Luego de la votación de la Ley Bases

¿A dónde va el PTS?

El triunfo táctico del gobierno al lograr la Ley Bases el 12 de junio (ver al respecto los alcances, limites, y definiciones de fondo en la editorial de esta edición) abrió una mini coyuntura reaccionaria particularmente en la vanguardia, con ataques impulsados desde el Poder Ejecutivo, implementado a través de las fuerzas represivas y el Poder Judicial.

A la represión abierta contra las organizaciones políticas y sociales que fuimos protagonistas de la jornada, y de sectores amplios que movilizaron se sumó la instrumentación novedosa por la cantidad de agentes policiales de civil que prendieron fuego un auto, entre otras acciones. Desde esa orientación reaccionaria, el gobierno de Javier Milei y con Patricia Bullrich a la cabeza llevaron adelante la detención ilegal de 33 personas, de las cuales quedan 4 aún sin liberar, entre las cuales la mayoría pasaron más de una semana confinados en Ezeiza y Marcos Paz, en prisiones comunes. A esto se sumó la falsa acusación de Bullrich sobre que organizaciones como el Nuevo MAS y otras seríamos violentos y terroristas.

Recordemos que todas las acciones contra el gobierno de Milei, así como las exigencias de paro a la CGT y a las CTAs fueron organizadas desde el espacio de Coordinación, incluidas todas las concentraciones contra la Ley Bases desde febrero hasta la definitiva en junio. Además de la asistencia independiente al paro de la CGT en marzo y del avance que significó el 1° de Mayo unitario luego de 13 años de negativa del FITU a confluir con nuestra organización en esta fecha. El espacio de Coordinación había permitido colocar al conjunto de la izquierda y la vanguardia como una referencia para el conjunto de la población decepcionada por el peronismo y el kirchnerismo que, lejos de jugar un rol dual, fue garante de la gobernabilidad de Milei “haciendo que hace”, pero sin mover un dedo para evitar en las calles la continuidad (mermada de momento en su contenido bonapartista, pero continuidad al fin) del plan de guerra del gobierno contra las y los trabajadores.

Fue desde ese espacio que llevamos adelante un Encuentro Nacional de trabajadores exitoso, desde el cual impulsamos la convocatoria a enfrentar la Ley Bases. Y fue en ese periodo que, en diálogo con referentes de las distintas organizaciones que conforman el FITU, les propusimos a los compañeros que nos incorporaran a la mesa del FITU con voz y sin voto, para terminar con la división de la izquierda e ir procesando una experiencia común en un año no electoral. Propuesta que fue rechazada una y otra vez, como de costumbre.

El clima de hostigamiento y aleccionamiento a la vanguardia y sus organizaciones instalado por el gobierno de Milei incluye una serie de ataques diversos que van desde la renovada ofensiva contra los movimientos sociales con nuevos allanamientos a distintas organizaciones sociales (ver nota en esta edición), con los despidos masivos en los Sitios de la Memoria, y a lo que se suma la propaganda fachista  y estigmatizante alentada por la extrema derecha sobre algunas organizaciones, en particular contra el ¡Ya Basta! en Filosofía y Letras. Un clima reaccionario orientado particularmente hacia todos los sectores que fuimos punta de lanza en los primeros 6 meses de gobierno y que le pusimos carne a la experiencia política de desafío al Protocolo, al DNU y a todas las iniciativas políticas de Javier Milei. Un intento de aleccionar vía la vanguardia al conjunto de las y los trabajadores.

Si es evidente para un amplio sector de la vanguardia que más que nunca corresponde reforzar los ámbitos de coordinación para unirnos ante el ataque directo del gobierno, sus acólitos y sus “servicios”, por el contrario, para el PTS de lo que se trata es de destruir todo ámbito común de coordinación, de imponer por arriba su orientación electoralista a través de sus diputados y las relaciones parlamentarias con sectores del peronismo y el kirchnerismo, y de montarse a las provocaciones contra otras organizaciones de izquierda en su ceguera “destructiva”.

Una deriva hacia el “todo vale”

Luego de la votación de la Ley Bases, muchas de las organizaciones que constituimos el espacio de coordinación (incluidos varios organismos de DDHH y organizaciones que componen el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia-EMVJ) y, en particular el Nuevo MAS, llamamos a reforzar un ámbito de coordinación común de la vanguardia independiente para intervenir en la lucha por la liberación de los presos y contra todos los ataques antidemocráticos que se fueron desarrollando. En particular, insistimos en que el EMVJ debía jugar un rol central en la discusión de un balance propio de la coyuntura pos triunfo táctico del gobierno y una clarificación sobre el rol entreguista que allí jugaron el peronismo y la CGT. Una clarificación que debía incluir la conformación de un espacio amplio junto a sectores no independientes (incluso del peronismo) que tuvieran por acuerdo llevar de manera consecuente la pelea democrática por la libertad a las y los presos políticos de la Ley Bases y por el fin de las causas abiertas.

