funcionarios del partido y las cartas al Comité Central fueron inútiles. Finalmente fue Krestinsky quien abogó por él. En el juicio a Krestinsky en 1938 ésta fue una de las acusaciones. En ese momento, en 1928, Krestinsky dijo al tribunal que había “pedido a Kaganovich que trasladara a Christian Georgievich a Saratov desde Astrakhan, en alusión a nuestras relaciones amistosas. Esta solicitud fue concedida. Bueno, cuando llegó a Saratov, su hija fue a verlo y a través de ella le envié una carta”.[88]

En abril de 1929, Louis Fischer visitó a Rakovsky en Saratov. En esta antigua ciudad del Volga, Rakovsky tenía dos habitaciones en el hotel. Fischer pasó “ocho días apasionantes” con Rakovsky. Describió allí su rutina diaria:

Iba a la habitación de Rakovsky al mediodía. Hablaba conmigo durante dos horas mientras yo tomaba las voluminosas notas que ahora reposan sobre mi escritorio. Luego iría a almorzar. A veces iba con él al comedor. Los hombres se inclinaban al pasar y levantaban sus sombreros. Porque este criminal político en el exilio era el residente más destacado y, sospecho, el más venerado de Saratov. Regresaba a su habitación a las seis de la tarde, cuando él continuaba con su apasionante relato. Hacia las siete entraba un joven, asentía, se sentaba y escuchaba. Unos minutos más tarde entró otro hombre, luego otro. A las siete y media ya había seis o siete personas en la sala. Estos eran los compañeros exiliados de Rakovsky, que se reunían diariamente para intercambiar opiniones con su líder. Luego me sugeriría que lo disculpara y regresara a medianoche. ¡Medianoche! Me gusta mantener horarios regulares. Fresco como un joven, Rakovsky, de cincuenta y seis años, comenzaba a medianoche y continuaba hasta las dos de la madrugada. Luego se cortaba la electricidad en la gran ciudad provincial de Saratov y Rakovsky encendía algunas velas. A las tres los apagaría, porque era de mañana y el sol estaba saliendo. A las cuatro decía: «Bueno, supongo que quieres irte a la cama». Así era.[89]

Rakovsky rara vez hablaba con Fischer sobre asuntos del partido. Sin embargo, un día, mientras hablaban, llegó un telegrama a Rakovsky. “Lo abrió y palideció. Al cabo de un momento dijo con voz llena de desprecio: —Éste es un mensaje de Radek, Smilga y Beloborodov. Van a hacer las paces con Stalin, confesarán sus errores y regresarán a Moscú. Quieren que me una a ellos. Nunca. No abandonaré a Trotsky. Lo amo personalmente y admiro su política. Stalin ha traicionado la revolución’”.

En 1929 aumentó la represión contra la oposición. Ya no existía el libre flujo de correo como en 1928, y la GPU se incautó de la mayoría de las cartas y documentos de Rakovsky. Con la deportación de Trotsky, Rakovsky era ahora el líder reconocido de la oposición dentro de la Unión Soviética. En el XVI Congreso del Partido, celebrado en abril de 1929, treinta y ocho trotskistas renunciaron formalmente a su adhesión a la plataforma de la oposición, entre ellos Serebryakov. Desde Saratov, Rakovsky reunió a los irreconciliables. En una serie de tesis que dirigió en forma de carta al Comité Central, reafirmó la posición de la oposición sobre el reingreso al partido: “Habéis tomado medidas nuevas e importantes en el ámbito de la industrialización. Pero esas medidas no le permitirán alcanzar su objetivo si, por un lado, no modifica las premisas básicas de su teoría y, por otro, se niega a llevar a cabo reformas esenciales y radicales en el partido, en los sindicatos. y los soviéticos. Si sinceramente quieres seguir este camino, primero que nada debes reintegrar a la oposición en el partido”.[90]

