Este artículo, aparecido originalmente en ruso (ver acá), analiza los debates internos y las posiciones de la Oposición de Izquierda en el marco de la catástrofe de la colectivización forzada del campo en la URSS de los 30′. Escrito por Gusev, uno de los principales especialistas en la historia de la Oposición comunista rusa, se basa en el descubrimiento en 2018 de una serie de documentos de debate en la cárcel de Verjneuralsk. Los documentos son casi invaluables para entender la militancia de la Oposición, pues sus autores son sus militantes presos en los campos de prisioneros de Stalin en 1832-1933.
Uno de los aspectos centrales de la transformación socioeconómica en gran escala de finales del decenio de 1920 y principios del de 1930, que pasó a la historia como el «gran punto de quiebre estalinista», fue la «colectivización completa» de la agricultura y la consiguiente «eliminación de los kulak como clase». El término mismo «gran punto de quiebre», como se sabe, fue introducido por Stalin en noviembre de 1929 precisamente como un signo de la transición hacia la colectivización masiva del campo [1].
En la historiografía existe la noción generalizada de que esta política, así como otros aspectos de la llamada “revolución estalinista desde arriba”, fue esencialmente la aplicación de ideas que el partido y la dirección del Estado tomaron prestadas de la derrotada Oposición comunista de izquierda (o «trotskista-zinovievista»). «Stalin –escribió, por ejemplo, D.A. Volkogonov–, habiendo derrotado a la oposición de ‘izquierda’, de hecho, asumió su programa radical e inició la ‘revolución desde arriba’” [2]. En el libro Historia de Rusia. Siglo XX: 1894-1939, editado por A.B. Zubov [3], se afirma: «Los trotskistas apoyaron con entusiasmo la ’revolución desde arriba’, quejándose simplemente de que Stalin les robó su programa». Sin embargo, esas conclusiones suelen ser apriorísticas, sin ir acompañadas de un examen de las opiniones de la propia Oposición sobre la política socioeconómica que va de finales de la década de 1920 a principios de la de 1930 y, en particular, sobre la colectivización de la agricultura. Mientras tanto, la cuestión de su actitud hacia la colectivización estalinista es interesante tanto en términos de estudio de los orígenes doctrinales del «gran punto de quiebre» como en términos del estudio de las corrientes de oposición, alternativas a la corriente oficial del bolchevismo, y sus actitudes ideológicas y programáticas.
El problema de la cooperación productiva entre los campesinos surgió en el debate interno del Partido Comunista ya a mitad de los años 20, en la polémica sobre la economía de transición del capitalismo al socialismo entre el principal economista de la oposición, E.A. Preobrazhensky, y N.I. Bujarin, quien por entonces era el principal ideólogo del partido. Preobrazhensky creía que la cooperación en la esfera productiva era una de los más importantes movimientos del campo en dirección al socialismo, paralelamente a la cooperación en la esfera de la circulación [4]. Bujarin se opuso a esto, y argumentó que el desarrollo de las granjas colectivas [koljoz] era «secundario» en comparación con otros tipos de cooperación [5], y en las páginas de la revista partidaria Bolshevik en 1925 se decía incluso que «la apuesta por las granjas colectivas» contradecía al leninismo [6]. La dirección del partido rechazó la propuesta de organizar los koljoz como unidades autónomas, considerándolas solo en la masa total de la cooperación agrícola. Como señala E. H. Carr, «desde 1925 la agricultura colectiva no recibía un apoyo oficial significativo» [7]. A partir de mediados de la década del ’20, el número de granjas colectivas en la URSS no creció sino que, por el contrario, disminuyó: si en 1925 solo en la República Federativa Socialista Soviética Rusa y en Ucrania había 21.500 granjas colectivas, en 1927 seguían siendo menos de 15.000 en el conjunto del país [8]. En 1928, no más del 1,5 % de las explotaciones campesinas participaban en la cooperación productiva, lo que representaba el 2 % de la producción agrícola total [9]. Poco antes del 15° Congreso del Partido Comunista de la URSS (Bolchevique), en noviembre de 1927, Stalin había dicho que el momento de la colectivización en gran escala «no ha llegado todavía y no llegará pronto» [10]. En las decisiones del 15.° Congreso, posteriormente anunciado como el «congreso de la colectivización», aunque se habló sobre de reforzar la ayuda para poner en pie de granjas colectivas y la creación de granjas estatales (sovjoz), tampoco hubo un programa de transición a la colectivización a gran escala.
