Las posiciones alrededor de la “Ley Seca” de 1920

El Partido Socialista y la lucha contra el consumo problemático en la clase obrera  

Entre el 25 y 28 de noviembre, en Filosofía y Letras de la UBA, se desarrollaron las II Jornadas de Estudiantes de Historia de la UBA. En esta primera entrega, publicamos la exposición realizada por Bruno N. Flores, militante de El Motor de la Historia (¡Ya Basta! + independientes), titulada "El Partido Socialista y la lucha contra el consumo problemático en la clase obrera. El caso del alcoholismo y las posiciones alrededor de la “Ley Seca” de 1920".

Introducción

El “consumo problemático” es definido por  la Ley 26.934 como “aquellos consumos que afectan negativamente, en forma crónica, la salud física o psíquica del sujeto, y/o las relaciones sociales. Los consumos problemáticos pueden manifestarse como adicciones o abusos al alcohol, tabaco, drogas psicotrópicas o producidos por ciertas conductas compulsivas de los sujetos hacia el juego, las nuevas tecnologías, la alimentación, las compras o cualquier otro consumo que sea diagnosticado compulsivo por un profesional de la salud.” Esta es una categoría amplia que nos ayuda a entender una de las problemáticas que más perjudica a la clase trabajadora sin estigmatizar a los consumidores, sino entendiéndolos como víctimas de un problema social. Discutir el consumo problemático nos permite acercarnos a este problema desde una perspectiva concreta, que vaya más allá de un moralismo abstemio, para llevar adelante políticas que ataquen las causas y condiciones sociales que llevan a las adicciones mediante el trabajo conjunto de profesionales de la salud, agrupaciones y actores políticos-sociales, así como los propios adictos en recuperación que busquen cambiar dichas condiciones sistemáticas.

Si bien la categoría “consumo problemático” es reciente, la problemática de las adicciones en el seno de la clase obrera es una que se discute entre las diversas tendencias socialistas desde fines del sXIX, donde destaca la temática del alcoholismo. En su artículo de 1891 titulado “El alcoholismo y cómo combatirlo”, Kautsky argumenta que el alcoholismo es producto del propio desarrollo capitalista y que no podrá ser eliminado por completo hasta lograr la abolición de las relaciones sociales de producción capitalistas. Aún así, aboga por medidas concretas para combatirlo a través de una mejora material de las condiciones de vida obrera.

Contexto Histórico

En Argentina, a  lo largo de la década del ‘10 se dan una serie de regulaciones hacia el interior del campo de la salud que buscaron delimitar qué actores serían autorizados para asumir y controlar las tareas de producción, distribución, promoción, prescripción y dispensación de las sustancias psicoactivas. En 1919 la autoridad sanitaria de la época ordenó regular el comercio de un conjunto específico de sustancias: los alcaloides que incluyen puntualmente la morfina y la cocaína (sustancias de uso extendido y legales hasta el momento), así como el opio y el cáñamo indiano.

Bruno Flores, militante de El Motor de la Historia, durante la presentación de su ponencia en las II Jornadas de Estudiantes de Historia de la UBA.

En 1913 se presenta en el Congreso de la Nación Argentina una iniciativa titulada “Proyecto de Ley para la Represión del alcoholismo” que incluye una serie de acciones económicas -como imponer aranceles al despacho de todas las bebidas con un gravamen superior a las alcohólicas- y una propuesta de ordenamiento temporal que preserve el mundo laboral al prohibir la venta de bebidas espirituosas a partir de las 18 horas del sábado y durante todo el domingo. También se buscó implementar medidas de índole preventiva como la educación antialcohólica y la prohibición de vender alcohol a “ebrios y menores de 18 años”. Es importante notar que el proyecto de ley aclara que “no se consideran como bebidas alcohólicas el vino y la cerveza”. (Sánchez Antelo,2018)

Para 1920 los proyectos de ley presentados en el Congreso Nacional se orientaban en dos sentidos: la regulación de la producción de sustancias -sancionando adulteraciones o ventas fuera de la fecha de caducidad-; y el comercio interno – reprimiendo penalmente a quienes lo realicen sin autorización o en cantidades diferentes a las prescritas-. Como hasta ese momento la venta de morfina y cocaína no se limitaban a las farmacias, ni existían registros sobre su comercio, los legisladores insistían en la necesidad de controlar las actividades de los “comercios de toda índole”, como burdeles, cafés y barberías, en los que se evidenciaba la venta y el uso no supervisado de estas sustancias. (Sánchez Antelo,2018)