En julio de 1929, Radek, Smilga y Preobrazhensky anunciaron que habían roto “ideológica y organizativamente con Trotsky”. Cuando esto sucedió, Rakovsky escribió una declaración en nombre de la oposición de izquierda que fue firmada también por Kossior y Okudzhava. Recogió quinientas firmas para esta declaración en la comunidad del exilio y Trotsky la publicó en el Boletín de la Oposición con una carta abierta aprobándola.[91]La declaración de agosto de 1929 fue atacada por los izquierdistas de la oposición por considerarla capitulacionista. En la declaración, Rakovsky escribió que la lucha de clases y el peligro de la derecha «han eliminado en parte las barreras que separaban a la oposición bolchevique-leninista del partido». Hizo un llamamiento al Comité Central para que «nos facilite el regreso al partido» y repudió los «medios de lucha fraccionales». Sin embargo, exigió también el derecho de la oposición a defender sus puntos de vista dentro del partido y que la democracia partidaria «se implemente en su totalidad», con la elección de todos los funcionarios y la posibilidad de destituirlos. La declaración también reafirma que “la organización completa de la producción socialista sólo es posible a escala internacional”. Finalmente, la declaración exige que Trotsky regrese del exilio.

La respuesta del partido a la declaración de agosto de 1929 fue intensificar la represión. “La declaración del camarada Rakovsky”, escribió Trotsky, “apoyada por los mejores cuadros de la oposición, fue una aplicación del frente único hacia el partido. La dirección centrista respondió intensificando la represión. A la expresión de la oposición de su sincera disposición a suavizar la rigidez organizativa de nuestra lucha por la línea marxista, el aparato respondió fusilando a Blyumkin”.[92]El «grupo Saratov» se disolvió y Rakovsky fue exiliado a Barnaul en Siberia. En febrero de 1930, la GPU confiscó todos sus manuscritos, incluidos todos los artículos, memorias, etc., que había escrito en el exilio. El oficial de la GPU a cargo de la operación le dijo a Rakovsky: «Eres tú quien nos está frenando». Cuando Trotsky informó de esto, escribió en una nota en el Boletín de la Oposición: “¿No es sorprendente que un hombre en el exilio, aislado, sin secretaria y que no tiene ni siquiera una máquina de escribir a su disposición, pueda ¿Para ‘frenar’ al partido y al país?”[93]En un número posterior encontramos la siguiente nota de Trotsky:

En 1915, los invasores rumanos de Besarabia dirigieron a los habitantes de Mogilev el siguiente llamamiento: “A los pacíficos habitantes de Mogilev. Entregad a Rakovsky atado, de lo contrario no detendremos el bombardeo. Queremos la paz pero Rakovsky quiere la guerra. Elige a él o a nosotros. Si nos entregas a Rakovsky, obtendrás la paz y te enviaremos provisiones. Ejército rumano”. Pero la revolución soviética no ató a Rakovsky ni lo entregó a sus enemigos; él era necesario para ello; le esperaba un gran trabajo. Pero Stalin… ató a Rakovsky de pies y manos y, si no lo entregó a Bucarest, lo ató en Barnaul.[94]

Pero Rakovsky sobrevivió a su exilio en este “agujero en la tierra fría y árida llamada Barnaul”.[95]Fischer cuenta que una vez llegaron a Barnaul unos buscadores de oro estadounidenses y, como Rakovsky era el único que hablaba inglés, lo trajeron para que hiciera de intérprete. Cuando se fueron, le ofrecieron una propina en dólares que él rechazó cortésmente. “Las condiciones siberianas y la humillación no pudieron doblegar a Rakovsky”, escribió Fischer.[96]

