El pasado jueves (31), en horas de la tarde, un sismo de 4,2 sacudió la región de Andesita en Chile. Aunque todavía las investigaciones están en curso, versiones preliminares indican que fue provocado por las perforaciones subterráneas en una mina de la región de O’Higgins, a 120 kilómetros al sur de Santiago.
El sismo desencadenó un derrumbe en una galería de 90 metros de la mina El Teniente, provocando la muerte inmediata de dos obreros. Además, otros seis obreros fueron reportados como desaparecidos, aunque este domingo (3) los equipos de rescate encontraron sus cadáveres.
El Teniente cuenta con más de 4.500 kilómetros de túneles, por lo cual es la mayor cuprífera del mundo. Es administrada por la empresa minera estatal, Codelco, y se estima que produjo 356.000 toneladas métricas de cobre fino en 2024, lo cual equivale al 6,7% de todo el cobre chileno, el mayor productor mundial de este mineral.
El presidente chileno, Gabriel Boric, hizo un llamado a la “unidad nacional” y a no especular sobre las causas del siniestro. Estas palabras son una maniobra para distraer la atención sobre las denuncias de precarización laboral en el sector, incluidas las minas estatales.
De acuerdo a las organizaciones sindicales, por cada trabajador de planta hay seis tercerizados. En otras palabras, en el sector minero hay una subcontratación masiva y, en consecuencia, muchas labores de algo riesgo son realizadas por trabajadores precarizados, sometidos a jornadas de trabajo extensas y sin derechos laborales básicos.
En lo que va de 2025, se reportaron siete muertes en las minas de Chile, principalmente en las regiones de Antofagasta y Valparaíso.