La oposición interna del partido dirigida por L.D. Trotsky y G.E. Zinóviev, que se autodenominaba la oposición «bolchevique-leninista», criticó la «línea general» del partido en 1926-1927 por la falta de atención a la cooperación en el campo. En la plataforma ilegal de la Oposición, presentada ante el 15.° Congreso, se exigía un mayor apoyo financiero para el desarrollo de las granjas colectivas y las máximas facilidades. «La tarea de convertir la pequeña producción en producción a gran escala y colectiva debería penetrar en todo el trabajo de la cooperación», decía la plataforma [11].
Por lo tanto, cuando desde principios de 1928, respondiendo a la crisis del abastecimiento estatal de granos, la dirección del partido tomó un curso de verdadera aceleración de la colectivización, generalmente se encontró con el apoyo de la oposición. En abril de 1929, la 16.° Conferencia del partido declaró que la colectivización era la dirección más importante de la política partidaria en el campo, y aprobó el primer plan quinquenal, según el cual se suponía que involucraría al 16-18 % de las granjas campesinas en granjas colectivas [12]. En las tesis, adoptadas poco después por el centro de los bolcheviques-leninistas de toda la URSS, que operaban en la clandestinidad, se señalaba que estas decisiones de la conferencia del partido fueron «casi literalmente copiadas» de la plataforma de la oposición, y que esta era la «mayor victoria ideológica» de la misma [13]. Según Trotsky, el aparato gobernante tuvo que «convertir en cifras oficiales esas herejías que ayer se llamaban «trotskismo” [14]. Este «giro a la izquierda» de la política de Stalin se explicó en gran medida por la presión desde abajo hacia la cúpula del partido, por parte de la clase obrera y de la oposición. Este «giro a la izquierda» provocó una profunda crisis en las filas de la Oposición, que para entonces ya había sido excluida del partido y obligada a pasar completamente a una situación ilegal. Creyendo que la línea del PCUS había mejorado seriamente, muchos miembros de la Oposición, incluyendo la mayoría de sus dirigentes, decidieron cesar sus actividades oposicionistas y reconciliarse con el partido, reconociendo lo correcto de su dirección. Mientras que inmediatamente después del 15.° Congreso la Oposición contaba con unos seis mil partidarios activos, a finales de 1929 su número había disminuido varias veces. Según la evaluación de uno de los líderes de los «bolcheviques-leninistas», Jristián G. Rakovski, el número de los miembros de la Oposición que se encontraban en el exilio y en los «aisladores políticos» era de unas 800 personas [15].
Sin embargo, la parte irreconciliable de los «bolcheviques-leninistas» rechazó categóricamente el camino de la «capitulación ante el estalinismo». Desde su punto de vista, el «zigzag de izquierda» de la cúpula del partido no podía cambiar el carácter del régimen autoritario y burocrático existente. Señalaron no solo la continuación, sino también el endurecimiento de la represión contra la Oposición y el ataque de las autoridades contra los derechos y la situación material de los trabajadores, sino también los profundos vicios de la política estalinista en el campo.
Desde un principio, ya a mediados de 1928, se criticaron duramente los métodos administrativos de esta política, incluidos los intentos de crear granjas colectivas “por la fuerza” y propagarlas por las distintas regiones sin tener en cuenta ni el deseo de los campesinos ni la disponibilidad de medios técnicos. En esto, como en las medidas de emergencia para procurar el abastecimiento de granos hechas “sin distinción de clase”, golpeando no solo al kulak, sino a todo el campesinado, los «bolcheviques-leninistas» veían otra manifestación de la destructiva «burocracia estalinista» [16].
Cuando a finales de 1929 Stalin anunció el «gran punto de quiebre», la transición a la «colectivización completa» y la «eliminación de los kulak como clase», y el Comité Central del PCUS en enero de 1930 decidió llevar a cabo la plena colectivización en las principales regiones productoras de granos del país durante el año siguiente, Trotsky y sus partidarios lo evaluaron inmediatamente como «una burda desviación del socialismo», como aventurerismo y una locura [17]. No querían reconocerse como los inspiradores de la política actual, donde veían una premeditada caricatura de sus propuestas.