En abril de 1930, Rakovsky escribió otra declaración dirigida, como de costumbre, al Comité Central y firmada también por V. Kossior, N. Muralov y V. Kasparova. En esta declaración de 1930 afirma una vez más su rechazo a “la dañina teoría de que es posible construir el socialismo en un solo país”. Rechaza nuevamente cualquier alianza con la burocracia centrista y cualquier noción de que la reforma pueda iniciarse desde dentro de la burocracia. En un mordaz ataque contra el grupo gobernante estalinista, escribió: “Toda la sabiduría política de los dirigentes centristas y de centroderecha ha consistido en suprimir en las masas el sentimiento de independencia política, de dignidad y orgullo humanos, y en alentar y organizar la autocracia del aparato. El ingenio excepcional de los dirigentes centristas y especialmente de su secretario general se ha dedicado por completo, y todavía lo hace, a establecer esta autocracia. La fuerza de la dirección del partido está en el aparato, pero también es la fuente de su debilidad”. El reagrupamiento de todos los comunistas en torno a una plataforma revolucionaria era ahora más necesario que nunca. “Sin embargo, en la medida en que la introducción de la consigna del reagrupamiento de todas las fuerzas comunistas signifique el fin del monopolio del centrismo, la burocracia centrista se opondrá a ello con la misma violencia que antes. La consigna del reagrupamiento de todos los comunistas revolucionarios sólo puede introducirse mediante una lucha de las masas del partido contra la burocracia centrista”. En una declaración que sorprendió a las filas de la oposición y al mismo tiempo dejó sin respuesta el espinoso problema, Rakovsky escribió: “De un Estado proletario con deformación burocrática –como Lenin definió la forma política de nuestro Estado– hemos desarrollado un Estado burocrático con una estructura residual. elemento proletario”.

El peligro ahora, dijo Rakovsky, era que un fracaso de la aventura ultraizquierdista de colectivización forzada pudiera abrir la puerta a la amenaza del capitalismo agrario. Aunque sabía que las demandas de la oposición diezmada y derrotada no tendrían ningún efecto sobre el aparato burocrático, señaló, como si se dirigiera a una generación futura, la necesidad fundamental y apremiante de la construcción de una verdadera democracia obrera. “Sin partido y democracia obrera, todas las correcciones inevitablemente se convertirán en una distorsión. Sólo el control revolucionario de las masas es capaz de mantener el aparato bajo su autoridad”. En una serie de exigencias dirigidas al partido que, según dijo, no constituían ningún “nuevo programa” sino el “viejo programa probado en batalla” del Partido Bolchevique, pidió lo siguiente: debate libre y elecciones libres en el Partido basado en voto secreto; una drástica reducción del aparato del Partido, de los Sindicatos y de los Sóviets; supresión del cargo de Secretario General; la abolición del Artículo 58, el regreso de LD Trotsky y la liberación de todos los opositores; la publicación del Testamento de Lenin y de todos los documentos de la oposición; restablecimiento de la libre actividad de los sindicatos; el fin de la colectivización forzada y la creación de sindicatos de campesinos pobres; ayudas a las granjas estatales y mantenimiento del ritmo de industrialización. Trotsky escribió una introducción a la declaración cuando la publicó en el Boletín de la Oposición. «A pesar de la concisión de la formulación», escribió, «el documento presenta una evaluación clara de los procesos económicos y políticos, nombrando por su nombre los peligros que se avecinan».[97]

A partir de 1930 un muro de silencio rodea a Rakovsky. Por su declaración en el juicio de 1938 sabemos que en julio de 1932 recibió permiso para viajar al lago Shirlo para recibir tratamiento. A finales de 1932 llegó a la casa de Trotsky la noticia de que Rakovsky había intentado escapar de la Unión Soviética y había sido capturado y herido. En marzo de 1933 se anunció oficialmente que había sido deportado a una zona aún más remota, en la provincia de Yakutsk, en Asia Central. No se supo nada más de Rakovsky hasta que Izvestia, el 23 de febrero de 1934, publicó un telegrama suyo, dirigido al Comité Central, que decía: “Frente al ascenso de la reacción internacional, dirigida en última instancia contra la revolución de Octubre, mi Los viejos desacuerdos con el partido han perdido su significado. Considero que es deber de un comunista bolchevique someterse completamente y sin vacilaciones a la línea general del partido”.