Por el contrario, el PTS hizo un giro inmediato pos votación de la Ley Bases: bajo el nombre de “auto-convocatoria” pasó por encima de todos los espacios colectivos e intentó monopolizar, vía Miryam Bregman, en acuerdo con el peronismo y sectores K del parlamento, y arrastrando de las narices a otras organizaciones del FITU, la orientación de cara a los ataques en curso. El primer resultado de ese giro con evidentes pretensiones electorales, fue el de reventar conscientemente todo ámbito de coordinación para ubicarse burocráticamente como “maestros de ceremonia”. Junto con esto, le abrieron la puerta a todo un sector del peronismo (desde Axel Kicillof hasta Espinoza, acusado de acosos y violaciones) que, lejos de poner el cuerpo para lograr la libertad a los/as detenidos/as, se lavaron la cara mandando su firma para que sea leída en un acto en Plaza de Mayo, y luego se borraron olímpicamente.

Ante la evidencia de la maniobra burocrática de esta corriente, desde nuestra organización propusimos a distintas organizaciones del EMVJ impulsar una coordinadora por los presos, coordinadora que se votó en SERPAJ junto a otros sectores filo K. Desde ese momento hasta la fecha, el PTS ha buscado toda vía posible para liquidar el funcionamiento de ese espacio e imponerse con sus relaciones parlamentarias con sectores del peronismo por arriba, y con concesiones a sectores autonomistas y anti partido por abajo.

Junto con esto impulsa una lógica expulsiva hacia nuestra organización, ya que no tiene capacidad de arrastrarnos, a diferencia de lo que se viene demostrando con algunas fuerzas del FITU, menospreciando los ataques recibidos por nuestra organización juvenil y vetando que sea siquiera nombrado en textos, documentos e incluso en el Festival que se realizará próximamente.  Una actitud anti democrática, anti solidaria, que contrasta con la solidaridad que sí recibimos de sectores de un amplio espectro político, cultural, mediático, de organizaciones sociales y de DDHH. Y en lo que lo que respecta al carácter de su organización, anti socialista, que lleva agua al molino reaccionario mileísta de que podés atacar libremente a las organizaciones militantes de izquierda porque no tiene consecuencias, ya que otros partidos de “izquierda” se van a encargar de taparlo.

Pero la deriva no termina ahí, algo pasa en el PTS. Recientemente han publicado una nota donde acusan a nuestra organización ¡Ya Basta! de violentos, en el mismo momento que estamos denunciando la campaña de extrema derecha con pintadas en las paredes de la facultad donde amenazan a compañeras/os de que “los vamos a matar” y que “para cada trosko hay un Mercader”. Empalman así con una campaña de extrema derecha impulsada por sectores sospechosos de ser enviados de la Policía a las facultades.

¿De dónde viene esa degradación política de ese partido que ha abandonado la discusión y la competencia entre corrientes, transformando las relaciones entre organizaciones en una cloaca podrida?  La instrumentalización de todo lo que existe para intentar destruir a otras corrientes es harto conocida en la vanguardia como forma de actuar del PTS. Por ejemplo, en su actitud respecto de los ataques a las organizaciones sociales como el Polo Obrero y otros, de quienes han sido incapaces de expresarse por la defensa incondicional y se han ausentado de diversas convocatorias, soltándoles la mano en muchas ocasiones.

Esta lógica empieza a traspasar todos los límites, al punto de anular cualquier debate político. Debate político que revindicamos como parte de la tradición del marxismo militante, del leninismo y el trotskismo, y que es una de las herramientas fundamentales para la competencia lícita entre corrientes, y para la disputa por la dirección de sectores de vanguardia de masas, y de masas dirigidos por organizaciones capitalistas. Lejos de esto, es imposible mantener un debate con militantes de una corriente formada en las chicanas y en el “todo vale”, donde los argumentos se han degradado hasta su inexistencia.

Digamos de paso, que para los socialistas revolucionarios no todo vale en la lucha por la hegemonía entre las corrientes (ni tampoco en otros planos), existe un vínculo dialéctico (vínculo dialéctico denostado por esta corriente anti dialéctica y althusseriana) entre medios y fines, entre forma y contenido. Una política reducida a la cloaca no tiene nada que ver con una política socialista, ni construir un partido revolucionario socialista es posible usando métodos estalinistas.

Hacemos un llamado a todas las organizaciones que intervienen en la vanguardia a rechazar los métodos cloacales, estalinistas, rupturistas, e instrumentales, de este tipo de corrientes. Ahora más que nunca necesitamos construir ámbitos donde la vanguardia independiente pueda debatir de conjunto, discutir y resolver cómo enfrentar, no solo los ataques antidemocráticos impulsados desde la extrema derecha y el gobierno, sino también contra los ataques a las y los trabajadores/as,  como en el Hospital Posadas y en FATE. Una vanguardia que estreche lazos solidarios y empuje unida para romper el clima reaccionario, sin diluir sus diferencias, pero actuando mancomunadamente para derrotar la ofensiva reaccionaria del gobierno, y sentar las bases para volver a gritar: “¡Basta de Milei!”.

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