En el artículo «El aventurerismo económico y sus peligros», aparecido en el Boletín de la Oposición (bolchevique-leninista), publicado por Trotsky en el exilio, escribió que los intentos de diseminar granjas colectivas en todas partes eran absolutamente incompatibles con el nivel real de desarrollo de las fuerzas productivas del campo. Una gran granja colectiva solo puede construirse sobre la base de la mecanización, el uso de tractores, cosechadoras y otras máquinas complejas. Si creamos granjas colectivas sobre la base de equipos campesinos primitivos, solo podemos obtener formaciones artificiales, irracionales y económicamente ineficientes. Trotsky llamó a la colectivización de Stalin «platonismo económico», ya que no se basaba en tractores reales (en 1929 había uno cada menos de 20 granjas colectivas), sino en la «imagen», la «idea» de los futuros tractores. Incluso en caso de que se cumplieran todos los planes industriales, escribió, al final del plan quinquenal los tractores solo podrían servir a la quinta parte de las explotaciones campesinas –este es el límite máximo de una colectivización económicamente sólida. Pero no se reduce solo a los tractores: necesitamos combustible, necesitamos abastecerlos con territorios gigantescos, necesitamos, finalmente, un alto nivel de cultura técnica y general. Todo esto es una cuestión de perspectiva a largo plazo, y por eso decretar plazos específicos para una colectivización completa en el futuro cercano es «el mayor absurdo económico». El líder de la Oposición resumió: «De los arados y animales de tracción campesinos, aunque esté unificados, es imposible crear una gran agricultura, de la misma manera que si sumamos un puñado de barcas obreras no podremos hacer un barco de vapor» [18].
Junto con la inviabilidad económica de la «colectivización completa», los oposicionistas destacaron y criticaron duramente su carácter involuntario y forzoso. Los “bolcheviques-leninistas” descartaron como ridícula la tesis de Stalin sobre el súbito impulso de las amplias masas campesinas hacia los koljoz. Trotsky explicó la escala masiva de la colectivización principalmente por las consecuencias de la liquidación administrativa de la NEP. De hecho, habiendo destruido el mercado como forma de vínculo entre la ciudad y el campo, el gobierno condujo a los campesinos a un callejón sin salida, dejándoles una sola opción: unirse al koljoz. Su naturaleza forzada se demostró más claramente por la matanza masiva de campesinos antes que la de su ganado. Trotsky llamó a la manera en que los campesinos respondieron a la colectivización forzada «una forma silenciosa de sabotaje, de guerra civil» [19].
Al mismo tiempo, Trotsky estaba dispuesto a admitir que la violencia estatal era solo uno de los factores que alentaban a los campesinos a ir a las granjas colectivas. Otro factor que consideró fue la búsqueda espontánea por parte del campesinado de algún tipo de salida a la difícil situación asociada con el «parcelamiento extremo» de la tierra como resultado de la fragmentación de los lotes agrarios durante muchos años [20].
Pero si Trotsky, que estaba en Constantinopla, no quería reconocer la violencia como la única fuerza motriz de la colectivización de Stalin, los «bolcheviques-leninistas» desterrados, en su correspondencia desde la URSS, que se publicaba regularmente en el Boletín de la Oposición, describían la violencia y solo la violencia contra el campesinado [21]. Enviados al destierro directamente a las zonas de «colectivización total», tuvieron la oportunidad de observar de cerca los métodos de su aplicación y vieron claramente, como se indica en la carta de uno de ellos, que «en principio excluía toda voluntariedad» [22]. Un trabajador que simpatizaba secretamente con la Oposición y fue enviado a una aldea «de veinticinco mil», decía: «Si hablamos de gente que esté realmente convencida de la necesidad de unificarse en granjas colectivas, es poco probable que las haya en los nuevos artel [antiguo nombre de las cooperativas agrarias de antes de la Revolución, N. del T.]» [23].
Hubo casos en que los oposicionistas en los lugares de su exilio trataron directamente de protestar contra hechos concretos de coacción para establecer granjas colectivas. Así, uno de los líderes del ala radical de la Oposición comunista –los «centralistas democráticos» [24]–, V.M. Smirnov, que se encontraba exiliado en la aldea siberiana de Suereskoye, según las memorias de su camarada exiliado G.I. Grigorov, interrumpió una reunión en la que un funcionario del partido, miembro del Comité Municipal de Tiumén, que venía de la ciudad, trató de obligar a los campesinos a aceptar unirse a las granjas colectivas. En respuesta a las amenazas del funcionario de «hacer polvo» a los campesinos que se resistieran, Smirnov pronunció un duro discurso contra este tipo de «métodos de gendarme» y abandonó desafiantemente la reunión, seguido de los campesinos presentes. Pronto Smirnov fue arrestado una vez más [25].