La presentación fue un gran golpe para la oposición de izquierda y para Trotsky personalmente. “En el transcurso de los años de su exilio”, escribió Trotsky en marzo de 1934, “el viejo luchador pasó de ser una figura humana a un símbolo, no sólo para la oposición de izquierda internacional, sino también para amplios estratos de la clase trabajadora en general.»[98]Sin embargo, resultaba reconfortante el hecho de que la declaración de Rakovsky no fuera una capitulación ideológica o política. No se retractó de sus ideas pasadas y dejó claro que fue la amenaza de la reacción internacional, el ascenso del fascismo y el peligro para el poder soviético lo que le hizo abandonar su lucha y someterse a la disciplina. «Sin exagerar ni un ápice», escribió Trotsky, «podemos decir que Stalin consiguió a Rakovsky con la ayuda de Hitler».[99]Esta fue también la opinión de Fischer, quien visitó nuevamente a Rakovsky en Moscú en 1935 y registró sus impresiones. “Lo visité dos veces en su apartamento de Moscú en 1935 y Madame Rakovsky me sirvió té como lo había hecho en Saratov. También lo vi tres o cuatro veces en su despacho de la Comisaría de Salud, donde había asumido la dirección de todas las instituciones de investigación científica de la Comisaría (era médico de profesión). Lo que oí de él en Moscú confirmó lo que había escrito en Madrid. El exilio no lo había quebrantado. Pero miró a Europa desde Barnaul y no encontró ninguna revolución… El fascismo se arrastra de un país a otro. La intensidad de la angustia humana sólo es igualada por la ferocidad de la reacción política… Hitler lo llevó de regreso a Stalin”.[100]

Trotsky rompió todas las relaciones personales y políticas con él después de la sumisión. En una declaración oficial de la Oposición de Izquierda Internacional, escribió: “Registramos la declaración puramente formal del viejo guerrero, quien durante toda su vida demostró su inquebrantable devoción a la causa revolucionaria; lo registramos con tristeza y pasamos a la orden del día”.[101]En su diario personal del 25 de marzo de 1935, Trotsky escribió sobre lo que había significado para él personalmente la ruptura con Rakovsky: “Rakovsky fue prácticamente mi último contacto con la vieja generación revolucionaria. Después de su capitulación ya no queda nadie. Aunque mi correspondencia con Rakovsky terminó, por razones de censura, en el momento de mi deportación, la imagen de Rakovsky sigue siendo un vínculo simbólico con mis antiguos compañeros de armas. Ahora no queda nadie. Hace mucho tiempo que no puedo satisfacer mi necesidad de intercambiar ideas y discutir problemas con otra persona”.[102]

El año 1934 vio el resurgimiento temporal de una especie de liberalismo en la dirección del partido. Se habló de una atmósfera de reconciliación. En el verano de 1933, Kamenev y Zinoviev fueron readmitidos en el partido, se les permitió elegir su esfera de trabajo e incluso fueron invitados al Congreso del Partido en febrero de 1934. A los opositores que se “arrepintieron” se les dio permiso para vivir en Moscú y asumieron responsabilidades. trabajar. Cuando Rakovsky regresó a Moscú, Kaganovich lo recibió personalmente y le otorgó un puesto importante en la Comisaría de Salud. A otro opositor, Sosnovsky, destacado periodista soviético y, como Rakovsky, uno de los primeros partidarios de la oposición de izquierda, se le permitió reanudar su trabajo periodístico en Izvestia.[103]Uno de los principales líderes del Politburó que promovía la política de liberalización era Kirov. Fuera del partido, Gorky se opuso firmemente a la represión. Pero Stalin estaba esperando el momento oportuno.

El 1 de diciembre de 1934 Serguéi Kirov fue asesinado. Kirov había reemplazado a Zinoviev como jefe de la organización de Leningrado y era el líder de la tendencia a la reconciliación en el liderazgo estalinista. Como resultado del debate y la selección de pruebas que se han llevado a cabo desde el disparo mortal que mató a Kirov, incluidas las revelaciones de Khrushchev en el XX Congreso del Partido, ahora está fuera de toda duda que Stalin fue el principal instigador detrás del asesinato de Kirov. No sólo lo libró del principal reconciliador y oponente potencial, sino que también proporcionó un pretexto para un nuevo ataque a la oposición. Como señala Robert Conquest en su libro sobre los juicios montados, El gran terror, el asesinato de Kirov puso en marcha un proceso de asesinato y terror en el que no sólo toda la antigua dirección bolchevique sino también literalmente millones de ciudadanos soviéticos llegaron a su fin. muerte. La primera versión del asesinato hablaba de una conspiración de la Guardia Blanca detrás de Nikolaev, el asesino. Sin embargo, pronto se mencionó a Zinoviev y Kamenev. Fueron expulsados del partido y quedaron a la espera de juicio. Pronto Trotsky fue vinculado con Kamenev y Zinoviev y nombrado como el verdadero instigador. Zinoviev y Kamenev fueron ejecutados tras el juicio en 1936.