Para entender el fuerte ímpetu prohibicionista de los cambios legislativos sobre las toxicomanías, es necesario describir la epidemia real del alcoholismo registrada en Argentina de fines del sXIX y las primeras décadas del XX. En 1901 el 58% de los casos ingresados al hospicio de alienados se debían al alcoholismo, porcentaje que desciende al 29% para 1920. Si bien durante este periodo se proponen legislaciones tendientes a la regulación del uso de bebidas alcohólicas, ninguna fue aprobada. Las iniciativas aglutinaron a distintos grupos políticos y se fundamentaban en perspectivas eugenésicas que ponían el foco en la prevención de “taras degenerativas”. Muchos de estos legisladores eran también médicos higienistas quienes consideraban a la alienación como una “degeneración hereditaria” cuya principal causa era la intoxicación alcohólica. Pero si el alcoholismo era una degeneración hereditaria producto de la intoxicación ¿Por qué se hizo tanto énfasis en su contagio potencial? Acá es donde entran en juego los debates entre la psicopatología y la criminología quienes tendrán un gran impacto en las definiciones legislativas en materia de drogas que se producirán en la segunda década del sXX. Es en este marco se produce un desplazamiento desde las causas hereditarias de la degeneración hacia la inclusión de factores ambientales y la idea de una “degeneración adquirida” donde el peligro del “contagio tóxico” gana mucho peso. (Sánchez Antelo,2018)

La matriz preventiva basada en las enfermedades infecciosas comenzó a aplicarse en el tratamiento del alcoholismo. Al mismo tiempo, la experiencia con el alcohol instaló una conceptualización de la que se hizo uso para el abordaje de otras sustancias psicoactivas: actuar preventivamente para controlar una “enfermedad contagiosa”. Ya no se trataría sólo de controlar sujetos, sino también espacios y modos de vida que corrompen, caracterizados por “los excesos”. Mientras el alcohol “malograba a la raza”, la toxicomanía amenazaba con extenderse por lo que se fueron adoptando medidas de tinte prohibicionista para atacar esta problemática social. Así, en 1924 la Ley 11309 modificó el código penal, regulando la venta de alcaloides según el criterio médico, y en 1926 la Ley 11.331 penaliza la tenencia injustificada de estas sustancias. (Sánchez Antelo,2018)

Desarrollo del caso

El Partido Socialista, a través de La Vanguardia, su prensa partidaria, le ha dedicado muchas páginas a los debates alrededor del alcoholismo y cómo combatirlo. En un artículo titulado “El Alcoholismo” de 1904 se discute con las posiciones que dicen que este es consecuencia del propio desarrollo capitalista y sólo podría ser eliminado con la desaparición de este sistema. Esta sería una idea cómoda que no desafía los prejuicios del proletariado ni los intereses de los que venden vino. El autor argumenta que el alcohol no solo es inútil sino también nocivo para el cuerpo por lo que sería un error considerar que el consumo moderado de este podría tener algún beneficio para los obreros. También niega la idea de que el alcoholismo es producto de la explotación y la miseria ya que es un fenómeno que afecta a proletarios y burgueses por igual, aunque sí se ve incentivado por el capitalismo. Por estas razones se hace un llamamiento a todas las agrupaciones socialistas a no esperar hasta luego de la revolución y declararle la guerra al alcoholismo.

Como se explicó más arriba, para 1920 los proyectos de ley tendientes a regular y/o prohibir la producción y el consumo de bebidas espirituosas se multiplican tanto en el ámbito local como en el internacional. La Vanguardia se hace eco de estos debates en un artículo del 4 de enero subtitulado “Hacia el Prohibicionismo” donde hacen un recuento del estadío de la lucha contra el alcohol en EEUU, Inglaterra e Italia. Siendo el primer país el único en lograr una prohibición total del comercio de alcohol mientras Italia decretó la prohibición de ventas de bebidas de graduaciones mayores al 20% en horario laboral, así como en los fines de semana. Algo que se destaca del modelo inglés, fue la creación de la “taverna modelo”, un establecimiento destinado a servir como centro de sociabilidad para los obreros, donde solo se vendía té, café, refrescos y cervezas. El artículo cierra valorando la propaganda antialcohólica que se ha iniciado en Argentina y como la promulgación de casas de té, café y refrescos podrían allanar el paso a una mayor regulación de las oportunidades de beber que se le ofrecen al público. Cosa que consideran urgente y que no dudan que iniciativas hacia ese cometido no se harán esperar.