Observando la naturaleza coercitiva de la colectivización completa, los oposicionistas, desde el principio, predijeron que los campesinos tratarían de huir de las granjas colectivas a las ciudades en escala masiva. Relacionado con esto, Rakovski predijo en 1930 que las autoridades elaborarían una legislación que vinculara legalmente a los campesinos a las granjas colectivas. Este escribió que la policía «tal vez atrape a los fugitivos en las calles y los lleve a su lugar de residencia». El principal experto del partido en la lucha contra la Oposición, E.M. Yaroslavski, citó entonces estas palabras en las páginas de la revista Bolshevik como un ejemplo de calumnia trotskista sobre la política del Partido Comunista, a la cual se mostraba como dando «un cuadro sombrío de relaciones de servidumbre» [26]. Sin embargo, dos años más tarde, eso que era rechazado como «fabricaciones calumniosas» se convirtió en un hecho: en la URSS se introdujo el sistema de pasaportes, que dio como resultado que los campesinos, que no tenían derecho a los pasaportes, fueron privados de la libertad de movimiento.
Las analogías entre el sistema de los koljoz de Stalin y la antigua servidumbre eran realmente obvias. El propio Trotsky las rechazó, basándose en su visión dual de la URSS, como un Estado que no dejaba de ser “obrero” a pesar de su degeneración; una dictadura del proletariado deformada. Pero parte de los «bolcheviques-leninistas» las utilizaron directamente en su análisis del sistema socioeconómico soviético. Así lo demuestran, en particular, los documentos descubiertos en 2018 en un depósito en el edificio de la prisión de Verjneuralsk, donde en los años ‘30 había una prisión política y en la que estaba encarcelado un gran grupo de opositores comunistas. Estos singulares «Cuadernos de la prisión política de Verjneuralsk» [27] son revistas manuscritas, que fueron publicadas por los «bolcheviques-leninistas», además de otros materiales. Entre ellos se encuentra el «Proyecto de tesis sobre política económica» de 1933, cuyo autor se identifica en el manuscrito como F.S-OV y A.G.F.S-OV –se trata obviamente del prisionero político F. P. Sasorov, economista-agrónomo, destacado experto en agricultura de la Oposición–. «Todo el sistema de agricultura colectiva», dice la tesis, » ahora no es más que un dispositivo de servidumbre modificado, solo que con métodos más avanzados de explotación de los campesinos, con una mayor esclavitud económica y política de todo el campo». Las conquistas democrático-burguesas de la Revolución rusa, continúan los autores del documento, fueron destruidas por la política estalinista. La situación del campesinado en la URSS es peor no solo que antes de 1917, sino también que antes de 1861.
La caracterización de la situación de la aldea que se encuentra en estas tesis, que trata de la hambruna masiva de 1932-1933, es extremadamente aguda: «El fenómeno se ha generalizado, cuando los campesinos no cumplen con los impuestos expoliadores son condenados a la ruina y a la extinción, son privados no solo de sus lotes sino también de sus huertas familiares, y miles de personas son fusiladas. Cientos de miles se pudren en las prisiones y son confinados a trabajos forzados. Ningún sistema en el mundo ha destruido o arruinado a los campesinos como la burocracia de Stalin. Bajo ningún régimen de servidumbre la carga fiscal fue tan alta como lo es ahora. El campesinado de muchas de las áreas que en el pasado eran vastas y ricas no solo está devastado, sino que ahora se está extinguiendo a gran escala. El terror político hacia todo el campo ha alcanzado una altura sin precedentes» [28].
Según el autor, la esencia de la colectivización estalinista no era el deseo de la burocracia gobernante de acelerar la transición al socialismo sino cómo crear el mecanismo más eficaz para explotar al campo. Define a las granjas colectivas y estatales como un medio de «extraer la cantidad máxima de fondos y productos agrícolas de la aldea» [29].
