El uso de la fuerza y el hostigamiento represivo de Trump contra el «anticapitalismo» es parte de la misma ofensiva con la que intenta darle impunidad y rienda suelta a los grupúsculos fascistas que lo apoyan. Semanas atrás publicamos una nota sobre el gobierno de Trump y su política de designar como grupo terrorista local al colectivo Antifa. Es una acción por demás provocadora, pero que, como bien explicamos, no tiene ningún sentido práctico. Antifa no es una estructura o una agrupación. Es un sello, un símbolo, y su intento de censura, por más malintencionado que sea, es imposible de aplicar, porque no existe organización real a la que apuntar.
Es una excusa para presionar sobre los diversos grupos de izquierda, la juventud y los trabajadores que se organizan contra los grupos fascistas realmente existentes. Y, al mismo tiempo, es un intento de legitimar la violencia reaccionaria de esos grupos.
Y, aunque este antecedente ya parezca el colmo de los colmos, nos quedamos cortos.
A principios de mes, el nuevo directivo de seguridad del país catalogó al anticapitalismo como un predecesor de violencia política. ¿Qué quiere decir esto? Que cualquier organización de izquierda se convierte en objeto de persecución. Siguen usando el asesinato de Charlie Kirk como excusa para golpear a sus opositores.
Hay que tener en cuenta que el sospechoso del crimen, hasta donde se sabe, no perteneció nunca a ninguna organización de izquierda. El asesinato de Kirk fue, a todas luces, un acto individual. Probablemente haya tenido motivaciones políticas, pero eso es muy diferente a decir que haya sido impulsado por una organización política.
El memorándum de Trump es, supuestamente, para contrarrestar el «terrorismo doméstico». No es algo menor: la última vez que Estados Unidos lanzó una «guerra contra el terror» fue una burda justificación para invadir y saquear países, así como reprimir la libertad de expresión fronteras adentro. Y ahora la palabra vuelve a reflotar puertas adentro, como lo supo hacer el fantasma de la guerra interna impulsada por la gestión Reagan en los años 80s.
Los ahora «pre criminales» de la «violencia política» se encuentran en un limbo. No existe un registro de qué o quién entra en dicha categoría. Es un concepto ambiguo, una frase incierta en cuanto a quienes apunta. Trump expresó de manera fanfarrona que “prometía extrajudicialmente ejecutar a los vampiros exponiéndolos a la luz del sol”.
El memorándum persecutorio de Trump en cuestión se titula “Countering Domestic Terrorism and Organized Political Violence” (Contrarrestando el Terrorismo Domestico y la Violencia Política Organizada, para los amigos), conocida como NSPM-7. Es la séptima expansión de este tipo en cuanto a políticas de seguridad interior, pero que por su contenido es la que mas ruido generó. Es una directiva persecutoria de la izquierda para todo el territorio de los Estados Unidos.
El documento anti-anticapitalista de Trump enumera las ideologías que son candidatas a la persecución, la vigilancia y el control policial:
- «antiamericanismo,
- anticapitalismo,
- anticristianismo,
- apoyo al derrocamiento del gobierno de Estado Unidos,
- extremismo en inmigración,
- extremismo en raza o etnia,
- extremismo en género,
- hostilidad hacia aquellos que sostienen valores americanos tradicionales respecto a las familias,
- hostilidad hacia aquellos que sostienen valores americanos tradicionales respecto a la religión,
- hostilidad hacia aquellos que sostienen valores americanos tradicionales respecto a la cuestión moral.»
Como en Sr. Cobranza, pero ahora te persiguen «si sos puto», te persiguen si sos trans, te persiguen si opinas, si inmigrás, si sos de izquierda, si compras un pobre Iphone para tener… o si directamente pensás por tu cuenta, parecería ser. Es lisa y llanamente caer bajo sospecha por tener alguna de las características de la lista de estándares de creencias del ala izquierda, subjetivamente remarcadas como extremismo, y que supuestamente predisponen a uno a la violencia.
¿Te sometiste a un proceso y/o tratamiento de cambio de género? ¿Saliste a marchar para pedir por tus derechos? ¿Tu color de piel no pasa el test del meme de Padre de Familia? ¿Estás en contra del genocidio en Gaza? Si tu respuesta a alguna de las preguntas es sí, tranquilamente podrías ser objeto de investigación o incluso detención. Se la pasan quejándose de los grupos islamistas de Medio Oriente, pero, ¿y ahora si digo que soy ateo en suelo norteamericano, voy preso? La opinión de gran parte de la población civil de los Estados Unidos es calificada de violencia.
El memorándum de Trump es un intento de darles rienda suelta a las bandas fascistas que lo apoyan. El terrorismo doméstico en Estados Unidos es casi exclusivamente trumpista: la inmensa mayoría de los crímenes de odio, la violencia y el asesinato por motivos políticos son perpetrados en Estados Unidos por la extrema derecha.
La extrema derecha fue responsable del 73% de los ataques terroristas en Estados Unidos entre 2001 (después del 11 de septiembre) y 2017. Sin ir más lejos, los grupos fascistas provocaron varios muertos cuando intentaron asaltar el Capitolio en enero del 2021. Y a esos grupos de violencia organizada Trump los perdonó y les permitió circular nuevamente libres por la calle.
Hay un solo caso en Estados Unidos de «violencia de izquierda» que entraría, según algunos medios, dentro de los parámetros del memorándum: el asesinato de Aaron Danielson. Danielson venía de hostigar violentamente a participantes de una marcha que pedía justicia por el asesinato racial de George Floyd. Su asesino murió baleado por fuerzas de seguridad, las cuales fueron comendadas por Trump en su primer mandato.
El foco en el «terrorismo doméstico» de la izquierda por parte del trumpismo es un relato claramente falso. Desde el “atentado doméstico” con más muertos hasta la cantidad total de víctimas en tiroteos por parte de ligas de supremacistas blancos, la extrema derecha ocupa el primer, segundo y tercer lugar en todos los podios de violencia política norteamericana. El memorándum de Trump no quiere prevenir ningún terrorismo, quiere aterrorizar con la amenaza de violencia a sus opositores mientras les da toda la impunidad que puede a las bandas violentas que protagonizaron la Toma del Capitolio.