De hecho, iniciativas de este tipo no se hicieron esperar. En julio de 1920, el diputado radical José León Rodeyro presentó un proyecto de ley que buscaba prohibir el expendio de todo tipo de bebidas alcohólicas. En un artículo titulado “Secos y Mojados”, La Vanguardia critica este proyecto por su “corte futurista”, si bien ven progresivo el movimiento abolicionista que se iniciaba, no veían posible una prohibición directa a la yankee por la resistencia de grandes sectores económicos abocados a la producción alcohólica, sobre todo de la región de Cuyo. El gobernador de facto de la provincia de Mendoza, Ricardo Báez, se comunicó vía telegrama con el presidente de la cámara de diputados para pedirle que utilice su influencia para rechazar el proyecto de ley, ya que si esta pasará llevaría a la ruina a los sectores vitivinícolas. La prensa burguesa refleja esta discusión como se puede ver en una editorial del diario Los Andes de ese mismo mes donde se denunciaba un intento de presentar a la Argentina en un estado de flagelo alcohólico bajo la influencia de “las doctrinas evangélicas norteamericanas” y llegó a sostener que en este país no existía alcoholismo arraigado ni epidémico y que la producción era necesaria para la alimentación y consumo. Esto da cuenta de cómo los intereses vitivinícolas utilizaron sus recursos económicos y políticos para llevar adelante una campaña proalcohol que buscó frenar los avances prohibicionistas.

La Vanguardia hace una aguda crítica a las ambivalentes posiciones del Partido Radical ya que si bien fue un diputado de esta fuerza política el que presentó el proyecto, tras el clamor levantado en defensa de la industria del vino, el ministro de hacienda salió a declarar que, aunque no le consultó, el presidente pareciera en contra de la tentativa prohibicionista. Esto respondía a disputas al interior del radicalismo en torno al futuro de la gobernación mendocina en las inminentes elecciones. También se criticó a este proyecto de Ley Seca por brindarle a los intereses vitivinícolas una plataforma mediante la cual poder conquistar aún más concesiones ya que consideraban a esta como una industria artificial mantenida a flote mediante la protección fiscal del gobierno nacional y provincial.

El Partido Socialista proponía llevar adelante un plan “racional y práctico” para la lucha contra el alcoholismo. A la propaganda antialcohólica en escuelas y sociedades de templanza había que sumarle altas patentes-licencias a los despachos de bebidas. Luego se debería prohibir a los bancos nacionales aprobar préstamos que fomenten a la industria del vino y de las bebidas alcohólicas en general, medida que se debía complementar con la prohibición de importar, fabricar y expender bebidas alcohólicas destiladas. Realizado este plan de un modo metódico y progresivo, se allanaría el camino para la reforma última que consistiría en la prohibición de fabricar y consumir cualquier tipo de bebida alcohólica, sean destiladas o fermentadas, como es el caso de la cerveza, la sidra o el vino.

El primer paso en este sentido fue el proyecto de ley presentado por el senador socialista Enrique del Valle Iberlucea. En un artículo del 3 de Julio de 1920 titulado “Represión del Alcoholismo” se detalla este proyecto que a grandes rasgos buscaba prohibir la fabricación e importación de bebidas que contengan esencias y sustancias extractivas; prohibía la creación de nuevos establecimientos de expendio de bebidas y buscaba cerrar progresivamente estos lugares; imponía penas financiera y de cárcel a aquellas personas que manifiesten un estado de embriaguez en lugares públicos; y proponía una intensa campaña antialcohólica en los establecimientos educativos de todos los niveles.

Si bien tanto la propuesta de Del Valle Iberlucea como la de Rodeyro fueron rechazadas, estas abrieron un intenso debate en la época donde se llevaron adelante campañas antialcohólicas así como en pro de los intereses económicos de la industria alcholera. También se abrió las puertas a otros proyectos que buscaron regular la fabricación y el consumo de bebidas espirituosas, provocando fragmentaciones hacia dentro de los grupos políticos que posibilitó alianza multipartidarias, sea a favor o en contra de estas propuestas. Tal fue el caso de “El Proyecto de Ley Contra el Fomento de la Industria y Comercio del Alcohol”, también de Julio de 1920, a través de la cual diputados radicales y socialistas , donde figuraban Rodeyro y el propio Juan B. Justo, buscaban prohibir que el Banco de la Nación Argentina y el Banco Hipotecario Nacional le brindaran préstamos a la industria alcoholera, particularmente a la vitivinícola. La idea detrás de esta ley era evitar por un lado la destrucción inmediata de un sector de la industria nacional que afecte el trabajo de numerosos obreros y, por otro lado, buscó evitar estimular la plantación de viñedos y destilerías con la esperanza de que esos productores busquen nuevas formas de la actividad agrícola e industrial.