Pero el aumento del abastecimiento estatal de productos agrícolas a principios de los años ‘30 fue pagado con la ruina y la degradación de la agricultura soviética. Esto fue señalado no solo en las tesis mencionadas, sino también en otros documentos de la Oposición bolchevique-leninista, en los artículos de Trotsky y en las publicaciones de otros autores en el Boletín de la Oposición. Uno de los representantes destacados de la joven generación de oposicionistas, el historiador y economista F.I. Dingelstedt, escribió que «la colectivización completa, llevada a cabo con métodos a lo Prishibieyev [30] sumió a la economía nacional en un estado de devastación sin precedentes: van exactamente tres años de una guerra que se apoderó de aldeas, distritos y comarcas enteros» [31]. Según los datos citados en las «Tesis sobre política económica», el ganado en la URSS disminuyó de 1928 a 1933 en 2/3 y, en costo, 3/4; como resultado, el ganado per cápita fue menor que en 1922 [32].
Esta situación en la ganadería era una consecuencia tanto del sacrificio masivo por parte de los campesinos como del mal cuidado del ganado en las granjas colectivas y estatales. En la plataforma de los «bolcheviques-leninistas», «La crisis de la revolución y los problemas del proletariado», compilada en 1932 en la cárcel política de Verjneuralsk, las granjas estatales de cría de ganado se llamaban directamente «ganaderos» [33].
En la agricultura, la colectivización dio lugar a una reducción del rendimiento y de la cosecha bruta de granos, a pesar del aumento de las superficies sembradas. Esto, según la Oposición, era una prueba directa de la muy baja productividad laboral en las granjas colectivas, que era significativamente inferior a la productividad de las granjas campesinas individuales. Como se señaló en la plataforma «La crisis de la revolución y las tareas del proletariado», se eliminaron todos los incentivos de producción para los campesinos colectivizados [34]. Al no tener un incentivo para trabajar, se decía en las páginas del Boletín de la Oposición, el agricultor colectivo «siembra mal, cosecha peor y se ‘fuga’ de la granja colectiva a la primera oportunidad» [35]. «La colectivización completa –declaró Trotsky en 1932–, llevó a la maleza completa en los campos» [36].
Pero si Trotsky todavía veía en la colectivización completa –a pesar de todos los costos económicos y políticos, los errores y los crímenes– algunos elementos de «progreso histórico» [37], por entonces los «bolcheviques-leninistas» en la URSS, a principios de los años ‘30, vieron en ella, como se decía en las «Tesis sobre la economía política» de la prisión de Verjneuralsk, solo el camino hacia «una inevitable regresión económica nacional». Creían que el crecimiento de la industria logrado mediante la destrucción de la agricultura era insostenible y estaba inmanentemente ligado a los crecientes desequilibrios económicos que nuevas crisis en el futuro fueran inevitables.
¿Qué solución ofreció la Oposición comunista a esta situación? ¿Qué alternativa se oponía a la colectivización estalinista? La posición general de los «bolcheviques-leninistas» fue expresada en 1930 por el Boletín de la Oposición, una de cuyas publicaciones decía: «Debe ponerse fin a la ‘introducción’ administrativa del socialismo en el campo ‘a tracción de caballo’… La consigna de la deskulakización debe ser condenada como aventurera» [38].
Todos los oposicionistas estaban de acuerdo en que las granjas colectivas deberían ser declaradas asociaciones voluntarias, y si empezaban a desintegrarse, no debía restringirse artificialmente esta desintegración. Pero los koljoz y sovjoz que mostraran su vitalidad necesitarían apoyo –después de que fueran reestructurados democráticamente de acuerdo con los deseos de los agricultores colectivos–. En el futuro, la colectivización debía desarrollarse en estricta conformidad con la mecanización de la agricultura y solo de manera voluntaria. Era necesario restablecer los principios de intercambio de mercado en las relaciones entre la ciudad y el campo, es decir, en palabras de uno de los dirigentes de los «bolcheviques-leninistas», M.S. Nevelson, volver a la «honesta y probada NEP leninista, ayudando a esperar la llegada de la revolución mundial» [39]. Según los oposicionistas, un avance ulterior hacia el socialismo no debería haber conducido a la abolición de la NEP, sino a una modificación gradual de sus formas y métodos.