En el segundo de los juicios de Moscú, en enero de 1937, uno de los acusados, Drobnis, nombró a Rakovsky como parte del “centro trotskista” que organizó el sabotaje del poder soviético y conspiró con el capitalismo extranjero y sus servicios de inteligencia para su derrocamiento. Rakovsky, dijo Drobnis, «conocía las instrucciones de Trotsky para el sabotaje y el terrorismo». Cuando Trotsky se enteró, escribió: “Drobnis ha nombrado a Rakovsky. El viejo luchador, destrozado por la vida, va ineludiblemente a encontrar su destino”.[104]En otoño de 1937, Rakovsky fue arrestado. En un comunicado de prensa de octubre, Trotsky describió cómo la policía había registrado la casa de Rakovsky durante dieciocho horas, tiempo durante el cual al viejo opositor, de sesenta y siete años, no se le permitió comer ni descansar. Su esposa intentó servirle té, pero la GPU se lo impidió con el pretexto de que podría intentar envenenarlo. Encarcelado, Rakovsky resistió durante ocho meses contra sus interrogadores antes de “confesar” que era un espía.

El interrogatorio de Rakovsky y su declaración ante el tribunal arrojaron poca luz sobre los motivos de la confesión o los medios utilizados para obtenerla. Según los periodistas, parecía demacrado y con una larga barba que lo hacía apenas reconocible. Las respuestas se sabían de antemano. Se había obtenido la “confesión” deseada. Los que no confesaron ni siquiera acudieron a juicio. Pero bajo la fachada ritual de la autodenuncia, el espíritu no estaba completamente quebrantado y buscó vías de resistencia que todavía estaban abiertas para él. Así, por ejemplo, Bujarin discutió con Vyshinsky sobre filosofía. Rakovsky, el historiador, intentó discutir historia:

Vyshinski: Si los fascistas tomaran el poder para usted, ¿en manos de quién estaría el poder?

Rakovski: La historia lo sabe…

Vyshinski: No, deja la historia en paz.[105]

El tribunal dijo que había sido capitalista antes de la revolución y espía después de ella.

Vyshinski: Por lo tanto, no sólo tu padre era un terrateniente, sino que tú también eras un terrateniente, un explotador.

Rakovski: Bueno, por supuesto. Yo era un explotador. El hecho es que vivía de una renta, y la renta, como es bien sabido, procede de la plusvalía.

Vyshinski: Bien ahora. Para mí era importante establecer de dónde recibía sus ingresos.

Rakovski: Pero para mí es importante decir en qué se gastaron esos ingresos…

Vyshinski: Éste es un asunto diferente.[106]

Todo el mundo sabía que Rakovsky había gastado todo lo que tenía en el movimiento revolucionario en Rumania, Rusia y otros lugares. Lo suficientemente provocado como para llamar la atención sobre este hecho, fue silenciado instantáneamente. Una y otra vez encontramos aquí la afirmación de la verdad en medio de la negación. He aquí un intercambio típico entre Rakovsky y la corte:

Rakovski: Durante ocho meses negué todo y me negué a testificar.

Vyshinski: ¿Seguía las tácticas e instrucciones de los trotskistas?

Rakovski: En la aplicación de las viejas prácticas revolucionarias y en la aplicación de las prácticas contrarrevolucionarias.

Vyshinski: ¿Qué tienes que ver con las prácticas revolucionarias? Todavía te queda algo de fraseología, pero eso es otra cuestión.

