
La renuncia previa de Beliz ya era una señal de las decisiones que se estaban tomando. Su cargo era el de Secretario de Asuntos Estratégicos, que en gran medida cumple la función de coordinar la gestión de los ministerios. Su poder venía menguando con el paso del tiempo y su renuncia anunciaba que su función dejaba de ser necesaria: lo que él debía coordinar ahora estará en gran medida gestionado por un mismo Ministerio.
Ahora, fusionan el Ministerio de Economía con Desarrollo Productivo y Agricultura, Ganadería y Pesca. Concentrará así un solo Ministro tanto poder como el que tuvieron pocos en tal cargo. Tal vez la última vez fue cuando Cavallo estuvo al frente del mismo Ministerio.
Se trata de un cambio que intenta conformar una «gestión fuerte» para estabilizar al gobierno y fortalecerlo hasta el final de su mandato. Ninguno de estos movimientos se hubiera dado si no hubiera una crisis evidente.
Este es el tercer episodio de la crisis de Gabinete producto de la crisis económica.
El primero fue la salida de Guzmán luego de los incesantes «bombardeos amigos» de parte del kirchnerismo. CFK y su ala del peronismo buscaban despegarse de las consecuencias de la política de ajuste del gobierno que integran y nunca dejaron de integrar. Con ese objetivo político, lograron debilitar una y otra vez la autoridad de la gestión económica del amigo del FMI.
La salida de uno de sus hombres fuertes debilitó profundamente al «albertismo». Fernández estuvo a punto de amenazar con su renuncia. Fue entonces que Cristina dejó las críticas de lado: no estaba dispuesta a hacerse cargo del poder, pues no tenía ni tiene otro plan alternativo al que venía criticando.
El segundo fue la entrada de «consenso» de Batakis, que intentó cumplir el rol de Guzmán de hacer buenos amigos en las oficinas de Washington. Pero nadie en la gestión política del Estado, especialmente el experimentado peronismo, le veía futuro en semejante puesto a una ilustre desconocida. Muchos aprendieron su nombre el día mismo de su nombramiento.
Entran en el juego entonces los gobernadores, que exigen entonces un hombre fuerte del peronismo en la gestión del gobierno. Manzur era el vínculo entre ellos y el Gabinete, el nombre que a todos ellos cerraba para hacerse cargo de algunas de las principales funciones de la gestión del Estado era Massa.
Luego de perder a Guzmán, Alberto perdió luego a Beliz y después a Batakis. Pareciera que a nadie le interesa que los miembros del Gabinete del Poder Ejecutivo nacional sean personas de confianza del presidente. Su poder de decisión y su influencia en la gestión se han debilitado considerablemente.
Una de las preocupaciones centrales de muchos en el gobierno era que Batakis no tenía ni el volumen político propio ni la confianza suficiente de ninguno de los principales líderes del FdT para cumplir la función clave de estar a cargo del Ministerio de Economía. La solución fue entonces darle esta nueva función al tercer «gran actor» del Frente de Todos (el primero es el «albertismo» y el segundo el kirchnerismo). Batakis cayó bien a sus patrones del FMI, pero con eso no basta para gobernar un país.
Ahora, en el Gabinete el «albertismo» está más diluido que nunca y gana fuerza prácticamente mayoritaria el ala más conservadora del Frente de Todos.
Ni el kirchnerismo ni el «albertismo» (si es que tal cosa sigue existiendo) ni mucho menos Massa proponen un programa realmente alternativo al del acuerdo con el FMI. Esto es, el ajuste fiscal en función de disipar los riesgos de default, «estabilizar» la economía con los dólares provenientes del Fondo y garantizar así a los grandes acreedores (el propio Fondo pero también los poderosos bonistas privados) el pago de la deuda externa. De lo que se trata es de darle continuidad a la política de ajuste con un gobierno más fuerte.
Massa comenzó su carrera política en la derechista y liberal UCeDé, que llevará de candidato a Milei el año que viene. Se pasó al peronismo en los 90′, cuando ese partido se integró a la gestión menemista con los infames Alsogaray a la cabeza. Su carrera de funcionario comenzaría así como menemista.
Su salto a lo más alto de la gestión del Estado fue con el kirchnerismo. Primero fue nombrado como titular de ANSES por el gobierno interino (y breve) de Duhalde. Como tantos otros funcionarios de la gestión duhaldista, conservó su puesto bajo Néstor Kirchner. Era la época del kirchnerismo de «alas anchas», un gobierno que abarcaba todo lo que había entrado en crisis después de la rebelión del 2001. En él, tenían lugar hasta los radicales.
Abandonó ese puesto cuando se convirtió en intendente de Tigre en 2007, todavía bajo el ala del Frente para la Victoria. Al año siguiente le darían el principal cargo del Ejecutivo nacional después de la presidencia y la vicepresidencia: se convirtió entonces en Jefe de Gabinete de Cristina.
Rompió finalmente con el kirchnerismo y a partir del 2013 se convirtió en uno de los principales candidatos de la oposición por derecha. Sus campañas «anti K» iban desde la defensa de la militarización del país, dándole a las Fuerzas Armadas un rol de represión interna, hasta la promesa de que iba a «meter presa» a la hoy vicepresidenta.
En 2015 fue uno de los principales candidatos presidenciales, quedando tercero después de Macri y Scioli. Su regreso al gobierno nacional se dio gracias a la política electoral de la hoy sin relato CFK, que fue la gestora de la «unidad» peronista que hoy se prepara para una gestión conservadora y de ajuste. La persona indicada para eso es, sin duda, Sergio Massa.