Conclusión

La miradas sobre el  alcohol y el alcoholismo influenciaron al modelo de abordaje del consumo de sustancias psicoactivas posterior. Se empezó a entender al alcoholismo como una epidemia que debía ser tratada desde el ámbito de la salud y se utilizó la matriz preventiva basada en las enfermedades infecciosas para tratar el alcoholismo y posteriormente a la toxicomanía. Una de las características de las políticas que buscaron abordar el “fenómeno de las drogas” durante este período es que debido al carácter transversal en los debates legislativos, se introdujeron fragmentaciones al interior de los grupos políticos que posibilitó alianzas multipartidarias. Otra característica es la abundancia de iniciativas presentadas sobre el tema que en contadas ocasiones llegaron a convertirse efectivamente en nueva legislación  (Sánchez Antelo,2018).

Los dos proyectos expuestos dan cuenta de formas divergentes hacia un mismo objetivo: prohibir la fabricación y el consumo de bebidas alcohólicas. El proyecto del Partido Socialista muestra ciertas influencias provenientes de las discusiones en el interior de la socialdemocracia alemana como en el artículo “El Alcoholismo” de 1904 donde se discute con la idea kautskiana de que el alcoholismo desaparecería del todo con la desaparición del capitalismo. Pero a la hora de proponer medidas legislativas tendientes a atenuar los efectos del alcohol, se dejaron de lado las conclusiones del Informe de Wurm de 1907 donde este argumenta que el abuso del alcohol no debía ser combatido como un fenómeno en sí mismo, sin ninguna conexión con las condiciones sociales que lo generaron (Mignon;Gaido:2023). Si bien la propuesta socialista se muestra bien articulada para llevar adelante un proyecto progresivo hacia el fin último de prohibir el alcohol, carece de una propuesta alternativa para que los obreros utilicen su valioso tiempo libre o de formas para mejorar la realidad material de sus vidas cotidianas. El deseo de divertirse, de distraerse, contemplar espectáculos y reír, es un deseo legítimo de la naturaleza humana. Por esto es muy importante que en paralelo a las legislaciones que busquen regular el consumo de alcohol se implementen medidas que tiendan a satisfacer las necesidades artísticas de los trabajadores que sean un medio de educación colectiva que contribuya a elevar el nivel de cultura del proletariado (Trotsky, 1923).

Fuentes

“El proyecto de ‘Ley Seca’. Lo que piensa un concejal socialista” (1920, 11 de julio). En La Vanguardia, Año XXVII, N° 4689 [Digitalizado por el Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas].

“El proyecto prohibicionista. La doctrina radical” (1920, 6 de julio). En La Vanguardia, Año XXVII, N° 4684 [Digitalizado por el Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas].

“La lucha contra el alcohol. Hacia el prohibicionismo” (1920, 4 de enero). En La Vanguardia, Año XXVII, N° 4500 [Digitalizado por el Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas].

“Las maniobras del vino. Cómo desalcoholizar a los viciosos” (1920, 10 de julio). En La Vanguardia, Año XXVII, N° 4688 [Digitalizado por el Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas].

“Lucha contra el alcoholismo” (1920, 17 de julio). En La Vanguardia, Año XXVII, N° 4695 [Digitalizado por el Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas].

“Proyectos de ley contra los trusts y el fomento y comercio del alcohol” (1920, 15 de julio). En La Vanguardia, Año XXVII, N° 4693 [Digitalizado por el Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas].

“Secos y mojados” y “Represión del alcoholismo” (1920, 3 de julio). En La Vanguardia, Año XXVII, N° 4681 [Digitalizado por el Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas].

Vandervelde, E. (1904, 12 de marzo), “El alcoholismo”. En La Vanguardia, Año XI, N° 11 [Digitalizado por el Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas].

Bibliografía

Hoffrogge, R. (2018, 30 de julio). “Booze and Socialism” (L. Balhorn trad.). En Jacobin. Recuperado de https://jacobin.com/2018/08/schnapps-working-class-alcohol-drinking-bars.

Mateu, A. M. (2018, 6 de febrero). “Alimento o vicio, ¿cuándo comenzó el debate sobre el vino?”. En INCIHUSA-CONICET, INCIHUSA-UNCuyo. Recuperado de https://incihusa.conicet.gov.ar/alimento-o-vicio-cuando-comenzo-el-debate-sobre-el-vino/.

Mignon, C. y D. Gaido (2023). El marxismo y la lucha contra las adicciones en la clase obrera. La cuestión del alcohol en la Internacional Socialista y en la Revolución Rusa, Santiago de Chile, Ariadna Ediciones.

Sánchez Antelo, V. (2018). “Drogas: entre cuerpos regulados y morales desviadas. Argentina, 1880-1960”. En Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, vol. 45, núm. 1, pp. 315-337, Universidad Nacional de Colombia.

Trotsky, L. (1923). “Problemas de la vida cotidiana”. Buenos Aires, Argentina, Editorial Antídoto.

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