Rakovski: Pero no se puede negar que alguna vez pertenecí a…

Vyshinski: Pero no fuiste arrestado alguna vez, sino ahora.[107]

En su declaración final ante el tribunal, Rakovsky volvió una vez más a su pasado: “Jueces ciudadanos, desde mi juventud cumplí con honestidad, veracidad y devoción mi deber como soldado de la causa de la emancipación del trabajo. Después de este período brillante vino un período oscuro, el período de mis actos criminales…”[108]

Rakovsky fue condenado el 12 de marzo de 1938 a veinte años de prisión, sentencia que significó la muerte para el viejo revolucionario. Elinor Lipper, que pasó once años en prisiones soviéticas, registra que Madame Rakovsky estuvo en la prisión de Butyrka en Moscú en 1937-1938. «La esposa del embajador soviético Rakovsky era rumana, una mujer enfermiza de pelo blanco que sufría graves ataques cardíacos cada pocas semanas».[109]Se cree que Rakovsky vivió en los campos durante otros tres años y fue fusilado por orden de Stalin cuando los alemanes entraron en la Rusia Blanca el 22 de junio de 1941.

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Nota

*.Serebryakov capituló en 1929, fue readmitido en el partido en 1930, pero más tarde fue condenado y ejecutado tras el segundo juicio de Moscú.

Notas

75.Informe de los procedimientos judiciales en el caso del bloque de derechos antisoviético y los trotskistas (Moscú, 1938), págs.

76.AB Kornijchuk, Z Istorii Borot’by Partijnykh Orhanizatsij Ukraiiny Proty Trots’kists’koho-Zinovievs’koho Bloku, en Ukraiins’kyj Istorychnyj Zhurnal, no. 11, 1973, págs. 15-24.

77.Informado por Kaganovich en su discurso ante el XV Congreso del Partido.

78.Véase EH Carr, Fundamentos de una economía planificada, vol. II, 1971, pág. 36.

79.El discurso de clausura de Stalin en el Decimoquinto Congreso del Partido se encuentra en el Decimoquinto Congreso del Partido del PCUS (Londres), marzo de 1928, pág. 151.

80.Estos recuerdos se encuentran en el libro de Pierre Naville, Trotsky Vivant (1962).

81.Bulleten Oppozitsii (París), núm. 85, julio de 1933, pág. 24–5.

82.La carta de Rakovsky a Trotsky del 28 de febrero de 1928 se encuentra en el Bulleten Oppozitsii, núm. 35.

83.Fisher, op. cit., pág. 129.

84.Deutscher, op. cit., pág. 435.

85.ibídem, pág. 401.

86.Trotsky, Escritos 1929 (Pathfinder), pág. 47.

87.Deutscher, op. cit., pág. 454.

88.Informe de actuaciones judiciales, op. cit., pág. 154.

89.Los detalles de la visita de Fischer se encuentran en Men and Politics, p. 127 y sigs.

90.En Bulleten Oppozitsii, núm. 7, 1929, págs. 7-10.

91.La carta de Trotsky se publica en Writings 1929, págs. 325-30.

92.Trotsky, Escritos 1930 (Pathfinder), pág. 146. Nota sobre Blumkin en Writings 1934-35 (Pathfinder), pág. 339, nota 145.

93.Boletín Oppozitsii, núm. 11, 1930, pág. 31.

94.ibídem, no. 32, 1932, en Trotsky, Escritos 1932 (Pathfinder), pág. 309.

95.Fisher, op. cit., pág. 293.

96.ibídem.

97.Trotsky, Escritos 1930–31 (Pathfinder), pág. 49.

98.Trotsky, Escritos 1933–34 (Pathfinder), pág. 273.

99.ibídem, pág. 277.

100.Fisher, op. cit., pág. 293–4.

101.Trotsky, Escritos 1933-34, pág. 245.

102.Trotsky, Diario en el exilio 1935 (Londres 1958), pág. 53.

103.Estos detalles se dan en B. Nikolaevsky en La carta de un viejo bolchevique reproducida en su libro Power and the Soviet Elite (Londres, 1966).

104.Trotsky, Escritos 1936–37 (Pathfinder), pág. 142.

105.Procedimientos judiciales, op. cit., pág. 311.

106.ibídem, pág. 302.

107.ibídem, pág. 312.

108.ibídem, pág. 764.

109.E. Lipper, Once años en campos de prisioneros soviéticos (Londres, 1951), pág. 15.

 

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