Se puede observar un alto grado de similitud entre este programa y el contenido en la conocida «Plataforma de Ryutin» de 1932 –el documento del programa de la Unión de Marxistas-Leninistas [40] «Stalin y la crisis de la dictadura proletaria» [41]. Esto sugiere que el «gran punto de quiebre» de Stalin condujo a la convergencia de todas las tendencias anteriores de la oposición comunista, tanto la izquierda representada por los «bolcheviques-leninistas» como la llamada «derecha» reunida en torno a M. N. Ryutin (aunque su grupo incluía a algunos antiguos trotskistas). No es casualidad que en 1932 se negociaran entre representantes de todas las principales corrientes y grupos comunistas de oposición sobre la creación de un bloque antiestalinista clandestino, y su formación fue aprobada desde el extranjero por Trotsky [42] (aunque el bloque no tuvo tiempo de iniciar sus actividades prácticas debido a una nueva ola represiva) [43].
Pero el sector de los «bolcheviques-leninistas» era más radical que los partidarios de Ryutin. Si este último fijaba su atención en la crítica a Stalin, considerado como el usurpador del poder, los «bolcheviques-leninistas» creían que Stalin era solo una parte del problema. El mal principal no era el Secretario General en forma individual sino la burocracia estalinista gobernante, la capa social en la que se apoya y que se ha convertido en un agente de tiranía y explotación. Por lo tanto, se debía luchar no solo por el derrocamiento del Secretario General y del «jefe del partido», sino por cambiar todo el régimen y restaurar la dictadura del proletariado, destruida por el estalinismo; es decir, la «democracia obrera». Mientras los partidarios de Ryutin dejaban abierta la cuestión de los métodos de lucha, por ejemplo, en las «Tesis sobre la política económica» de la cárcel de Verjneuralsk se afirmaba que la actuación revolucionaria de la clase obrera en las ciudades debía cerrar filas con el movimiento de masas de los campesinos y derrocar la «autocracia burocrática». La tarea de la vanguardia proletaria representada por los «bolcheviques-leninistas» era dirigir, como en 1917, la lucha de un bloque de obreros y campesinos contra un «enemigo común en el Kremlin» [44].
Así pues, aunque eran partidarios por principio de la cooperación productiva del campesinado y su apoyo estatal, la Oposición comunista rechazó desde el comienzo la política estalinista de «colectivización completa» y la «eliminación del kulak» en forma administrativa. Al mismo tiempo, se basaba en la idea marxista tradicional de que las nuevas formas de propiedad solo pueden construirse sobre la base de nuevas relaciones de producción, y estas, a su vez, se forman como resultado del desarrollo de las fuerzas productivas. El «gran punto de quiebre» de Stalin puso este proceso patas arriba: primero, por órdenes de los dirigentes trataron de crear nuevas formas de organización de la economía rural, para recién luego crear la base material bajo ellas. Según los «bolcheviques-leninistas», esta violencia ejercida contra patrones sociales y económicos objetivos no podía tener más que consecuencias destructivas.
Las profundas divergencias entre el comunismo oficial y el de la Oposición sobre la cuestión de la colectivización se derivaban directamente de la contradicción ideológica fundamental entre ambos sobre la cuestión del «socialismo en un solo país». El «gran punto de ruptura» de Stalin, incluida la «colectivización total», fue descripto por la Oposición como el fruto de la teoría del socialismo en un país, «a tercera velocidad», es decir, un intento de forzar una utopía de una «economía nacional cerrada y autosuficiente» [45]. Según los propios «bolcheviques-leninistas», la completa transformación socialista de la agricultura requería una base industrial, material y técnica tan desarrollada que solo podía crearse a escala internacional, como resultado de la unificación de los potenciales sociales y económicos de los principales países del mundo, al menos a escala europea. La idea de un salto rápido al socialismo en el marco de un país como la URSS, atrasado social y económicamente, les era completamente ajena.
Así pues, los orígenes doctrinarios de la colectivización estalinista no se hallaban en un préstamo de las ideas de la Oposición de Izquierda, sino en el desarrollo lógico del concepto de una sociedad socialista aislada, doctrina que dejaba manos libres a la política de la dirección del partido-Estado soviético de toda restricción ideológica de naturaleza marxista y abría la posibilidad de realizar experimentos sociales con cualquier grado de radicalidad y a cualquier escala.
Traducción : Guillermo Iturbide, La izquierda diario.